Fuerte mejora de previsiones

El bono de EEUU desoye a Powell y sigue su escalada ante el acelerón económico

La rentabilidad de treasury a 10 años se ha disparado por encima del 1,74% en las últimas horas hasta su nivel más elevado en más de un año y sube también con fuerza en vencimientos a 2, 5 y 30 años

El bono de EEUU desoye a Powell y sigue subiendo ante el acelerón económico
El bono de EEUU desoye a Powell y sigue subiendo ante el acelerón económico
EFE

Oleada de ventas de bonos estadounidenses en el mercado secundario. No es que el mensaje del presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, remarcando que los tipos de interés no subirán en Estados Unidos antes de 2023 y descartando que la inflación sea un riesgo, no haya calado entre los inversores. Estos se han quedado con la parte más positiva de su última intervención: la primera economía del mundo está pisando el pie del acelerador en la salida de la crisis de la Covid-19... y de qué manera. 

De contraerse un 3,5% el pasado ejercicio (en su mayor desplome desde 1946) pasará a crecer un 6,5% este año, de acuerdo con las nuevas perspectivas publicadas esta semana por el organismo. Este cálculo supone una mejora de 2,3 puntos en relación a sus estimaciones previas. Las expectativas de inflación subyacente -que excluye la energía y los alimentos frescos- también se han revisado al alza y el emisor espera que avance hasta el 2,2% este año impulsada por el consumo, que descienda al 2% el año que viene y que suba después al 2,1% el siguiente, con la expectativa de que a largo plazo se mantenga en el entorno del 2%.

La fuerte mejora de las perspectivas económicas lleva a los inversores a vender los bonos soberanos en su cartera en busca de más rendimientos. Al hacerlo, su precio cae y aumenta su rentabilidad (se comportan en sentido inverso). Los inversores se desprenden del papel a pesar de que la Fed seguirá comprando activos por un tiempo como hasta ahora. Dado que una subida fuerte del coste de la vida puede erosionar la rentabilidad real de la deuda a más largo plazo, ante la expectativa de una recuperación sólida, con los nuevos estímulos fiscales y  los tipos de interés en mínimos históricos, los inversores empiezan a la vez a exigir un interés mayor por adquirir esos mismos bonos.

Así, la rentabilidad de treasury a 10 años se ha disparado por encima del 1,74% en las últimas horas (prácticamente se multiplica por dos en lo que va de año) hasta su nivel más elevado desde el 22 de enero del pasado ejercicio. El mismo camino sigue la deuda a 30 años, cuyo interés alcanza niveles no vistos desde principios de julio de 2019 por encima del 2,48% (desde principios de enero sube más del 1,5%). Y el alza se extiende a la deuda con vencimientos más cortos, como el dos años o el cinco años, que registran un aumento de la rentabilidad aún más brusco desde la intervención de Powell.

Pese a que la mediana del diagrama de puntos publicado por el banco central mostraba los tipos de interés sin cambios hasta 2023, el número de miembros del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) que fijaba una subida antes de finales de 2023 ha pasado de los cinco de la reunión previa a siete (de un total de 18). En la rueda de prensa posterior, el discurso de Powell repite el tono moderado de los comentarios anteriores, que no habían contribuido a evitar el empinamiento de la curva de rendimientos de los bonos del tesoro.

En medio de una revisión generalizada de las previsiones de crecimiento por parte de los analistas de los bancos de inversión, Mark Holman, CEO de TwentyFour AM (Vontobel AM) destaca tres de los mensajes lanzados por Powell: la estimación de crecimiento de la autoridad monetaria también se ha revisado al alza, pero sigue siendo sistemáticamente inferior al ritmo esperado por los analistas porque la recuperación es "desigual"; la Fed no modificará de momento la composición de sus compras mensuales de 80.000 millones de dólares en bonos del Tesoro y 40.000 millones en dólares de valores respaldados por hipotecas al mes (MBS); y que los picos de inflación motivados por el acelerón económico serán transitorios. 

La Fed está muy lejos de cumplir con los indicadores clave para alcanzar el pleno empleo al que obliga su mandato.

Con el plan de estímulo de 1,9 billones de dólares recién salido del horno, la Administración Biden está preparando un programa económico a largo plazo que desplegará 5,4 billones durante los próximos diez años y que pondrá el foco en infraestructuras, educación, investigación y desarrollo, vivienda, seguridad social y atención médica. Más madera para propulsar el crecimiento. Se calcula que aproximadamente el 70% debería financiarse aumentando los impuestos. "Si bien el plan es consistente con el programa electoral de Biden, la implementación eficiente y rápida del proyecto de ley de estímulo frente al Covid-19 hace que la aparición de un mayor activismo fiscal sea aún más probable", apunta Yves Bonzon, CIO del banco privado suizo Julius Baer

El paquete de estímulo de Biden impulsará el poder adquisitivo de los hogares de Estados Unidos, en un grado sin precedentes en 2021. "Sin embargo, al año siguiente, la falta de controles de estímulos dejará un vacío por un total de 2.000 millones en los ingresos familiares, lo que conducirá casi inevitablemente a un ciclo de auge y caída", matiza el experto. Esta variación del poder adquisitivo se podría ver suavizada por la mejora del mercado laboral en 2022 y por los importantes ahorros domésticos involuntarios acumulados durante la pandemia. Desde la gestora francesa Natixis AM recuerdan que la Fed tiene un mandato doble: estabilidad de precios y pleno empleo, y que el segundo estar tomando más relevancia, puesto que es una forma de atacar el tema de la desigualdad de ingresos.

Pese a los importantes avances logrados en este sentido, "estamos muy lejos de cumplir con los indicadores clave en términos de cumplimiento del mandato de pleno empleo. Y llevará bastante tiempo cerrar estas brechas", en opinión de Jack Janasiewicz, estratega y gestor de carteras de la firma gala. Se han logrado grandes avances y es probable que se sigan logrando rápidamente, pero eliminar esa última parte de la holgura del mercado laboral puede resultar más desafiante". "Si las tasas aumentan demasiado pronto podrían dejar las brechas muy por debajo de lo que probablemente se consideraría una recuperación económica aceptable", advierte el experto

La pelota en el tejado de la reunión de junio

Aunque no parece difícil que la Fed se mantenga paciente, mientras proyecta que la inflación rebote en torno al objetivo durante su horizonte de previsión, es probable que la presión para endurecer la política se intensifique si la recuperación de EEUU se acelera hasta el verano, como todo el mundo espera. "Muchas de las cuestiones que se han evitado hoy persistirán durante los próximos meses y es posible que se hayan vuelto más urgentes para el FOMC de junio", alerta Paul O’Connor, responsable del equipo de Multiactivos en Janus Henderson. Para entonces, añade, la Fed podría estar preparada para dar un primer paso decisivo para abandonar la actual postura monetaria superacomodaticia, indicando cuándo empezará a reducir la Expansión Cuantitativa (QE, por sus siglas en inglés). 

Si el impulso macroeconómico sigue aumentando, el banco central también podría confirmar las expectativas del mercado de subidas de tipos en 2023 en esa reunión. Pero de momento y hasta que eso suceda, el mensaje de la Fed podría afirmar la senda bajista del dólar en los próximos meses, de forma que "el mercado de divisas probablemente permanecerá extremadamente volátil ante la evolución de los datos económicos", apuntan desde el bróker Monex Europe.

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