Nuevos estímulos a la vista

Powell también toma aire: la victoria azul en el Senado resta presión a la Fed

El nuevo paquete de emergencia al que dará luz verde la nueva administración podría llegar incluso al billón de dólares, y los planes del presidente electo impulsar el avance del PIB a un rango entre el 4,6 y el 4,8%

El presidente de la Fed, Jerome Powell, en la rueda de prensa extraordinaria celebrada el 3 de marzo de 2020 en Washington.
Powell, también toma aire: la victoria azul en el Senado resta presión a la Fed
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En contra de lo previsto y pese a las imágenes entre lo grave y lo rocambolesco del asalto al Capitolio el miércoles por parte de los partidarios del presidente saliente, Donald Trump, el Partido Demócrata se ha hecho con el control del Senado y la Cámara de Representantes de Estados Unidos por primera vez desde 2009. La victoria por la mínima en la primera de esas dos cámaras supone en la práctica que los azules están en posición de implementar gran parte de la agenda del presidente electo Joe Biden, empezando por un rescate a la economía más potente para salir de la crisis generada por la Covid-19. 

Ese apoyo fiscal más ambicioso que tanto ha venido reclamando el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, se ha convertido en el primer propósito del año para la administración que tomará posesión el próximo 20 de enero y en el banco central, ahora sí, podrán respirar algo más tranquilos. Desde que se inició la pandemia la Fed ha adquirido más de 3 billones de dólares en activos y ha colocado los tipos de interés en un rango mínimo, entre el 0% y el 0,25%. El organismo ha flexibilizado al máximo su política para tratar de evitar que la sequía de liquidez terminase por dar la estocada definitiva a la economía real. 

Para el nuevo paquete de emergencia se barajan cifras entre los 900.000 millones (una cuantía similar al plan que recibió el visto bueno del Congreso a finales de año y al que el propio Biden se refirió como un "pago inicial") y el billón de dólares, incluyendo transferencias más generosas a los hogares, una prórroga de los subsidios de emergencia por desempleo más allá de su vencimiento actual en marzo y una ayuda extra a los gobiernos estatales y locales. El helicóptero del dinero en todo su esplendor.

Esa perspectiva de un estímulo adicional a corto plazo permitiría atajar algunos de los riesgos a la baja que amenazan la mayor propagación del virus y el retraso en el inicio del programa de vacunación. Sería un acicate al consumo -una vez que se alivien las perturbaciones generadas por la pandemia- y podría estimular el crecimiento en el segundo y tercer trimestre por encima de las previsiones. Los cálculos apuntan a un avance del PIB de la primera economía del mundo entre el 4,6 y el 4,8% este año bajo el escenario que ha arrojado la victoria azul en el Senado, muy por encima de las previsiones previas que apuntaban a un alza entre el 3,5 y el 3,8%.

Incluso suponiendo que Biden lograra promulgar sólo un tercio de su programa, estimaciones como la que hace la gestora AXA IM sugieren que el crecimiento de la primera economía podría verse impulsado hasta en 2 puntos porcentuales el año que viene y el próximo, lo que representa "una diferencia significativa", en opinión de David Page, Head of Macro Research. Esa perspectiva de estímulo más ambicioso y avance de la actividad más rápido debiera conducir a un repunte más rápido de la inflación. Es ahí donde entra en juego el papel de la Fed, puesto que de todo lo anterior se desprende, según los expertos consultados, que el apoyo de la política monetaria a la economía será necesario por menos tiempo y de ahí, que la expectativa de una eventual subida de tipos ya no se vea tan lejana.

El banco central elevaría los tipos en 2023

Las conclusiones de Keith Wade, economista jefe de Schroders, van en la misma dirección. Un crecimiento en ese rango (de entre el 4,6 y el 4,8%) reduciría el desempleo y cerraría la brecha de producción más rápidamente, lo que a su vez implicaría una mayor presión inflacionaria. En consecuencia, se buscaría un aumento más temprano de los tipos de interés oficiales por parte de la Reserva Federal, potencialmente en 2023, en vez de 2024.

Otro de los efectos colaterales de esta conjunción de más estímulo fiscal y un bazuca monetario menguante se apreciará en la cotización del dólar. La divisa refugio por excelencia se ha depreciado un 5% desde las elecciones de noviembre frente a una cesta de divisas, coincidiendo además con los avances en las vacunas y la rotación de activos y sectorial en los mercados financieros anticipando la llegada del nuevo ciclo. Pese a que la reacción inmediata del dólar ha sido a la baja, los analistas confían en que el 'billete verde' sea capaz de recuperar parte del terreno perdido a medio plazo. Todo sin perder la perspectiva, puesto que todavía hay por delante un invierno difícil, con el aumento previsto de los contagios por Covid-19.

Mirando a más largo plazo también existe la posibilidad de que la nueva administración pueda implementar una ley de infraestructuras que ponga énfasis en la energía limpia. Sandrine Perret, economista de Vontobel Wealth Management, añade a esta agenda verde el más que previsible aumento de la presión fiscal, con el impuesto sobre sociedades y las grandes empresas en el punto de mira. Teniendo en cuenta la mayoría tan escasa de los demócratas han alcanzado en el Senado (50 escaños frente al 50, con el voto especial de la vicepresidenta Kamala Harris) y la elección por parte de Biden de figuras moderadas del partido para su gabinete, la experta prevé que la propuesta inicial de un alza impositiva del 21% actual al 28% se vea diluida finalmente. 

No todo son luces en el horizonte bajo esa nueva premisa de apoyo 'extra' a la economía puesto que, si bien éste es crucial en el corto plazo para impulsar la actividad y, al menos parcialmente, abordar algunos de los problemas sociales más preocupantes que dificultan la formación de capital humano en el país, el gasto adicional pesará aún más sobre los fundamentos fiscales de los EEUU, que "seguirán siendo estructuralmente más débiles en los próximos años". La advertencia la lanza la agencia europea de rating Scope, que prevé que la deuda pública norteamericana aumente hasta el 128% del PIB en 2020 y hasta el 140% en 2025, casi 30 puntos porcentuales por encima de los niveles de 2019, y unos 20 puntos porcentuales por encima de los de países como Francia y Reino Unido.

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