Multiplica por 7 su rentabilidad en 2022

Deuda pública más cara: el bono a diez años roza el 3,6%, máximo desde 2014

El coste de emitir para el Tesoro Público experimentará su primero ascenso desde 2011 con una escalada de intereses mayor a la registrada en la crisis europea de 2011 y 2012.

El interés del bono a 10 años, en máximos desde 2014.
El interés del bono a 10 años, en máximos desde 2014.
Nerea de Bilbao (Infografía)

Endeudarse es más caro incluso para el Estado. El Tesoro Público registrará en 2022 el primer aumento del coste medio de la deuda desde 2011 después de la drástica subida de los rendimientos en los mercados de renta fija. El interés del bono a 10 años roza esta semana el 3,6% y se dispone a cerrar 2022 en máximos anuales, a su vez niveles no vistos desde febrero de 2014. 

La curva de rentabilidades ha vuelto a empinarse después de la última subida de tipos de interés del Banco Central Europeo (BCE), pero sobre todo por la orientación 'restrictiva' (hawkish) que dio su presidenta, Christine Lagarde, al término de la reunión. "Deberíamos esperar aumentar las tasas de interés a un ritmo de 50 puntos básicos durante un período de tiempo", aseguró después de confirmar que entre febrero y marzo comenzarán a retirar estímulos por valor de 15.000 millones de euros al mes.

Para muchos inversores, el mensaje es la señal definitiva a los países del euro, los grandes emisores de deuda pública, que es hora de que busquen inversores privados para sus bonos soberanos y no cuenten con la asistencia del BCE para sus colocaciones. Automáticamente, esto se ha traducido en ventas de bonos y escalada de intereses hasta que los inversores vean con buenos ojos la inversión en determinados activos financieros. Solo en deuda española ha llegado a acumular bonos por valor de 400.000 millones de euros en fechas recientes bajo el Gobierno de Pedro Sánchez.   

Un problema de velocidad en el alza de intereses

Desde enero, el rendimiento -que se mueve de manera opuesta al precio- se ha multiplicado por siete, pasado de cotizar en el 0,5% al 3,6% en apenas doce meses . La magnitud del crash en el valor de los bonos y el ascenso de la rentabilidad supera a la registrada entre 2011 y 2012 tras el rescate europeo a España a través del saneamiento de la banca, cuando llegó a cotizar por encima del 6%. Pero entonces 'solo' se multiplicó por dos aunque partía de una base más alta y la prima de riesgo estuvo fuera de control.

Para encontrar un precedente en el que el lento mercado de deuda española se mueva a esta velocidad, hay que remontarse al periodo de enero de 1994 a marzo de 1995 posterior a la recesión de 1993 y las devaluaciones de la peseta que sembraron la recta final de legislatura del Gobierno de Felipe González y Pedro Solbes al frente de Economía. Las comparaciones son odiosas pero los parecidos entre una y otra época no parecen razonables.

Ahora rige el euro y desde 2020, la deuda pública española está sostenida por el Banco Central Europeo (BCE), el mayor financiador del Estado a través de las compras de bonos de sus programas de estímulo PEPP (vinculado a la pandemia) y APP, una herramienta de intervención en los mercados para controlar las primas de riesgo y estimular el crecimiento.

La secuencia alcista en el coste de las nuevas emisiones de deuda del Gobierno Sánchez le ha llevado de pagar un tipo medio mensual en enero del 0,25%, al 2,709% en noviembre pese a que todavía cuenta con la ayuda del BCE

El coste medio crece por primera vez desde 2011

Para el Tesoro Público, la agencia que emite la deuda pública y la coloca en los mercados, la posibilidad de recaudar dinero para el Estado a bajo precio ha sido una constante que facilitaba la labor de refinanciar emisiones y lanzar nuevas series de bonos. Tras el estallido de la guerra de Ucrania, el tipo de interés promedio de la deuda en circulación bajo el control del Tesoro  marcó el nivel más bajo de su historia en el 1,54%

El coste de emitir se multiplica por diez en 2022

Desde entonces suma ocho meses consecutivos al alza y en noviembre se situó en el 1,709%, por encima del 1,64% en que cerró el ejercicio anterior. La cotización de la deuda en el mercado secundario marca la senda alcista del coste de las nuevas emisiones. En 2021, el Tesoro contabilizó un tipo medio efectivo negativo en ocho de los doce meses en sus nuevas emisiones, con un récord para la historia estadística del -0,42% en agosto.

En 2022 todo ha cambiado. La secuencia alcista en el coste de las nuevas colocaciones de deuda del Gobierno Sánchez le ha llevado de un tipo medio en enero del 0,25% al 2,709% en noviembre pese a que el programa de emisiones se mantiene bajo control y todavía cuenta con la ayuda del BCE. La estadística del Tesoro señala además una leve caída en la vida media de la cartera viva de deuda hasta un promedio de 7,83 años.

Más allá de la referencia del bono a 10 años (3,6%), los intereses de la deuda soberana española en los mercados están girando a máximos anuales en el resto de plazos. La Obligación a 30 años rinde un 3,91%, mientras que a 15 años se exige un 3,86% y un 3,82% en el bono a 50 años. En los plazos intermedios, de 2 a 5 años, el rendimiento oscila entre el 2,96% y 3,14%, mientras que en el corto plazo (3 a 12 meses), las Letras estaban rindiendo este martes en las pantallas del 1,76% al 2,7%, respectivamente.

En 2023 no será así... Los mercados están a la espera de comenzar a analizar con lupa la evolución de los déficits presupuestarios y la velocidad en la reducción de los niveles de deuda. No parece que vayan a surgir buenas noticias a priori pese a que la situación financiera del Estado parece más saneada que el año pasado en términos puros de contabilidad.

Según datos del Banco de España a 30 de septiembre, la deuda pública superó los 1,5 billones de euros por primera vez en la historia aunque la ratio que compara con el PIB se redujo al 116%, una décima menos que el trimestre anterior y seis puntos porcentuales menos que en 2021. El efecto de la inflación y del crecimiento económico mejora la foto para el Tesoro de cara a los mercados, como también lo hace el aumento de recaudación de Hacienda. Quien sale peor parado, una vez más, es el contribuyente.

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