Donald Trump, el presidente de EEUU, se encarga de recordarlo una y otra vez en sus mensajes a través de Twitter: Wall Street vive un festival alcista desde que él aterrizó en la Casa Blanca. La trinidad de índices bursátiles Dow Jones, el S&P 500 o el Nasdaq 100 se anotan subidas que oscilan entre el 40% y 60% en los dos últimos años, mientras que otros índices como el Ibex 35 no han llegado ni siquiera al 10% de subida. De verdad, ¿nuestras multinacionales son tan malas como parecen en esa comparativa? ¿Son tan buenas las empresas que cotizan al otro lado del Atlántico? ¿O hay algo más?
Como ocurría con Lance Armstrong durante años en el Tour de Francia, Wall Street cuenta con un ingrediente que no se estila tanto en el resto del pelotón bursátil. Es indiscutible que las bolsas estadounidenses lo están haciendo mejor que otras en el resto del mundo. Es un hecho. Son números. La divergencia supera los 30 puntos excluyendo el efecto divisa. Lo vienen haciendo así desde que hace, al menos, una década. Ya subían con Obama, solo que con Trump suben más y mejor gracias a las bajadas de impuestos a las empresas.
Sin embargo, las acciones estadounidenses esconden un truco que no es sostenible en el tiempo: las recompras de acciones masivas. Un reciente informe de Goldman Sachs en el que se pone de relieve que las grandes multinacionales de EEUU están dedicando más dinero a la recompra de sus propias acciones al Capex (Capital Expenditure o inversiones en mejorar activos productivos de la empresa como máquinas, equipamientos).
Dicho de otro modo, las empresas están invirtiendo más en bolsa que en su propio negocio. Según estimaciones de Goldman y JPMorgan, la recompra de acciones en las bolsas de EEUU superaron los 600.000 millones de dólares en el primer semestre de 2018 y se espera que sobrepasen con creces el billón por primera vez en la historia. En España, las empresas cotizadas optan más por el dividendo que por recomprar acciones a la hora de remunerar al accionista. En 2017 se repartieron algo más de 27.800 millones de euros en dividendos, cifra que apenas supone una fracción de lo anterior.
¿Qué efectos tiene una recompra (y posterior destrucción) de acciones? A nadie se le escapa que si una empresa sale al mercado a adquirir sus propios títulos la cotización tenderá a subir. Su actividad recurrente terminará imponiéndose a la del resto de operadores. El segundo efecto es el aumento de las valoraciones y precios objetivo de los analistas. Al retirar papel o acciones de la circulación, ratios como el BPA (Beneficio por Acción) crecen porque hay menos títulos para el mismo resultado y a su vez hacen más atractivo otros como el PER (veces que el beneficio está recogido en la cotización).
Nadie ha comprado más acciones de Apple en los últimos cinco años que la propia Apple. Ni siquiera Warren Buffett, el mayor inversor del mundo a través de Berkshire Hathaway, les supera con su inversión de 46.000 millones en la empresa. De hecho, este ha sido uno de los motivos por los que el legendario gestor se incorporó al accionariado: aprovechar el viento de cola de las recompras de Apple que puso en marcha Tim Cook tras el fallecimiento de Steve Jobs en 2011.
Desde agosto de 2012 y hasta marzo de 2018, el fabricante del iPhone se ha gastado más de 200.000 millones de dólares en recomprar sus propias acciones y ha anunciado otro plan de 100.000 millones a partir de 2019. Esa diferencia ha convertido a los fondos de inversión que invierten en renta variable de EEUU en los más rentables tanto en doce meses como a tres años. En esta herramienta de LaInformación y Finect puedes consultar qué fondo es más rentable que el tuyo y, casi con toda seguridad, saldrá un americano por ahí. La principal razón ahora ya la sabes.
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