El 3,8% del capital

Santander se incorpora al trasiego sobre Repsol en bolsa con JPMorgan y Sacyr

El banco notifica a la CNMV una compra de acciones valorada en más de 230 millones de euros vinculada a la operativa con derivados financieros de clientes de su área de banca de inversión.

Repsol
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Banco Santander vuelve a aparecer como accionista significativo de Repsol en el registro de la CNMV con una participación del 3,8% del capital. Sin embargo, no es una inversión con intención de permanencia o porque el banco haya considerado su regreso al sector petrolero tras su etapa en Cepsa hace algo más de una década. Se trata de una compra ligada a una operativa con derivados financieros que está llevando a cabo por cuenta de un cliente que prefiere no identificar por tratarse de información confidencial.

El importe del aumento de la posición no es precisamente menor: 23,1 millones de acciones al contado valoradas en más de 230 millones de euros y que representa el 1,5% del capital de la energética. Este porcentaje se completa con una estructura de opciones put (venta), call (compra) con vencimientos en diciembre de 2023 y 2024 que suman otro 1,5% del capital.  La posición de Santander se completa con un equity swap (permuta) que se liquidará el 21 de diciembre de este año y que contiene 13,3 millones de acciones, otro 0,85% de Repsol. En total, el banco que preside Ana Botín declara un 3,82% de la petrolera de Antonio Brufau, por debajo de JPMorgan (5,3%), Blackrock (5,1%), Amundi (4,5%) y Sacyr (3,9%), pero por delante de Norges Bank (3%), el custodio del fondo soberano de Noruega.

“La presente comunicación de participación significativa en acciones de Repsol se debe a la operativa con clientes que Banco Santander realiza principalmente en productos derivados que tienen como subyacente las acciones de la citada compañía y la cobertura de la misma”, explica a la CNMV. El supervisor tampoco obliga a desvelar la identidad del dueño legítimo de las acciones como ha quedado demostrado en el reciente baile de participaciones de JPMorgan, que ha notificado en las dos semanas últimas semanas hasta en dos ocasiones que reducía al 0% su posición, y otras tres veces que superaba el umbral del 5% que obliga a volver a notificarlo.

La operativa de estos dos gigantes de la banca de negocios en la cuarta energética del Ibex 35 ha coincidido en un mes en el que solo dos grandes inversores ya presentes en el capital han movido su posición: Sacyr y la propia Repsol. La constructora recortó el mes pasado su participación oficial del 8,2% al 3,96% después de no renovar una estructura de derivados financieros que contrató en 2016 y que contemplaban la entrega de acciones al bróker con el que había contratado la cobertura. 

Por su parte, la petrolera comenzó a desplegar su plan de recompra de títulos propios, hasta el 2,3% del capital, el pasado 10 de noviembre. Coincide también en el tiempo con el proceso de reparto de dividendo flexible (en acciones) que contempla la emisión de nuevas acciones y su recompra. Adicionalmente, Repsol mantiene su plan de amortizar (eliminar) un 4,9% de sus acciones en 2022. Ninguna de las partes ha reconocido su vinculación, pero fuentes financieras apuntan a este diario que los vastos movimientos de Santander y JPMorgan están ligados a estas operativas de largo plazo de la petrolera y su accionista.

Quince años en una telaraña de derivados

Sacyr y Repsol llevan jugando al ratón y al gato desde el 16 de octubre de 2006, cuando la constructora se empeñó en tomar el control de la petrolera con la compra de un 9,2% de su capital. El 28 de noviembre de ese mismo año completó la toma del 20% de las acciones con una inversión colosal a crédito de 5.200 millones de euros y una compleja estructura de derivados financieros a través de Santander y Citigroup que le permitieron alcanzar su objetivo. La inversión no salió bien con el paso del tiempo. La caída de la cotización y el elevado peso de la deuda que arrastraba Sacyr le llevó a enarbolar la bandera blanca en diciembre de 2011. En ese momento revendió el 10% de 'Repsol a Repsol', que tuvo que abrir un hueco en su autocartera para evitar males mayores tanto en su propia cotización como para el que ha sido su mayor accionista durante los últimos 15 años.

El rol de Santander en aquella operación histórica fue tanto de ejecutor de la transacción como principal intermediario y uno de los tres grandes financiadores junto a Citi y Calyon del mega-préstamo inicial que obtuvo Sacyr para entrar en Repsol. Pero la conexión más relevante que ha mantenido unidos al banco y la constructora ha sido el de contraparte de los derivados financieros que contrató para lidiar con la deuda asociada a esa inversión. En realidad, Sacyr vendió en 2016 la mayor parte de sus acciones en Repsol con un proceso de venta diferida con derivados que tiene como objetivo sacarle del capital antes de 2024 de la mejor manera posible, es decir, maximizando las ganancias que pueda obtener.

El mes pasado se extinguieron los derivados sobre algo más del 4% del capital y el próximo mes de diciembre vence otra estructura cercana al 1% que cuadra con el swap (liquidable en efectivo o en acciones) que declara Santander a la CNMV en su notificación de esta semana. Con este tipo de coberturas, Sacyr se ha protegido frente a las caídas de Repsol al tiempo que le permitía seguir cobrando los dividendos para el servicio de la deuda (pagarla) y podía beneficiarse de parte de las subidas en la cotización. Su posición era indirecta a través de Sacyr Investments, Sacyr Investments II y Sacyr Securities. Ahora solo mantiene acciones y derivados en estas dos últimas filiales. La constructora, en posición de salida, solo tiene que dejarse ir no renovando los derivados. No parece que vaya a cambiar de opinión. 

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