Ante la transición energética

El fin del petróleo: Exxon y Shell sufren la condena social, judicial... e inversora

Un tribunal holandés marcó un hito judicial tras exigir a Royal Dutch Shell reducir sus emisiones contaminantes, en medio de una creciente presión por parte de inversores, activistas y gobiernos.

Complejo industrial de Shell.
Complejo industrial de Shell.

Las petroleras, culpables del cambio climático. El sector sufrió este miércoles un revés inédito tras una condena judicial e inversora que se suma a la social por su acción contaminante. Un juzgado holandés publicó la primera sentencia que obliga a Royal Dutch Shell, una de las mayores petroleras del mundo, a reducir las emisiones de C02. Por su parte, un pequeño fondo activista logró irrumpir en el consejo de Exxon en un contexto de creciente presión por parte de gobiernos, inversores y activistas.

La sentencia contra Shell para que reduzca sus emisiones marca un hito judicial que obliga a la compañía y al resto de sus rivales a reorientar sus planes contra el cambio climático. En concreto, la compañía deberá reducir un 45% sus emisiones a 2030. El tribunal consideró que la petrolera Shell “puede” y “debe” adherirse al Acuerdo Climático de París y bajar de forma más acelerada sus emisiones, respaldando la denuncia de la ONG Amigos de la Tierra (Milieudefensie, en neerlandés).

El escenario de transición energética y responsabilidad ante el cambio climático está sacudiendo el mercado y lleva a la reconsideración de la inversión en el sector. Pese a que las cinco mayores empresas petrolíferas aumentan su valor en bolsa desde enero, recuperándose tras el impacto de la pandemia, sus accionistas han tomado un papel activo en sus planes de descarbonización. Prueba de ello es Exxon, donde los accionistas votaron la entrada en su junta directiva de dos puestos de la firma de inversiones activista Engine No. 1.

Su irrupción supone la victoria de David contra Goliat porque el 'hedge fund' estadounidense fue creado hace poco, apenas es conocido, y solo cuenta con el 0,02% del capital de la petrolera. Sin embargo, David contaba con su propio ejército, el resto de accionistas, que también mostraron su interés por alejarse de los combustibles fósiles y su preocupación por el cambio climático.

La lucha por los puestos de la junta de Exxon se produce después de meses de presiones del fondo activista para que la compañía diversificara gradualmente sus inversiones y lograr, así, necesitar menos combustibles fósiles en las próximas décadas. La petrolera estadounidense, sin embargo, defendió su estrategia actual basada en la expansión de perforaciones, y apuntó a un nuevo método de captura y almacenamiento de carbono como evidencia de que la empresa se toma seriamente el cambio climático. Los accionistas respaldaron las exigencias de Engine No. 1.

A pesar de este escenario de cambio, Exxon registra una recuperación del golpe propinado por la pandemia, con un ascenso acumulado de su valor bursátil durante 2021 de más de un 40% impulsado por los precios del crudo, que se han repuesto y a que la petrolera ha implementado agresivos recortes de gastos. No obstante, el precio de las acciones de Exxon han perdido valor en los últimos años ante el giro verde de la economía y ya valen casi la mitad de lo que valían en enero de 2014, cuando se encontraba a 100 dólares. Esto produjo su salida del índice de referencia de Wall Street Dow Jones de Industriales tras formar parte de él durante casi un siglo.

Otras petroleras destacadas, como BP, Total o Chevron también registran subidas en bolsa desde enero, impulsadas por el alza de los precios del crudo. Sin embargo, las reticencias de los inversores en el sector se están reflejando en los bonos corporativos, que han perdido valor, según recoge The Wall Street Journal. Los inversores en deuda buscan adelantarse a posibles movimientos del Banco Central Europeo, el Banco de Inglaterra y otros bancos centrales para favorecer a las empresas sostenibles en sus bonos. programas de compra.

Este escenario obliga al sector en su conjunto, incluidas las compañías españolas, a prepararse para la transición energética, dejando atrás la dependencia de los combustibles fósiles. En ese sentido, Repsol se une al giro 'verde' orientando su negocio hacia el sector eléctrico, lo que le obliga a provisionar en sus cuentas para lograr el objetivo de emisiones cero. Este jueves, el presidente de Repsol destacó que el impulso en la transición energética a nuevas tecnologías como el hidrógeno o la captura de carbono son elementos que dotarán de ventajas estratégicas "a aquellos que los sepan aprovechar". La compañía apuesta por la energía renovable para su futuro y recientemente adquirió el 40% de Hecate, una firma norteamericana especializada en energía fotovoltaica, lo que representa el primer paso de la compañía del Ibex 35 en el mercado de renovables estadounidense.

Por su parte, la española  Cepsa también dirige sus esfuerzos a la transición energética. Su consejero delegado, Philippe Boisseau, defendió hace unas semanas el papel de las petroleras, "ahora llamadas multienergéticas", dijo, para ser protagonistas en la transición, aunque destacó la importancia de los fondos europeos "para acelerar esa descarbonización en la que están inmersas". En este sentido, apuntó que "no hay vuelta atrás" en la transición energética y subrayó la importancia de situar a las personas en el centro de la recuperación económica para que sea "justa e inclusiva".

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