Efectos del próximo bazuca

¿Miedo a otro 'taper tantrum'? El alza del bono pone en el disparadero a la Fed

La inminente aprobación del nuevo paquete de estímulo de 1,9 billones de dólares en EEUU para atajarla pandemia ha elevado la rentabilidad de los bonos a más largo plazo a máximos de hace casi un año

El presidente de la Fed, Jerome Powell, durante su intervención en un actor organizado por NABE el 6 de octubre de 2020. NABE 6/10/2020
¿Miedo a otro 'taper tantrum'? El alza del bono pone en el disparadero a la Fed
Europa Press

La inminente aprobación por parte de Estados Unidos del nuevo paquete de estímulo de 1,9 billones de dólares para atajar las consecuencias económicas de la pandemia ha elevado la rentabilidad de los bonos estadounidenses a más largo plazo a máximos de hace casi un año -el interés del bono a 30 años ha llegado a tocar en las últimas horas el 2,006%, su nivel más alto desde el pasado mes de febrero-. La expectativa de que el bazuca fiscal impulse el crecimiento económico y estimule un aumento de la inflación mucho más rápido de lo esperado ha sacado del sótano de la pasada crisis financiera el temor a un nuevo episodio de 'taper tantrum' en la primera economía del mundo.

La expresión se acuñó en 2013, cuando Ben Bernanke llevaba el timón de la Reserva Federal. Después de tres años consecutivos de crecimiento económico tras el 'crash' de las hipotecas 'subprime' y el colapso del sistema financiero, el 'profesor barbudo' empezó a preparar el terreno para un 'tapering' o retirada paulatina de los estímulos. Es decir, empezó a poner sobre la mesa la reducción de la compra de deuda y de la liquidez masiva con la que el banco central había regado al sistema los años previos a través de los más de 3 billones de dólares de sus tres programas de expansión cuantitativa ('QE', por sus siglas en inglés). Esta perspectiva y el posible viraje de la Fed hacia una política monetaria más dura provocó una oleada de venta de bonos que hundió sus precios y disparó las rentabilidades.

La 'rabieta' de los mercados ('tantrum' en inglés) disparó la volatilidad en tanto en la renta variable como en la fija renta fija y generó además un efecto dominó. El dólar se apreció frente a las divisas emergentes y la deuda y las acciones de esos mercados, que hasta entonces se habían beneficiado de esa liquidez 'extra', cayeron también. Recientemente hemos visto una apreciación de estas divisas frente al 'billete verde' a raíz de la mejora de perspectivas que introdujo desde comienzos de noviembre la llegada de las vacunas y este movimiento podría verse comprometido ante un escenario similar al de hace ocho años. 

La rentabilidad de la deuda estadounidense a 10 años ha llegado a tocar el 1,2%, su nivel más elevados desde marzo, antes de retroceder a 1,15%. En el caso de los 'treasuries' a 30 años, su rentabilidad se habría disparado caso un 186% desde el mínimo histórico del 0,702% que marcó en marzo del año pasado, cuando la pandemia de coronavirus comenzó a propagarse a nivel mundial, hasta ese 2,006% que tocó el lunes. Destaca además el hecho de que el diferencial entre los retornos de la deuda a 10 años y a 2 años ha alcanzado los 107 puntos básicos, su mayor nivel desde abril del 2017.

Este reciente aumento de rentabilidades se ha visto apoyado también por las palabras de la nueva secretaria del Tesoro, Yanet Yellen, asegurando que el país podrá volver al pleno empleo en 2022 si el paquete propuesto por el presidente Joe Biden sale adelante. En declaraciones a la CNN, Yellen incidió en que no ha motivos para temer por una recuperación "larga y lenta". Todas estas señales han hecho saltar la alarma, pese a que es cierto que las rentabilidades de la deuda estadounidense, como las de la europea se mantienen en niveles históricamente bajos. 

Desde Bank of America (BofA) inciden en que dado el bajo punto de partida de los tipos, la probabilidad de un fuerte repunte del crecimiento inducido por la vacuna a mediados de año, los riesgos al alza de la inflación y el paso del estímulo monetario al fiscal, existe "un riesgo creciente de una rabieta en el mercado de bonos (es decir, una subida desordenada de los rendimientos nominales y reales de los bonos) a partir del segundo trimestre". Sus economistas ponen de manifiesto cómo en esta ocasión existe un riesgo residual de que dicha 'rabieta' en la renta fija provoque un efecto arrastre más acusado en la renta variable de lo que sugieren las sensibilidades estándar, como también sucedió en 2013.

¿Susto con la inflación?

Es una idea que está calando cada vez más entre gestores y analistas. "Estaríamos atentos tanto al comportamiento de las rentabilidades de los bonos estadounidenses a largo plazo como al de la inflación, factores ambos que pueden terminar lastrando el comportamiento de las bolsas a medio plazo si continúan al alza", añade Juan J. Fernández-Figares, responsable de Análisis de Link Securities. La posibilidad de que los estímulos provoquen un aumento de la inflación mayor de lo previsto ya se ha puesto sobre la mesa en las últimas semanas. Esty Dwek, responsable de Estrategia de Mercados Globales de Natixis IM Solutions no espera, en principio, "un susto con la inflación este año", aunque reconoce que ésta está destinada a aumentar. 

La experta advierte de que "si comenzamos a ver una inflación alta sostenida, los rendimientos aumentarán y la Fed deberá intervenir y retirar las políticas monetarias acomodaticia" y, si la inflación aumenta demasiado rápido, la Fed tendrá que dar marcha atrás en su orientación y subir las tasas de interés antes. De ahí el temor a un repunte en los rendimientos y una fuerte liquidación de acciones, que considera que el mayor riesgo está en el mercado de bonos. 

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