Impacto económico

El confinamiento masivo en China por el Covid desentierra el fantasma de 2020

Shanghái es ahora el epicentro del peor brote de coronavirus en el país desde el inicio de la pandemia y las restricciones limitan la actividad en puertos, fábricas e incluso del sistema financiero. 

Complejo en cuarentena por Covid en Puxi (Shanghai, China)
Complejo en cuarentena por Covid en Puxi (Shanghai, China)
EFE

Calles vacías en el ajetreado Shanghái, colas en los supermercados para tener suministros en caso de confinamiento o complejos residenciales en cuarentena. Las imágenes que llegan desde China parecen un recuerdo de marzo de 2020, cuando estalló la pandemia de coronavirus y la mayoría de países del mundo impusieron duras restricciones para frenar los contagios. Sin embargo, ya han pasado dos años y mientras el resto del mundo avanza casi a la plena normalidad, la denominada 'fábrica' del mundo vuelve a contagiarse de la Covid-19 y de sus consecuencias. La política de 'Covid cero' afecta a la actividad de puertos, fábricas e, incluso, del sector financiero. 

Solo Shanghai, la ciudad más grande del país y su centro financiero, notificó este viernes unos 21.000 casos nuevos, aunque la mayoría asintomáticos. La nueva ola de contagios ha obligado a confinar de forma indefinida a cerca de 25 millones de personas desde la semana pasada. A ello se suman los habitantes de Shenzhen, ciudad clave en la industria del acero y con cerca de 12,6 millones de residentes, Jilin o Xian, donde también se ha decretado el cierre por el incremento de casos. 

Esta paralización supone un golpe para la economía china. "El coste de la última represión de China contra la Covid, especialmente en Shanghái, no se limita solo a su gente; el coste del crecimiento es enorme", explicaba Iris Pang, analista de ING, que rebajado las previsiones de crecimiento del PIB de China un punto porcentual para el segundo trimestre. El dato del primero, que ya reflejará el impacto de la última ola, se conocerá el próximo día 18 de abril. El mercado muestra cierta inquietud. En el último mes, el índice de Shanghai registra pérdidas, aunque ligeras, frente a la recuperación de las bolsas europeas y estadounidenses. Además, en el año, ese selectivo y el FTSE China A50 se encuentran entre los más castigados, solo superado por el Nasdaq y los índices rusos. 

Las restricciones afectan, por un lado, a la industria financiera que tiene en Shanghai su sede principal. Pese a que su actividad se puede llevar a cabo en aislamiento desde casa, muchos de los contagios están siendo trasladados a otras instalaciones, lo que dificulta las conexiones de red. Las compañías están aplicando planes de contingencia para que los negocios mantengan su actividad habitual e, incluso, algunos trabajadores permanecen en las oficinas, durmiendo y comiendo allí, para evitar ser confinados. Por ahora, según recoge Reuters, el cierre de la ciudad ya está provocando la suspensión de salidas a bolsa o la caída en los volúmenes de negociación.

El efecto es incluso mayor, y de mayor repercusión global, en las fábricas, que se han visto obligadas a cerrar y vuelven a interrumpir las cadenas de suministros. Por ejemplo Tesla mantiene cerrada desde el 28 de marzo su principal centro de producción en Shanghái. Ahí fabrica cerca de 2.000 coches al día. El fabricante de vehículos eléctricos cuenta con otras tres plantas más, pero dos de ellas -Texas y Berlín- acaban de empezar a operar. La industria automovilística es una de las primeras en verse afectada por el resurgimiento de los casos de Covid-19, una situación que también ha afectado al Salón del Automóvil de Pekín, que ha sido suspendido. 

La de Tesla no es la única fábrica automovilística afectada por la política antiCovid. BMW detuvo su producción en Shenyang, mientras que el consorcio alemán y  Toyota suspendieron su producción en cuatro plantas de Changchun. Además, las fábricas de Volkswagen en Shanghai y Changchun también interrumpieron su actividad debido a la dificultad para obtener piezas. Uno de los elementos claves para la industria automovilística y para otras muchas son los semiconductores. Apple es otra de las grandes compañías afectadas por su dependencia a las fábricas chinas. Foxconn, su mayor proveedor y ensamblador del iPhone, tiene su sede en Shenzhen y se ha visto obligado a cerrar por las restricciones impuestas en la ciudad. 

Nuevos bloqueos en los puertos chinos

La cadena de suministros también volverá a sufrir un problema que parecía olvidado: el atasco en el transporte marítimo. Shanghai es sede del puerto de transporte de contenedores más grande del mundo y su volumen de actividad ha caído cerca de un 40% semanal, según Bettina Schoen-Behanzin, directora en Shanghái de la Cámara de Comercio de la UE. La escasez de camioneros, confinados o a la espera de hacerse test, para transportar contenedores desde el puerto está impidiendo gestionar las mercancías. Por su parte, Shenzhen, también confinada, cuenta con algunos de los puertos más grandes del mundo y es una terminal importante en el comercio entre EEUU y China. Su cierre el año pasado ya provocó una acumulación de envíos que tardó meses en recuperar su ritmo habitual.

La situación actual amenaza con un nuevo aumento de las colas de barcos en los puertos de China, lo que provocará más retrasos y tarifas de flete más altas en los próximos meses. No obstante, Shanghai International Port, gestor del puerto, afirmó en un comunicado que la capacidad de los barcos para llegar a su destino está siendo más eficiente que el año pasado en general, según la cadena CNBC. Desde el 28 de marzo, el tiempo promedio de espera en el puerto fue de menos de 24 horas.

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