Fondo de recuperación de la UE

Qué tienen Dinamarca, Austria, Holanda y Suecia contra el plan Merkel-Macron

Mark Rutte, primer ministro holandés.
Mark Rutte, primer ministro holandés.
EFE

Los 'halcones' fiscales europeos han sacado las garras y van a ponérselo difícil -si no imposible- a la canciller alemana, Angela Merkel, y al presidente francés, Emmanuel Macron, para que puedan sacar adelante su diseño del fondo de recuperación para Europa. Austria, Holanda, Dinamarca y Suecia que, como los anteriores, son contribuyentes netos al presupuesto plurianual de la Unión Europea, recelan del diseño proyecto, tanto en lo que respecta al tipo de ayudas que prestaría a los estados más afectados por la pandemia, como en lo que tiene que ver con el origen de esos fondos. En algunos casos, su situación política interna explica en parte este escepticismo. 

En principio, la propuesta de Merkel y Macron contempla que la Comisión Europea (CE) tome prestado dinero del mercado vía emisión de deuda y que transfiera esa cantidad a las regiones y a los sectores más golpeados por la crisis sanitaria en forma de subvenciones a fondo perdido. Primer escollo en el horizonte. Países como Austria ponen en este punto una línea roja y no están dispuestos a aceptar nada que no sean préstamos reembolsables y que, por tanto, lleven aparejado un control y unas reformas estructurales, y mucho menos a tolerar cualquier tipo de mutualización de la deuda que lleve a sus estados a compartir riesgos con los países de la periferia, cuyos costes financieros son más altos.

El segundo escollo está en otra cuestión básica: de dónde sale el dinero. En principio el medio billón de euros de que dispondrá el mecanismo provendría de los fondos que los países europeos puedan movilizar a través de esa deuda mancomunada dentro del nuevo marco presupuestario plurianual (2021-2027). Sin embargo, no queda claro si esto se costeará a través de un aumento de las aportaciones directas de los Estados o con recursos propios o impuestos creados a tal efecto. Austria, Holanda Dinamarca y Suecia se niegan a poner un euro más, es decir, a tener que elevar su cuota a las cuentas comunitarias y aprovechan para reclamar un mayor compromiso de todos con la disciplina presupuestaria cuando acabe esta crisis. Los cuatro acuden además a la reunión de este miércoles con una contrapropuesta

Holanda se ha convertido en un hueso especialmente duro de roer en todo este proceso a causa de la relativa cercanía de sus elecciones generales, que se celebran el año próximo. La victoria del ultraderechista Foro para la Democracia (FvD), un partido relativamente nuevo, en las elecciones provinciales de 2019 y su ascenso meteórico a primera fuerza en el Senado, complican cualquier gesto del primer ministro holandés, el liberal Mark Rutte, hacia los vecinos del Sur. De hecho, el rapapolvo que se llevaron los de Rutte en las urnas dificulta la aprobación de cada una de las nuevas leyes que la coalición de gobierno ha intentado sacar adelante desde entonces. El sentimiento euroescéptico está aún a flor de piel y la crisis de deuda soberana en Europa no queda tan lejos.

El canciller de Austria, Sebastian Kurz, también critica duramente el plan franco-alemán. "Está claro que decimos sí a la ayuda de emergencia, pero lo que rechazamos es una unión basada en la deuda por la puerta de atrás", insistía recientemente en una conferencia de su partido Popular con los conservadores bávaros de la Unión Cristiano Social (CSU). A sus 33 años, las encuestas vienen de cara para Kurz, que consiguió salir reforzado de la crisis que deshizo su coalición de gobierno con la ultraderecha (actualmente gobierna con los ecologistas) y ahora lo hace también de la crisis por la Covid-19. Austria fue uno de los primeros países europeos en suavizar las restricciones desde mediados de abril y ha sido puesto como ejemplo de control de la epidemia (con 16.539 casos diagnosticados y 641 muertos para 8,8 millones de habitantes).

Malo para el euro

Por si fuera poco, la resistencia que ofrecen los llamados “países frugales” debilita las perspectivas del euro, lo que empieza a descontarse de la acción de los mercados al contado y de futuros. De ahí que entre los inversores haya calado hondo la idea de que el debate de este miércoles "será decisivo para la dirección de la moneda única en los próximos meses". El euro cotiza actualmente en mínimos de 2017 frente al dólar. Así y si el mecanismo que finalmente aprueban los Veintisiete se asemeja a lo que este miércoles ponen sobre la mesa Berlín y París o, en cualquier caso, si es suficientemente ambicioso, la moneda comunitaria y las primas de riesgo de los periféricos recibirán un espaldarazo, pero también lo agradecería la renta variable europea, que según los analistas de MacroYield podría reducir el descuento con el que cotiza con el dólar.

Dos coaliciones aún por asentarse

La situación política en Italia y España con dos coaliciones aún por asentarse tampoco facilita las cosas de cara a la negociación con los países del ala dura fiscal. En el caso italiano, y pese a que la entrada del europeísta PD ha relegado al euroescéptico La Liga, esta última formación lidera aún las encuestas y podría esperar una posible crisis de gobierno para tomar el poder. "En el caso de España, la debilidad del Gobierno, que tiene que hacer complicados cálculos para alcanzar mayoría en el Parlamento, y la descoordinación que está mostrando en aspectos clave para los halcones de la UE, como la reforma laboral, también podrían poner piedras en el camino a la hora de que los halcones decidan relajar sus condiciones", apuntan desde la consultora.

Hasta el momento, la reacción del mercado a la propuesta de Merkel y Macron ha sido positiva aunque tímida por el temor a que finalmente sea rechazada o, peor aún, quede muy descafeinada. El miedo es que esa falta de acuerdo cuestione una vez más la credibilidad de la UE y que lo haga ante una coyuntura económica tan complicada como la que deja el coronavirus. "Un ataque a la deuda española o italiana, que serían las más perjudicadas en un contexto de falta de confianza, supondría un daño difícilmente asumible para el euro, considerando el tamaño específico y de la deuda de ambos países", señalan los mismos expertos. 

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