Crisis de semiconductores

Los chips amagan con convertirse en el nuevo petróleo con la meta del billón

Impulsarán el crecimiento de la economía mundial los próximos diez años en un mundo cada vez más ávido de datos, al igual que el crudo impulsó el auge de las economías industriales en el último siglo.

Los chips amagan con convertirse en el nuevo petróleo con la meta del billón
Los chips amagan con convertirse en el nuevo petróleo con la meta del billón
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Están llamados a protagonizar una vuelta de tuerca a la revolución tecnológica que ellos mismos iniciaron. Los semiconductores van a impulsar el crecimiento de la economía mundial durante los próximos diez años de la misma manera que el petróleo propició el auge de las economías industriales a lo largo del último siglo. Después de la crisis de escasez que ha generado la pandemia de coronavirus -que no es estructural sino coyuntural- el viento se pone de cola para el sector. La transición de las compañías, los gobiernos y las industrias hacia las tecnologías 5G, la inteligencia artificial y las soluciones basadas en la nube serían la clave de ese auge al que los expertos ponen ya cifras. Calculan que las ventas mundiales de chips pasarán de los 450.000 millones de dólares de 2019 hasta casi el billón de dólares en 2030.

En su último informe sobre el sector, Matthews Cherian y Shailesh Jaitly, analistas de Capital Group, dibujan un panorama a futuro donde la mayoría de los datos los crearán máquinas que requieren una enorme potencia de procesamiento. Si en la actualidad, los centros de datos representan aproximadamente el 3% del consumo mundial de electricidad, dentro de diez años ese porcentaje podrían representar el 25% si no se hace nada para remediarlo. De ahí que el diseño de nuevos semiconductores se centre en reducir en un 30% el consumo eléctrico en estos componentes cada dos años.

"En nuestra opinión, esta reducción podría impulsar el crecimiento de chips más complejos y avanzados, utilizados en smartphones de alta gama y en centros de datos, lo que impulsará el valor de los semiconductores más avanzados en los próximos cinco años", apuntan los expertos. Las mayores compañías de chips prevén gastar miles de millones de dólares en nuevas fábricas destinadas a satisfacer la nueva demanda y a hacer frente a las tensiones geopolíticas, ya que los semiconductores se consideran una prioridad de seguridad nacional. La escasez actual no ha hecho sino acelerar todo este proceso en medio de una enorme inquietud.

"Muchas empresas de semiconductores no esperan que la escasez se resuelva hasta dentro de uno o dos años, y los inversores siguen desconfiando ante cualquier signo de potencial corrección cíclica", advierte Nicholas Hancock, analista de tecnología, medios de comunicación y telecomunicaciones de la gestora Carmignac. Sin embargo, el experto asegura que la demanda estructural de semiconductores sigue siendo fuerte, dado que el uso de tecnologías como la IA, los vehículos autónomos y los servicios en la nube no deja de crecer.

EEUU, la Unión Europea y China toman cartas en el asunto

Estados Unidos y Europa han anunciado movimientos para acercar las principales cadenas de suministro a sus territorios y romper con la hegemonía manufacturera de Taiwán y Corea del Sur. De hecho, el propio presidente Joe Biden se ha propuesto poner solución a la falta de suministro de cuatro productos clave para su país: medicinas, baterías de gran capacidad, minerales esenciales y semiconductores. En el caso de China, su último plan quinquenal se ha marcado como meta prioritaria reducir la dependencia de componentes clave como estos.  

La compañía líder del sector, Taiwan Semiconductor Manufacturing (TSMC), va a destinar la friolera de 100.000 millones de dólares de aquí a 2023 a la construcción de nuevas instalaciones de fabricación de chips, incluida una gran fábrica en Arizona. TSMC posee cerca del 80% de la cuota de mercado de producción de chips de última generación, y entre sus clientes se encuentran Apple, Qualcomm y Broadcom. Intel prevé destinar 20.000 millones de dólares a la construcción de dos nuevas plantas en Arizona, y Samsung Electronics pretende levantar una nueva instalación en Texas por valor de 17.000 millones de dólares. 

"Este gran volumen de gasto se produce tras un largo periodo de disciplina de capital y consolidación del sector, que ha favorecido el dominio de dos compañías, TSMC y Samsung, seguidas a gran distancia por Intel", explican Cherian y Jaitly. Ambos no descartan que el hecho de que el coste de fabricar esos procesadores sea mayor en EEUU que en Asia pueda crear ineficiencias en el mercado y tampoco tienen claro si las propias firmas norteamericanas querrán devolver la producción a EEUU. 

Cuatro tipos de compañías

El sector de los semiconductores se divide en cuatro tipos de empresas, según sean éstas diseñadores de chips, fabricantes de equipos de chips, fundiciones que fabrican los chips y compañías que los prueban. El grado de especialización es máximo y ha permitido que sus ventajas competitivas sean mayores. En el primer grupo, el de los fabricantes, cinco grandes compañías controlan casi el 75% de la cuota de mercado, frente al 40% de hace 15 años. Estas compañías, entre las que se incluyen la neerlandesa ASML y las estadounidenses Applied Materials y Lam Research, han logrado su propio nicho dentro del proceso de fabricación y prueba de los chips. 

En lo que respecta a los chips de memoria, el sector ha pasado de 15 a tres compañías en todo el mundo, lideradas por la coreana Samsung Electronics. Aunque Corea representa casi las tres cuartas partes de la fabricación mundial de chips de memoria, EEUU continúa dominando el mercado mundial de semiconductores con una cuota  cercana al 47%, gracias a su dominio en los segmentos de equipos, diseño intelectual y de compañías de semiconductores que carecen de fundiciones propias.

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