Mínimos históricos en bolsa

Greensill, Archegos, Rusia: Credit Suisse busca capital para 'reparar' sus errores

El buque insignia de la banca de inversión suiza vive sus peores días en bolsa después de una sucesión de escándalos y accidentes financieros que han dañado su reputación y base de capital.

Thomas Gottstein, consejero delegado de Credit Suisse.
Thomas Gottstein, consejero delegado de Credit Suisse.
L. I. / CS / Archivo

Credit Suisse (CS) vale en bolsa apenas la mitad que BBVA, bastante menos que Caixabank y solo una cuarta parte de su rival suizo UBS con el que se codeaba hasta hace nada por el liderazgo de la banca de inversión en Europa o la gestión del patrimonio de las grandes fortunas europeas. Pero la cotización del banco, en mínimos históricos, no solo revela que algo no anda bien en la entidad, sino que es el resultado de una sucesión de 'accidentes financieros' y escándalos que han dejado cicatrices tanto en su balance como en bolsa. El banco cotiza en torno a los 6,7 francos suizos (17.000 millones de capitalización), lejos de los 80 francos en que se movía en 2007.

El banco suizo obtuvo unos ingresos netos de 4.412 millones de francos suizos en el primer trimestre de este año, un 42% menos que en el mismo periodo de 2021, aunque volvió a incurrir en pérdidas netas de 273 millones, un 8% más. Su ratio de solvencia CET 1 se ha erosionado del 14,4% al 13,8%, todavía muy por encima de los mínimos regulatorios pero ha comenzado a sembrar la duda de si el banco tiene que reforzar sus colchones de capital.

Según 'Reuters', la entidad suiza baraja realizar una ampliación de capital de hasta 1.000 millones de francos suizos, el 5% de su capital, para reforzarse tras las pérdidas masivas que ha sufrido a lo largo del último año y medio. Llueve sobre mojado puesto que el banco registró una evolución de ingresos plana en 2021 pero con unas pérdidas de 1.650 millones, además de incorporar alrededor de 4.200 millones en provisiones por créditos fallidos.

Oficialmente, el banco ha negado que necesite ampliar capital. La gestora estadounidense Harris Associates, uno de sus principales accionistas con alrededor del 5% de las acciones, ha salido a respaldar la versión del banco en una declaración poco habitual. Sin embargo, otros socios del banco se muestran partidarios de fortalecer la base de capital para eliminar dudas y otros aseguran que se está invitando a salir a algún accionista. Según la página web de Credit Suisse, el gigante Blackrock posee algo más del 4%, Dodge & Cox ostenta el 5% y la firma británica Silchester tiene un 3%.

A la cabeza se encuentran dos firmas inversoras de Oriente Medio: la catarí Qatar Holding y la saudí Olayan Group. Ambas fortunas árabes forman el núcleo accionarial del banco desde hace más de una década pero también la punta de lanza de su negocio de gestión de activos para ultrarricos, la división más rentable de la entidad y, a la vez, la fuente de todos sus problemas recientes. Credit Suisse vive sumido en una severa crisis reputacional desde que estallaron los escándalos de Greensill Capital y Archegos en 2021, dos terremotos financieros que minaron la confianza y la cartera de los clientes de la firma suiza.

Desactivando bombas de relojería

Muchos achacan el origen de los males de Credit Suisse a los continuos problemas de gobernanza y a la cultura corporativa que incentivaba el riesgo sin medida con tal de obtener resultados. El que fuera consejero delegado de la entidad entre 2015 y principios de 2020, Tidjane Thiam, resumió la situación a mitad de su mandato con una premonición que no se ha cumplido: “El banco será muy rentable una vez que liquide y deje atrás operaciones indeseables que no deberíamos haber hecho”. 

Al año siguiente se vio envuelto en un escándalo de espionaje a un antiguo empleado por lo que tuvo que dimitir. Thomas Gottstein tomó el relevo de Thiam en los albores del estallido de la pandemia del Covid-19 con la misión de estabilizar al banco. Para reforzar el relevo en la cúpula, el grupo suizo anunció el fichaje del luso Antonio Horta-Ossorio como presidente a finales de 2020 aunque no tomaría posesión de su cargo hasta abril.

Lejos de conseguir enderezar el rumbo, en ese lapso de cuatro meses, todo fue a peor pese a los intentos por reducir sus grandes posiciones de riesgo. De repente, a principios de 2021, Credit Suisse se vio arrastrado por las quiebras de Greensill y Archegos, dos grandes clientes de la entidad que le generaban cientos de millones en comisiones. La llegada del que fuera primer ejecutivo de Santander UK y Lloyds Bank se produjo en un banco metafóricamente en llamas, con fugas a la competencia y un clima fuera de control por la multitud de riesgos que había que desactivar.

La caída de la gestora australiana Greensill Capital -cuyos fondos invertían en deuda de otras empresas- provocó unas pérdidas directas de 1.600 millones de euros para CS y el corralito de fondos de clientes valorado en 10.000 millones que se extenderá hasta 2026 en distintos procesos judiciales. Sin tiempo para respirar, un ‘family office’ asiático de nombre Archegos provocó una liquidación masiva de posiciones en bolsa valorada en 20.000 millones de dólares y generó un quebranto de 5.500 millones a Credit Suisse, que era uno de sus bancos de cabecera y tardó en reaccionar más que el resto de acreedores.

Para terminar de completar su ‘annus horribilis’, Horta-Ossorio dejó la entidad. Su flamante fichaje del año anterior se vio obligado a dimitir después de que se revelase que se había saltado la cuarentena del Covid-19 en varios viajes privados del banquero. El pasado enero, el consejo nombró a Axel P. Lehmann como nuevo presidente de la entidad en otro movimiento sorprendente y auspiciado por los reguladores suizos. 

De hecho, este ejecutivo estaba a punto de asumir la riendas ejecutivas de la aseguradora Helvetia, una de las más importantes de Europa, pero a última hora cambió de tercio para liderar Credit Suisse. Según 'Bloomberg', su presencia tampoco ha logrado calmar las aguas ya que algunos accionistas y miembros del consejo han pedido el cese de Gottstein sin que se sepa todavía su recambio aunque la entidad oficialmente ha descartado cualquier cambio. La guerra de Ucrania y las sanciones sobre Rusia se han convertido en la última plaga que también ha contagiado al banco desde marzo con la salida de sus clientes oligarcas y la liquidación de operaciones rusas.

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