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La transición verde aboca a Washington y Pekín a reeditar su batalla tecnológica

China se ha convertido en el primer consumidor de carbón -demanda 4.320 millones de toneladas al año, la mitad del que se consume en todo el mundo- y genera el 30% del total de las emisiones a la atmósfera.

La transición verde aboca a Washington y Pekín a reeditar su batalla tecnológica
La transición verde aboca a Washington y Pekín a reeditar su batalla tecnológica
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Una batalla comercial y sobre todo una pugna por el dominio de la tecnología a nivel mundial. Gane quien gane en las presidenciales del próximo domingo, el pulso que mantienen las dos principales economías del mundo continuará a lo largo de los próximos cuatro años y a lo largo de las próximas décadas. La pelea seguirá, pero el ámbito de poder por el que China y Estados Unidos compiten irá cambiando. Ya pasó del comercio y los aranceles a la tecnología, que muchos analistas consideran el verdadero caballo de batalla, y el siguiente paso podría ser la descarbonización de la economía y el liderazgo en el campo de la tecnología verde

La economía china, primera en entrar y primera en emerger de la crisis del coronavirus, será la única de las grandes que registre un avance de su PIB este año, según el Fondo Monetario Internacional (FMI). Sin embargo, el horizonte está tan marcado por la incertidumbre que Pekín ha encontrado en el "giro verde" otra herramienta para acelerar la transición de su economía más allá de un modelo de crecimiento extensivo, y de asegurarse, así, el liderazgo global en la próxima "revolución industrial". Para terminar de poner en marcha eL proceso necesitará un empujón, y hay quienes sostienen que Europa tendrá que ser la encargada de dárselo lo que, a su vez, podría arrastrar también a EEUU. Todo un encaje de bolillos de la geopolítica. 

En su pelea por alcanzar el podio económico global, China se ha convertido en el primer consumidor de carbón -demanda 4.320 millones de toneladas al año, la mitad del que se consume en todo el mundo- y genera el 30% del total de las emisiones a la atmósfera. El pasado 22 de septiembre, Pekín anunció su intención de ser neutral en carbono en 2060, ampliando en solo diez años el objetivo que se ha marcado la Unión Europea (2050) y yendo incluso más allá de lo comprometido en el Acuerdo de París, suscrito por más de un centenar de estados en 2015. China, que fue uno de los primeros signatarios en llevar el pacto ante el parlamento para su ratificación, tuvo un papel especialmente activo en todo el proceso

El movimiento que da ahora Xi Jinping se interpreta como el reconocimiento por parte del gobierno chino de que su país es una de las pocas entidades políticas en el mundo cuyas decisiones pueden tener por sí solas un impacto significativo en la trayectoria del calentamiento global. Por tamaño, es casi imposible que China evite las consecuencias del cambio climático si no reduce drásticamente sus propias emisiones y en vez de eso se sienta a esperar a que el resto del mundo cumpla con su parte.

El aleteo de la mariposa china generaría un huracán verde

"China es, con mucha diferencia, la economía líder más intensiva en carbono del mundo, que se mide por las emisiones de CO2 por unidad de PIB. Ha habido una convergencia significativa hacia los niveles occidentales, pero en 2019, la economía china todavía era 3,5 veces más intensiva en carbono que la UE y el doble que en Estados Unidos. Combinado con su crecimiento más rápido del PIB, esto hace que la emisión de CO2 de China en 2019 fuera un tercio mayor que la del país norteamericano y que la de la UE combinados", tal y como explica Gilles Moëc, economista jefe de la gestora francesa AXA IM.

Al igual que reconocía en septiembre la canciller alemana, Angela Merkel, tras una conferencia virtual entre las autoridades de la UE y el Gobierno chino, el experto sostiene que el proceso para que Pekín reduzca su dependencia del carbón barato y de producción nacional en la generación de energía no va a ser ni fácil ni rápido. La reciente incorporación de grandes centrales eléctricas de carbón en el país es una buena muestra. Pese a ello, sí cree que "las dinámicas internacionales" pueden favorecer este movimiento. "Pekín se enfrenta en estos momentos a rechazos no sólo de Estados Unidos, sino también cada vez más en Europa, donde la actitud hacia la inversión china se está volviendo notablemente más fría", apunta Möec.

Alinearse con Bruselas en las políticas de carbono puede ayudar a la geopolítica china. El país ha avanzado mucho en la inversión en energías verdes como la solar. En adelante y en su batalla con Washington por la extensión de la frontera tecnológica global, "el gigante asiático puede capitalizar la negativa de Estados Unidos hasta ahora de embarcarse a nivel de política federal en la transición verde". Esto podría convertirle en el principal productor de innovación tecnológica verde. Pero en ese rifirrafe entrará también en juego el ganador de las elecciones del 3 de noviembre.

Una victoria de Joe Biden traería consigo una regulación más estricta para las energías fósiles y, más que probablemente, la reincorporación de la primera economía del mundo a los compromisos de París tras el portazo de la Administración Trump. Expertos como los de la gestora gala consideran que la "revolución verde" podría desempeñar el papel que tuvo el programa espacial en las décadas de los 50 y los 60 del siglo pasado a la hora de impulsar la productividad en el país.

"Si la UE y China se alinean en el 'cero neto' acelerarán la transición verde en todo el mundo"

En contra de lo que sucede con China, Europa tiene una limitada capacidad en lo que se refiere a la reducción de las emisiones de carbono, que ya son más bajas. "Creemos que la alineación de la UE y China en el 'cero neto' aceleraría la transición verde en todas partes a través de dos canales. Primero, el sistema de comercio mundial se volvería cada vez más hostil para los productores intensivos en carbono. En segundo lugar, un esfuerzo de inversión verde tanto en China como en la UE apoyaría la innovación tecnológica, aumentando la disponibilidad y reduciendo el coste de las técnicas de producción que ahorran carbono para todos, incluidos los 'rezagados' actuales en este frente", señala Möec.

La crisis sanitaria a la que nos enfrentamos se resolverá en algún momento, sea en un par de meses o en el año próximo, pero la crisis económica durará más tiempo. Con esta premisa, Marie Lassegnore, gestora de crédito de La Française AM apuesta por dedicar las ingentes cantidades que incorporan los paquetes de estímulo a nivel global, tanto de los gobiernos como de los bancos centrales, para incentivar una recuperación sostenible. Desde su punto de vista, el estímulo ecológico "debería ser un factor específico de cada sector, de fácil aplicación, que contribuya a la preservación de empleo, al tiempo que se trabaja en pro del objetivo mundial de reducción de las emisiones de carbono para disminuir los riesgos de transición y adaptación al cambio climático". Según el plan de recuperación sostenible de la Agencia Internacional de la Energía, a este objetivo debería destinarse la cifra de 1 billón de dólares al año durante los próximos tres años.

Son necesarias, por tanto, algunas acciones positivas tanto en Estados Unidos como en China si realmente se quiere alcanzar la neutralidad de carbono. Los pasos al frente los están dando incluso los bancos centrales. El Banco Central Europeo ha dejado claro que apoyará el crecimiento del mercado verde y puede proporcionar un respaldo adicional a través de su financiación. Una crisis como la del coronavirus ha ayudado a poner de manifiesto cuánto hay en juego puesto que, como recuerda Miguel Puertas, director de gestión discrecional en Portcolom, numerosos estudios ponen de manifiesto que el efecto del cambio climático aumenta la probabilidad de que se generen epidemias.

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