Vientos en contra 

Por qué un 'aterrizaje suave' económico cada vez es más difícil para las bolsas

Los saludables datos económicos esconden dos problemas:  además de la contracción del primer trimestre, los salarios ajustados por inflación caen y el consumo se está desacelerando.

Biden
La economía de EEUU decreció un 1,4% intertrimestral hasta marzo.
EFE

Muchos expertos indican que solo hay una salida al problema de la inflación en Estados Unidos y que no va a representar un aterrizaje suave para los mercados. Los banqueros centrales y la mayoría de los economistas dicen que la Reserva Federal puede llevar la inflación cerca de su objetivo del 2% desde los niveles actuales sin matar el crecimiento económico. Los propios pronósticos económicos de la institución monetaria reflejan esa expectativa. La opinión de consenso actual de que el llamado aterrizaje suave no solo es posible, sino probable, recuerda al anterior análisis dominante de que la inflación iba a ser transitoria. Ahora, la nueva narrativa macro se basa en el supuesto de que las presiones inflacionarias ya han tocado techo. 

A medida que la inflación se sitúa en niveles de máximos de los últimos 40 años, hay una afectación más negativa para muchas empresas y para los consumidores, dado lo rápido que corren repuntan los precios de los alimentos, la energía y la vivienda. El argumento de la inflación es aún más tenso de lo que ya observaba, centrado únicamente en los precios domésticos del mercado inmobiliario. “Todos sabemos que la política monetaria no es la más quirúrgica y limpia”, dice George Goncalves, responsable de estrategia macro de Estados Unidos en Mitsubishi UFJ Financial Group. “Dado a lo que se enfrenta la Fed ahora y cuánto tiempo ha esperado para abordar la inflación, su trabajo solo se está volviendo más difícil”, añade.

Parece que hay dos escenarios realistas sobre cómo se desarrollarán los próximos meses. Y ambos terminarían en una recesión: o la Fed combate suficientemente la inflación o no lo hace. “Lo último se traduciría en la combinación estanflacionaria, que redundaría en precios altos y crecimiento lento que inevitablemente conduciría a una crisis más negativa”, comentan los analistas de RBC Capital.

Detrás de la visión aún optimista hay datos económicos que parecen saludables. Pero hay dos problemas, además del hecho de que el PIB se contrajo en el primer trimestre, los salarios ajustados por inflación están cayendo y ya hay señales de que los consumidores están gastando menos ahorros. “Primero, los datos de crecimiento están inflados”, comenta Goncalves. Solo basta con ver el reciente informe de bienes duraderos, tal y como apunta el economista jefe de MFR para Estados Unidos, Josh Shapiro, que mostró que los pedidos que no son defensivos, excluyendo aviones, aumentaron un 9,7% en marzo desde febrero.

El indicador del mercado inmobiliario

Luego están los informes del mercado inmobiliario, donde la solidez es precisamente el problema. A pesar de que las tasas hipotecarias aumentaron rápidamente al nivel más alto desde 2010, y aunque la Fed dice que aumentará agresivamente los tipos de interés y reducirá su balance general para combatir la inflación, los inicios de viviendas y los permisos de construcción continuaron aumentando en marzo.

Otros datos de la semana pasada evidenciaron que los precios de las viviendas repuntaron en febrero al ritmo mensual más rápido que nunca se había registrado: un 20,2% más que el mismo periodo del año anterior hasta máximos históricos. De este modo, pese a que las tasas hipotecarias se están moviendo rápidamente no le están haciendo nada al mercado de la vivienda, según Torsten Sløk, economista jefe de Apollo Global Management.

“El asunto es que la Fed debe enfriar la vivienda, que representa el 40% del índice de precios al consumidor, para hacer que la inflación caiga, pero la vivienda también representa una quinta parte del PIB; y debido a que más personas son propietarias de casas, el llamado efecto riqueza está profundamente relacionado con los bienes raíces”, dice.

“La realidad es que se necesitarán muchos ajustes para enfriar el mercado de la vivienda, sobrecargado en los últimos dos años a medida que la pandemia empujó a las personas a los suburbios y suburbios que tienen escasez crónica de inventario y la intervención de la Reserva Federal torpedeó las tasas hipotecarias”, agrega este experto.

Mike Procopio, CEO de Procopio, señala en una nota que el aumento de los tipos no está teniendo un impacto en los negocios y no ha llevado a una reducción de los precios de compraventa en el país norteamericano. En cambio, la demanda de los inversores está tan alta como siempre, a pesar de que cuesta un 30% más construir viviendas residenciales que hace un año.

Los rendimientos de los proyectos se han reducido a la mitad, asegura, pero los retornos de cerca del 4,5% aún superan a muchas alternativas. “La cantidad de capital asignado a bienes raíces es una locura”, dice Procopio, y añade que alrededor de 250.000 millones de dólares está destinado al sector, a través de capital privado e inversores institucionales.

Ahí reside una de las razones por las que el supuesto pico de la inflación —y, por lo tanto, el argumento del aterrizaje suave en los mercados— es dudoso. Los alquileres, un componente importante del IPC, replican los precios de las viviendas entre 12 y 18 meses, y Procopio destaca que, hasta ahora, solo se ha traspasado alrededor de un tercio en los costes de construcción. “Desde mi perspectiva, nunca van a tener esto bajo control sin una recesión”, advierte.

Las pequeñas empresas como la de Procopio suelen ser canarios económicos en la mina de carbón. Tienen menos protección que las grandes empresas y no pueden absorber con tanta facilidad el aumento de los precios. También, representan la mitad del empleo estadounidense y la mitad del PIB.

Los contrarios al consenso

La recesión es algo para lo que muchas empresas más grandes aún no se están preparando. Solo basta con ver algunos de los últimos comentarios del CEO de Bank of America, Brian Moynihan. “La realidad es que tienen que sacar la inflación del sistema”, expone, refiriéndose a la Fed. “Pero nuestros economistas no pronostican una crisis”, profundiza antes de vaticinar un un crecimiento de alrededor del 3% este año y del 2% el próximo.

En Wall Street, son unos pocos los que están solos y no están de acuerdo con la opinión del consenso de que la Fed reducirá la inflación sin causar una recesión. Los economistas de Deutsche Bank, el primer banco importante en predecir una recesión, publicaron un informe la semana pasada en el que afirman que no solo se avecina una crisis, sino que esta será grave.

“Nuestro mensaje central es que hay buenas razones para esperar que la inflación siga sorprendiendo al alza y en su terquedad de mantenerse muy por encima de los objetivos previstos”, escribió David Folkerts-Landau, economista jefe del banco y director global de análisis. “Consideramos, por lo tanto, que es muy probable que la Fed tenga que pisar el freno aún más firmemente, y se necesitará una recesión más profunda para frenar la inflación”, concluyen los analistas del banco alemán.

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