La burbuja de la deuda

Crisis de solvencia: el nuevo desafío que escapa al bazuca de los bancos centrales

Las empresas de EEUU están asentadas sobre deuda corporativa por valor de entre el 50 y el 75% del PIB y algunas no podrán sobrevivir  operando al 30%-50% de su capacidad en medio de un menor crecimiento

Lagarde y Powell, en primera línea de la crisis económica.
Lagarde y Powell, en primera línea de la crisis económica.
L. I.

A diferencia de lo que sucedió en la crisis financiera mundial, que tuvo a la banca como protagonista, el 'shock' generado por la pandemia de coronavirus ha puesto en el ojo del huracán al sector corporativo no financiero. El frenazo en seco de la actividad hasta casi pararse por completo -si no lo ha hecho del todo en muchos casos-ha hecho saltar las alarmas en torno a un mercado tan sobreestimulado como el del crédito. En su informe Tendencias del mercado de bonos corporativos, riesgos emergentes y política monetaria la OCDE advertía de que el volumen de la deuda corporativa alcanzó un máximo histórico en términos reales de 13,5 billones de dólares a finales del año pasado a raíz de unas políticas monetarias cada vez más expansivas. 

Entre las preocupaciones que acechan en los mercados mundiales de renta fija en una coyuntura como la actual está la posibilidad de que se produzca una nueva crisis de liquidez en los mercados. Ante esto, los bancos centrales han salido a escena sacando toda la artillería pesada. La Reserva Federal (Fed) está comprando grandes cantidades de bonos del Tesoro a través de la flexibilización cuantitativa ilimitada y ha dado un paso más allá con su plan de comprar por primera vez bonos corporativos y, más concretamente, papel que ahora sea 'high yield' si antes de la crisis por la Covid-19 tenía grado de inversión, los conocidos como "ángeles caídos".

"Con una política tan agresiva de apoyo a los activos de riesgo, es difícil ver qué podría impulsar otra crisis de liquidez en el futuro próximo. Janet Yellen (expresidenta de la Fed) incluso ha abogado recientemente por dar a la Reserva Federal los poderes necesarios para comprar acciones. Esto es algo que el Banco de Japón ha estado haciendo durante algún tiempo, por lo que no carece de precedentes", apunta Ariel Bezalel, responsable de estrategia de Renta Fija de la gestora británica Jupiter AM. En su opinión, la política del banco central ha resuelto el problema de liquidez pero no el problema de solvencia que se avecina.

A lo largo de la última década, a raíz de la crisis financiera muchas firmas incrementaron su apalancamiento incluso para remunerar a sus accionistas. "Una compañía de alto rendimiento que llevaba a cabo una recapitalización de dividendos se convirtió en algo habitual", recuerdan desde la gestora MSF Investment Managers, con sede en Boston. Ahora, "las empresas de EEUU están asentadas en cantidades récord de deuda corporativa de alrededor del 50%-75% del PIB. Algunas de estas compañías altamente endeudadas simplemente no podrán sobrevivir en un ambiente de menor crecimiento operando al 30%-50% de su capacidad", advierte Bezalel.

Incluso si los gobiernos siguieran interviniendo con más estímulos fiscales, estas compañías seguirían viéndose afectadas por una fuerte disminución de la demanda en una coyuntura muy incierta para el empleo y en la que los organismos internacionales esperan que aumente el ahorro preventivo entre los hogares y las empresas. "Así pues, tras haber pasado por la 'fase de liquidación' en marzo, esperamos ver una 'fase de insolvencia' más adelante en el año, a medida que las quiebras empiecen a aumentar y las empresas se muevan para reestructurar su deuda", apunta el gestor.

Adicción del crédito a los estímulos de los bancos centrales

Desde Amundi, la mayor gestora europea, hablan de una "carrera" entre los tres ciclos. En el que tiene que ver con el lo que respecta al ciclo de la pandemia, los mercados vienen confiando en que lo peor ha podido quedar atrás en Europa y EEUU, con unas expectativas crecientes de aplanamiento de la curva de contagios. Si estas esperanzas no se materializan, las tensiones de los mercados resurgirán. En lo que respecta a la economía, las ingentes medidas fiscales y monetarias actúan como una póliza de seguro para los próximos seis meses, pero "si la recesión fuera peor de lo esperado, los mercados necesitarían más y cualquier decepción desencadenaría una corrección", sostienen. 

En tercer lugar y en lo que respecta al crédito, en la firma francesa consideran que éste se está volviendo adicto a las medidas de los bancos centrales y recuerda que las condiciones de mercado han mejorado, pero no se han normalizado. Por ello y en relación al ciclo de default de crédito, que es clave en un mundo que verá incluso más deuda una vez que la crisis del Covid-19 vaya menguando, los mercados ya han descontado una primera ronda de impagos, pero no una segunda para los activos normalmente rezagados. "La batalla entre la liquidez y la solvencia continuará y el mercado inmobiliario comercial de EEUU es un área a monitorizar", advierten.

Eve Tournier, directora gerente de la oficina de Pimco en Londres y jefe de gestión de cartera de crédito europea considera que, al margen del sector energético, otros como el de comercio minorista no alimentario y el de ocio se verán sometidos a presión en función de la duración de las medidas de distanciamiento social y del impacto de la crisis en la demanda de los consumidores. "Todo ello podría dar lugar a una escalada de los impagos, aunque muchos emisores disponen de liquidez y de líneas bancarias u otras medidas que pueden adoptar para ayudar a evitar los impagos a corto plazo", incide. A las anteriores se suman, además, las empresas de automóviles y las compañías aéreas que, eso sí, están recibiendo un apoyo excepcional de los gobiernos.

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