Deja solo a BCE y gobiernos

Pimco ve insuficiente el plan de la zona euro para atajar los efectos del Covid

Nadia Calviño y Olaf Scholz / EFE
Nadia Calviño y Olaf Scholz / EFE

Pimco, la mayor gestora de renta fija del mundo, critica con dureza el plan aprobado por los países del euro para atajar los efectos económicos de la pandemia, que incluyen 540.000 millones de euros en créditos disponibles para los países que lo necesiten y una triple red de seguridad con el fondo de rescate europeo (MEDE), el BEI para las empresas afectadas y la Comisión Europea, que respaldará la financiación de los ERTEs. Desde la firma estadounidense consideran que esta respuesta es "insuficiente" y deja "la carga de la gestión de la crisis en manos del BCE y los Gobiernos nacionales". Pimco anticipa, además, una caída del PIB del 10% en la zona euro, con déficit públicos por encima del 10% y adelanta que los niveles de producción de la eurozona podrían no recuperarse antes del año 2022.

Aunque en términos nominales ese más de medio millón de euros pudiera parecer una cantidad "impresionante", Nicola Mai, analista de crédito soberano, lamenta que apenas tiene la potencia de fuego necesaria para estabilizar la región durante un tiempo e inciden en que la continua falta de coordinación política en el área la deja en una situación frágil. Tanto es así que sus perspectivas contemplan un aumento de casi el 4% en el desempleo y, si bien cree que la recesión será breve y podría prolongarse hasta mediados de año, incide en que el daño "será profundo". La crisis dejará los balances de los estados en un estado vulnerable, lo que a su juicio subraya la importancia de una respuesta coordinada.

El analista hace hincapié en que las medidas son escasas en relación con la magnitud de la crisis. En el caso del MEDE, el mecanismo permanente de rescate, los estados pueden pedir prestado hasta el 2% de su PIB, lo que a su juicio no es una cantidad "particularmente alta". Las garantías por valor de 25.000 millones de euros que podrían aprovecharse para proporcionar préstamos por valor de 200000 millones de euros "palidecen" frente al compromiso de casi 2 billones de euros que ya han puesto sobre la mesa los gobiernos nacionales. Y los 100.000 millones de euros (menos del 1% del PIB de la zona del euro) comprometidos para ayudar con el desempleo son "muy limitados en comparación con lo que realmente se gastará para ese fin", señala Mai.

Desde la gestora inciden en que tanto los recursos del MEDE como los de la Comisión Europea son herramientas de financiación, no transferencias, y aumentarán los niveles de déficit y deuda de los países que se acojan a ellos. Además, temen que pese a no contar con una condicionalidad, el uso de estos programas conlleva un "estigma potencial" para los países que acceden a ellos, a menos que sean todos los países los que lo hagan. Dada la falta de flexibilidad del MEDE, consideran además que es mejor que sea el propio Banco Central Europeo el que se ciña a su propio programa de compra de deuda pública y privada, el bazuca que el organismo que capitanea Christine Lagarde fijó en 750.000 millones de euros

Otro de los problemas evidentes que Pimco observa en la respuesta de la zona euro a la crisis del coronavirus es la "falta de mutualización", sobre todo cuando la emisión de los primeros bonos a nivel europeo (coronabonos) sigue estando "lejos" por la fuerte oposición de los países del norte de Europa. En su artículo, Nicola Mai sostiene que en la práctica es el BCE el que está proporcionando una mutualización de facto del riesgo soberano, una estrategia que podría dar lugar a tres problemas. 

Tres problemas para el BCE

En primer lugar, el complicado escenario económico que se avecina va a requerir que el emisor renueve su compromiso de estabilizar la región en algún momento. Además, la falta de un compromiso verdaderamente incondicional dejará a los gobiernos de los países periféricos más débiles con dudas sobre la duración y la coherencia del apoyo que reciben, lo que, de no ser finalmente suficiente ese respaldo generaría un deterioro aún mayor en sus economías. Y, por último, la ausencia de una respuesta fiscal común que sea convincente ante una crisis común y exógena podría exacerbar el euroescepticismo. 

"La historia sugiere que las crisis fomentan la creatividad y la innovación en la formulación de políticas europeas, y los lazos comunes podrían ser un ejemplo de ello", sostiene Mai, si bien deja claro que el tono de las últimas negociaciones del Eurogrupo alejan de momento esta posibilidad y elevan la sensación de división y fragilidad dentro de la zona euro. "Nuestra convicción de que el BCE hará lo que sea necesario para estabilizar el sistema implica de momento que vemos cierto valor en los márgenes soberanos periféricos en los niveles actuales. Sin embargo, y para que aumente nuestra convicción en ello, necesitamos ver más de los funcionarios de la zona del euro. Aún no estamos ahí", concluye.

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