Si existe algo que se ha cuestionado este año ha sido la inversión ESG, que es aquella que sigue criterios medioambientales, sociales y de gobernanza. Desde que Rusia invadiera Ucrania en febrero y se 'descubriera' que el país liderado por Vladimir Putin estaba presente en numerosas carteras ESG -incluidas empresas controladas por el Kremlin- las malas noticias alrededor de este modelo de inversión se han sucedido. La guinda al mal año ha llegado cuando, en plena alerta por posibles prácticas de greenwashing, las reclasificaciones de fondos sostenibles se han multiplicado, degradando numerosos productos para adaptarse a los cambios normativos europeos.
De acuerdo con datos de Morningstar, en el tercer trimestre, hasta 41 fondos clasificados dentro del artículo 9 del Reglamento de Divulgación, la máxima 'nota' en materia de sostenibilidad, fueron rebajados un escalón; entre ellos productos de AXA, Deka y NN.
Este contexto, sin embargo, no está provocando que el dinero dé la espalda a los productos con enfoque ESG que, de hecho, continúan registrando entradas de dinero que van a más a medida que se recuperan las bolsas. De acuerdo con Bloomberg, los ETF ESG acumulan ya ocho semanas consecutivas de entradas netas de dinero. En la última, la que finalizó el pasado 16 de diciembre, la atracción de capitales creció un 40%, hasta los 1.160 millones de dólares. En lo que llevamos de año, este tipo de productos ha captado más de 46.000 millones de dólares en términos netos.
Con este salto, y a poco menos de quince días de que se cierre el ejercicio, los 1.177 ETF ESG se reparten más de 463.000 millones de dólares en patrimonio, según los datos recopilados por la agencia de datos financieros estadounidenses.
ESG y un año de cautela
Los acontecimiento de 2022 han supuesto un gran reto para la industria de la inversión sostenible, que ha dejado a la vista que, a pesar de su fuerte crecimiento, contaba con muchas debilidades. La industria era consciente de este contexto y desde distintas asociaciones solicitó a la Comisión Europea que retrasara la comercialización 'masiva' de estos productos hasta que la regulación estuviera totalmente definida para evitar que los clientes pudieran adoptar una actitud negativa hacia la gama sostenible. Pero no hubo marcha atrás. En agosto, la entrada en vigor de la Mifid 'verde' incluyó la sostenibilidad en el test de idoneidad, que es obligatorio para la venta de productos financieros.
Desde la perspectiva de los inversores institucionales -que son los principales inversores en el mercado de ETF-no parece que en las últimas semanas la situación haya creado desconfianza a tenor de cómo han incrementado sus posiciones en la gama de producto ESG.
Sin embargo, es un tema especialmente sensible de cara a los particulares y que lleva preocupando meses a la industria española de la gestión de activos. De hecho, desde que la entrada en vigor del Reglamento de Divulgación en 2021 forzara a las gestoras a ir clasificación sus productos en niveles de sostenibilidad, la tónica general entre las gestoras españolas ha sido la prudencia. El recuerdo de la intensa litigiosidad que ha vivido la banca por la venta de producto financiero en el pasado preocupaba. La contrapartida a ella ha sido que la oferta de producto de máxima calidad en sostenibilidad (artículo 9) ha sido muy reducida.
Con los últimos datos publicados por Inverco, que se corresponden con el cierre de junio, solamente existían 12 fondos con esta nota registrados, por los 198 englobados dentro del artículo 8. La oferta sostenible, no obstante, es limitada si se compara con el total de producto registrado en la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), que al cierre de junio era de 1.491 fondos.
