Presión en las valoraciones 

La ley de la gravedad bursátil: el bono de EEUU orbita hacia la cota fatídica del 4%

La rentabilidad de la deuda del Tesoro estadounidense vuelve a ejercer su poder de atracción sobre Wall Street con el plazo a 10 años a punto de llegar a un nivel que suele ajustar las valoraciones en bolsa. 

Joe Biden, durante su reciente visita a Polonia.
Joe Biden, durante su reciente visita a Polonia.
Fotonews vía Europa Press

Del calor extremo al frío polar. Los mercados de renta fija asisten de forma sigilosa a un cambio extremo en las condiciones financieras con la progresiva retirada de los bancos centrales de la primera línea de las subastas de deuda que, en combinación con las subidas de tipos de interés, está empujando las rentabilidades de los bonos y los costes de financiación. Algunos expertos consideran que se trata de un factor clave que presiona las valoraciones en bolsa de las empresas, sobre todo, cuando los beneficios han comenzado a desacelerarse por efecto de la inflación.

Las 'letras' del Tesoro americano a 6 y 12 mesese rinden más del 5% por primera vez en 16 años, pero hay una cotización que se ha quedado rezagada aunque está despertando ahora  ha puesto en alerta a los inversores por sus implicaciones sobre las valoraciones en bolsa. Es el bono a 10 años del Tesoro de EEUU, cuyo interés que acaba de elevarse a máximos desde noviembre cerca del 4%. Se trata de un nivel que ha coincido en el pasado con correcciones bursátiles, como en 2018 o el pasado verano. Y una escalada de intereses siempre significada caída en los precios de los bonos, ya que estos se mueven de manera inversa a su rentabilidad.

Los bonos mandan, ¿las bolsas escuchan?

La curva invertida de la deuda en ese país -que hace que los plazos cortos paguen más intereses que los largos- en previsión de una recesión vuelve a situarse como una anomalía. Pero los inversores afrontan  tiempos extraordinarios como su nueva normalidad cotidiana. "La correlación entre acciones y bonos es una de las consideraciones más importantes en la toma de decisiones de asignación de activos. Sin embargo, es difícil estimarla de manera confiable y puede cambiar drásticamente con las condiciones macroeconómicas", apunta Pimco en un estudio sobre la cuestión.

El informe estadístico señala que en los últimos cien años, la correlación mensual entre el S&P 500 y los bonos del Tesoro a largo plazo ha cambiado de signo (positiva o negativa) más de 30 veces, afectada por cuatro factors macroeconómicos: tasas de interés reales, la inflación, el desempleo y el crecimiento de la economía. Su conclusión tiene mucho que ver con el escenario actual: "Encontramos que las acciones y los bonos tienen la misma sensibilidad de signo a la tasa de política real (ajustada por inflación) y a la inflación, mientras que su sensibilidad al crecimiento y al desempleo tienen signos opuestos. Por lo tanto, dependiendo de qué factores dominen, la correlación puede ser positiva o negativa", explican.

Durante 2022, la correlación fue positiva entre bonos y acciones de modo que allá donde fueron unas iban las otras. Durante las dos décadas anteriores, el comportamiento fue opuesto o negativo. ¿Qué está ocurriendo en 2023? Un informe de la agencia de calificación de riesgo Fitch Ratings parece dar con la tecla al recordar un evento global que pasa desapercibido en los mercados, enfrascados en el debate de la recesión y la inflación. 

"Se está produciendo un cambio masivo en el flujo de liquidez de los bancos centrales. Las compras combinadas de activos de la Reserva Federal (Fed), el Banco Central Europeo (BCE), el Banco de Inglaterra (BoE) y el Banco de Japón (BoJ) serán negativas por valor de 2 billones de dólares entre 2023 y 2024", apunta Brian Coulton, director gerente de Fitch Ratings.

En un informe recién salido del horno junto a los analistas Charles Seville y Pawel Borowski, la tasadora de deuda advierte sobre la retirada de los grandes compradores de deuda: "Este ajuste cuantitativo (QT) global a gran escala será un contraste sorprendente con 2022, cuando las compras del BCE y el BoJ superaron, en términos absolutos, la disminución de los activos de flexibilización cuantitativa de la Fed y el BoE. El año pasado hubo otros 500 mil millones de estímulos globales (QE), después de más de 5 billones de dólares en 2020 y otros 3 billones inyectados en 2021.

En opinión de Fitch, el funcionamiento de los mercados de deuda pública podría volver a ponerse a prueba a medida que los principales bancos centrales retiran liquidez en 2023 y 2024. "La caída de los precios de los bonos en respuesta a un aumento en la oferta de bonos debería esperarse como una parte natural del mecanismo del mercado. Sin embargo, la reciente crisis de bonos del Reino Unido mostró el riesgo de dinámicas desordenadas, donde la caída de los precios de los bonos provoca nuevas presiones vendedoras en deuda y bolsa", añaden estos expertos.

Pintan bastos por segundo año consecutivo para la deuda europea, que afronta su primera crisis desde el convulso periodo de 2010 a 2012. El BCE contempla esta posibilidad y, por eso, el pasado verano 'se preparó para lo peor' con la creación del TPI, un instrumento monetario de rescates masivos que podrá realizar compras sin límite de cualquier activo o jurisdicción con algunas condiciones. Con la guerra de Ucrania-Rusia activa y los gobiernos gastando más de lo que ingresan, la cuestión parece ser cuándo lo usará.

Fitch prevé turbulencias en Europa porque a la retirada del BCE se unirá una nueva ración de déficit público. Sus analistas estiman un déficit fiscal agregado de la eurozona de 500.000 millones de euros en 2023, que requerirá de nuevas emisiones. Ese descuadre tendrá que convivir con un ajuste cuantitativo -retirada de liquidez- de 150.000 millones por parte del banco central. En EEUU, la situación no pinta mucho mejor. La Administración Biden se enfrenta a la necesidad de elevar el techo de deuda desde los 31,5 billones de dólares, pero tendrá enfrente también a la Fed que prevé achichar de su balance 700.000 millones en bonos y deuda hipotecaria. Más argumentos en contra de la deuda y, de rebote, sobre la bolsa.

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