Agravada por la Covid

La escasez mundial de semiconductores aviva la llama de otra crisis geopolítica

Taiwán y Corea del Sur dominan de lejos el sector de los semiconductores a nivel global y se calcula que entre las dos ostentan más del 70% de la producción de chips en todo el mundo

La escasez mundial de semiconductores aviva la llama de otra crisis geopolítica
La escasez mundial de semiconductores aviva la llama de otra crisis geopolítica
Pixabay

Como la trama de una novela de Ray Bradbury ('Fahrenheit 451') o Aldous Huxley ('Un mundo feliz'). En el periodo de mayor dependencia de la tecnología para las grandes economías del mundo, cuando la pandemia de coronavirus ha disparado el teletrabajo y el ocio digital, los fabricantes de electrónica de consumo y sobre todo los de automóviles han dado la voz de alarma. No se producen suficientes semiconductores para abastecer el aumento de la demanda... y estos componentes, hoy en día, están por todas partes: en los teléfonos móviles, los ordenadores, las televisores, los equipos médicos, los LED o en los coches (en elevalunas, ordenador de a bordo, sensores de aparcamiento, en la dirección...) por poner algunos ejemplos.

Taiwán y Corea del Sur dominan de lejos el sector de los semiconductores a nivel global. Se calcula que entre las dos ostentan más del 70% de la producción de chips en todo el mundo, lo que se ha convertido en un quebradero de cabeza para las grandes tecnológicas y, sobre todo, para el sector del automóvil. La tecnología que incorporan los semiconductores es una de las más punteras y requiere una alta especialización e innovación. 

En el proceso intervienen, de hecho, varios tipos de compañías: las que los diseñan y en ocasiones los producen, como Samsung o Intel; quienes sólo los diseñan (Nvidia, AMD o Qualcomm) y quienes únicamente se dedican a fabricarlos (TSMC o GlobalFoundries). De todas estas compañía, los dos mayores fabricantes a nivel mundial son la taiwanesa TSMC (Taiwan Semiconductor Manufacturing Company) y la coreana Samsung Electronics. La primera de ellas cuenta entre sus clientes con Apple o Qualcomm. 

Con el estallido de la primera ola de coronavirus, los confinamientos y el parón en la producción de automóviles, los fabricantes de vehículos redujeron sus pedidos de chips a la mínima expresión. Por el contrario, las grandes tecnológicas dispararon la demanda a cotas sin precedentes para hacer frente al aluvión de compras de electrónica en plena crisis sanitaria. El problema llegó a partir del tercer trimestre. Entonces, las ventas de coches se recuperaron más rápido de lo previsto y la demanda de productos electrónicos de consumo lejos de remitir, siguió aumentando.

Daños colaterales de la guerra comercial y acopio de Huawei

Y hay una tercera variable que favorece también la carestía de chips y tiene que ver con los efectos colaterales de la guerra comercial y por la supremacía tecnológica entre Estados Unidos y China. En pleno despliegue de la infraestructura 5G, la china Huawei hizo acopio para acumular reservas de chips antes de que entrasen en vigor las restricciones comerciales de Estados Unidos. Fue justo antes de que en septiembre la taiwanesa TSMC dejase de aceptar sus nuevos pedidos en respuesta a la regulación aprobada por el Gobierno de Donald Trump. Ésta obliga a todas las compañías que utilicen equipamiento tecnológico estadounidense a solicitar una autorización al país para seguir haciendo negocios con empresas que, como Huawei, hayan sido consideradas una amenaza para la seguridad nacional.

Ante esta coyunturas, firmas como IHS Markit han advertido del impacto que la escasez de semiconductores puede tener en el ya 'tocado' sector del automóvil. Las japonesas Honda y Mazda y las estadounidenses General Motors y Ford ya han anunciado una reducción de la producción e incluso la paralización de la actividad en algunas de sus fábricas. Ante esta situación, los fabricantes de chips han pisado el acelerador de la producción, pero ni es tan sencillo elevarla ni el aumento está siendo suficiente por el momento. Esta el hecho, además, de que levantar una nueva fábrica de microchips y ponerla en funcionamiento llevaría, en el mejor de los casos, entre un año y medio y dos años. 

En China, el Gobierno de Xi Jinping es bien consciente de que no puede plantar cara a su principal rival si su dependencia de los semiconductores es tan fuerte (es el principal producto que importa el gigante asiático, por delante incluso del petróleo). Así, entre las prioridades estratégicas de su nuevo plan quinquenal hasta 2025, el decimonoveno Comité Central del Partido Comunista dejó claro que uno de los principales objetivos era fortalecer el mercado interno volviéndose autosuficientes y menos dependientes de las importaciones de bienes críticos, como los chips. Este nuevo escenario de escasez les da la razón y obliga también a otras grandes economías a reaccionar.

EEUU y Europa se mueven para reducir su dependencia

La pasada semana, funcionarios de la Casa Blanca aseguraron que el presidente de EEUU, Joe Biden, firmará una orden ejecutiva en los próximos días para llevar a cabo una revisión exhaustiva de la cadena de suministro de semiconductores. La secretaria de prensa estadounidense, Jen Psaki, comentó a los periodistas que el Gobierno está trabajando para identificar los puntos de estrangulamiento, con la esperanza de crear una estrategia para evitar los cuellos de botella. Todo a raíz de una carta firmada por los consejeros delegados de Intel, Qualcomm, Micron Technology y Advanced Micro Devices, en la que urgían a la nueva administración a elevar la financiación al sector para incentivar la fabricación de semiconductores como parte de la recuperación económica y de los planes de infraestructuras.

Los movimientos también se han producido a este lado del charco. Según ha avanzado Bloomberg, la Unión Europea está explorando cómo producir semiconductores con chips de características menores a los 10 nanómetros, y de forma eventual menores a los 2 nanómetros, con el objetivo de reducir su dependencia de países como Taiwán para los chips punteros. Los intentos de Bruselas para impulsar la producción, liderados por el comisario europeo de Mercado Interior, Thierry Breton, podrían incluir la renovación de las capacidades de producción existentes o la construcción de nuevas fábricas, aunque aún no se ha adoptado una decisión al respecto y el plazo del proyecto aún tiene que definirse. 

La agencia asegura también que los socios comunitarios han llegado a plantearse lanzar una alianza europea sobre microelectrónica, que podría incluir a los principales fabricantes de chips del Viejo Continente -las neerlandesas ASML Holding y NXP Semiconductors o las alemanas Infineon Technologies y STMicroelectronics- a los de automóviles y a las telecos, para presentarla formalmente a finales de este primer trimestre.

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