Más madera: la curva de tipos apunta a un 'manguerazo' de los bancos centrales

Powell, junto a Trump, en su toma de posesión.
Powell, junto a Trump, en su toma de posesión.
Fed

La huida de los inversores a la renta fija en busca de refugio contra la recesión está generando caídas constantes y cada vez más abruptas en la rentabilidad de los bonos soberanos. La del Bund alemán, la referencia europea por su estabilidad, ha llegado a tocar mínimos históricos en el -0,71%. El bono a diez años germano no es el único que cotiza en negativo, puesto que así lo hacen también los títulos franceses, holandeses, finlandeses, los austriacos... Portugueses y sobre todo españoles están cada vez más cerca de hacerlo. En los últimos días, nuestro bono a diez años ha llegado a situarse a las puertas del cero (0,034%, un nivel inédito). Para llegar a ese nivel se ha hundido un 100% desde comienzos de año.

En el caso de Estados Unidos hemos asistido a un aplanamiento y posterior inversión de la curva de tipos, o lo que es lo mismo, el interés del bono a dos años ha superado el de la deuda a diez años (que en principio debería conllevar más riesgo), en una señal que los mercado toman como advertencia de que la recesión está cerca. Sin embargo, este movimiento también indica que los inversores dan por hecho que los bancos centrales van a actuar con nuevas y potentes medidas de estímulo. Es decir, que van a poner en marcha otra vez el bazuca de la política monetaria.

Grandes firmas como Bank of America o Pimco (la mayor gestora de renta variable del mundo) señalan cómo el cambio de 'juego' en las políticas de los bancos centrales, el rápido viraje de 180 grados en sus políticas monetarias, no tiene precedentes. La Reserva Federal recortó los tipos en 0,25 puntos básicos en su reunión de julio, sin embargo, su presidente Jerome Powell evitó proporcionar orientación específica sobre una mayor relajación a futuro y calificar su movimiento de mero ajuste de la política del organismo y no del inicio de un ciclo de relajación de la política monetaria más prolongado. Sus palabras no terminaron de convencer al mercado.

Sin embargo, el resto de bancos centrales tomaron nota y la reacción se produjo en cascada. El Banco de Japón mantuvo sus tasas, pero aseguró que había potencial para un apoyo futuro a los mercados. El emisor australiano rebajó el precio del dinero en 25 puntos básicos y como ellos aplicaron también recortes a sus tasas principales otros bancos centrales de Asia Pacífico (Malasia, India, Tailandia, Nueva Zelanda, Filipinas...), pero también los de Sudáfrica, Turquía, Rusia o México. En lo que va de año, 16 bancos centrales han rebajado 23 veces sus tipos de interés para un total acumulado de 1.060 puntos básicos, contabilizan desde Unigestion. "La mayoría de los inversores creen que las instituciones monetarias revivirán con éxito la economía, como vimos en otros momentos del pasado", añaden.

Mientras, el Banco Central Europeo mantuvo sus principales tasas (las oficiales en el 0,00%, la facilidad de crédito en el 0,25% y la facilidad de depósito o tipo penalizador a las entidades financieras en el -0.40%), pero su presidente, Mario Draghi, dejó claro que está "preparado para ajustar todos sus instrumentos", para actuar en cuanto sea necesario, estimular la inflación y combatir unas perspectivas económicas cada vez más preocupantes. Alemania ha visto contraerse su economía un 0,1% de abril a junio; Italia atraviesa por un momento de debilidad económica e inestabilidad política, y la euro zona debe lidiar además con el impacto de un posible Brexit desordenado, con los efectos de la guerra comercial y con el frenazo de los emergentes.

Los expertos de Pimco sitúan el avance de la eurozona este año entre un anémico 0,75% y el 1,25%, desde el 2% registrado en el último ejercicio. Sus cálculos se sitúan en línea con las estimaciones de Bank of America, que contempla un crecimiento del 1,1% este año y del 1% el próximo. Un escenario débil que ha llevado al organismo a dosificar los mensajes que se lanzan al mercado para prepararlo y evitar que se generen dudas sobre sus intenciones de actuar. El gobernador del Banco de Finlandia y excomisario de Asuntos Económicos de la UE, Olli Rehn, aseguraba estos días en una entrevista al Wall Street Journal que el BCE tiene preparado un paquete de estímulo que incluiría el recorte de tipos de interés y compras de deuda "suficientes".

Todas las miradas, en Jackson Hole

Esta semana arranca en Jackson Hole, en el estado de Nueva York, uno de los principales foros mundiales de debate sobre política monetaria. Una conferencia en la que el año pasado Jay Powell se estrenaba como anfitrión y en la que volverá a acaparar todas las miradas. Su papel no va a ser nada sencillo y cualquier mensaje (tiene previsto dar una conferencia el próximo viernes en el marco de estás jornadas) será escudriñado por los inversores. Con la bolsa americana relativamente cerca aún de sus máximos anuales, buenos datos de empleo y una inflación que en julio se situó en el 1,8% en términos interanuales (rozando prácticamente el objetivo del 2% marcado por la entidad), el presidente de la Fed va a tener complicado justificar cualquier rebaja de los tipos de interés... por mucho que el presidente Donald Trump se empeñe en presionarle. 

La reunión de septiembre de la Reserva Federal será clave, como también lo será la del BCE, última antes de que Mario Draghi ceda la batuta de la política monetaria en la eurozona a la ex presidenta del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, de la que los mercados confían que continúe con la senda marcada por su antecesor. 

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