De Baa1 a Baa2 

Moody's rebaja la calificación de Repsol por la crisis petrolera "sin precedentes"

Sede de Repsol
Sede de Repsol
REPSOL - Archivo

Crisis sin precedentes en el sector petrolero y amenaza de 'shock' crediticio. La agencia de calificación de riesgo Moody's acaba de rebajar la calificación de emisor a largo plazo de Repsol en un escalón, desde 'Baa1' hasta 'Baa2' (el equivalente de BBB+ a BBB en S&P o Fitch), que sitúa todavía su deuda como 'grado de inversión' y, por tanto, por encima del llamado 'bono basura' (desde Ba1 hacia abajo). 

Al mismo tiempo, la agencia reafirma la nota 'P-2' para la deuda a corto plazo de su filial holandesa Repsol International Finance B.V,  y rebaja la calificación de la deuda subordinada (de inferior calidad) de Baa3 a Ba1. La perspectiva sobre la petrolera cambia de 'estable' a 'negativa', de modo que Moody's prevé realizar nuevos movimientos a la baja.

Doble crisis: crudo y Covid-19

Moody's cree que las ganancias y los flujos de efectivo de la compañía en 2020 disminuirán significativamente en todos sus negocios y eso presionará de nuevo al rating. "Las ganancias 'upstream' (exploración y perforación) de Repsol sufrirán por los precios significativamente más bajos del petróleo, que a raíz de la pandemia de coronavirus y con una guerra de precios en la industria se desplomó en marzo de 2020 por debajo de 30 dólares por barril", recuerda la agencia. De hecho, el barril Brent, de referencia en Europa, registró el peor mes de su historia con una caída acumula del 47%.

Moody's cree que existe un alto riesgo de que los precios del petróleo no vuelvan a su rango de precios objetivo de medio plazo de 50-70 dólares que estimaba la propia agencia para determinar sus ratings.  Ahora cree que eso no sucederá hasta 2022. Los 'tasadores de riesgo' consideran que el petróleo seguirá bajo, alrededor de 40 dólares por barril en 2020 y 50 dólares en 2021. También apuntan a otra cuestión que impiden a Repsol el habitual equilibrio con el que cuenta ante las caídas del petróleo.

Su negocio de 'downstream' (refino y comercialización) tampoco está carburando con normalidad debido al parón total de la actividad económica desde el pasado 15 de marzo y a las perspectivas de un menor consumo en lo que resta de 2020. "[Se debe] a la presión sobre la demanda de productos refinados y petroquímicos por el empeoramiento de las condiciones económicas y las 'cuarentenas' actuales en muchos países del mundo", explican los analistas de Moody's.

El relato de Moody's destaca que Repsol ha actuado rápido, tomando medidas inmediatas para proteger sus flujos de efectivo y su balance general que compensarán la disminución de sus ingresos sin elevar la deuda. Hace siete días, la petrolera rebajó de 65 a 35 dólares su guía 2020 para el petróleo Brent, el detonante que ha desbaratado su plan estratégico, como avanzó 'La Información'.

El grupo que dirige Josu Jon Imaz también anunció varias medidas para retener hasta 2.750 millones de euros en su caja, como el recorte de costes (350 millones), paralización de inversiones (1.000 millones) y la cancelación de la amortización de capital del 5% anunciada en 2019 (1.500 millones). Con este plan, Repsol renunciar a reducir su deuda en 2020, aunque afirma que no la incrementará.

En este sentido, el informe de rating de Moody's considera que la liquidez de Repsol es "adecuada, comparativamente más débil que la mayoría de sus rivales integrados debido a una cantidad considerable de vencimientos de deuda a corto plazo". En concreto, la agencia advierte sobre la deuda de 5.200 millones de dólares (4.700 millones de euros), un 22% más interanual, que estaban en forma de pagarés y bonos, mientras que su dinero en caja se situaba en 5.800 millones de dólares (5.200, de euros). Moody’s cree que Repsol tendrá que reforzar su perfil de liquidez con nuevas emisiones de deuda o refinanciando las actuales.

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