La evolución de los bonos subprime: de causar la crisis a ser los más rentables

  • Los mismos que en 2007 valían millones se llegaron a negociar por un par de centavos y ahora, gracias al despegue de EEUU, vuelven a dispararse.
Dos empleados portan el logo Lehman Brothers para subastar sus obras de arte.
Dos empleados portan el logo Lehman Brothers para subastar sus obras de arte.

Probablemente, ante la pregunta de cuál ha sido una de las inversiones más rentables en la última década la gran mayoría apuntaría a algún gigante tecnológico, quizás Apple, Google o Amazon. La respuesta correcta en realidad es mucho más retorcida, ya que también sirve para contestar otra pregunta, la de qué activos propiciaron el colapso del sistema financiero en 2008. Exacto, los denostados y a su vez famosos bonos subprime.

Los bonos basura se conocieron así porque reunían en un mismo instrumento cientos de hipotecas de alto riesgo. También son quizás los activos financieros complejos más conocidos por el gran público. La razón es obvia: tumbaron el sistema financiero y demostraron que una parte importante del negocio en su propio corazón, Wall Street, no era más que castillos en el aire. También están asociados irreversiblemente a su mayor víctima: Lehman Brothers, que no era un banco más, sino la cuarta entidad más grande de Estados Unidos. Su quiebra, por el efecto de dichos bonos, supuso la desaparición de un día para otro de 680.000 millones de dólares, o lo que es lo mismo, sería como ver desaparecer Facebook de la noche a la mañana.

La evolución de los precios desde el colapso financiero hasta ahora de los bonos subprime da una idea del ingente agujero que produjo sobre las entidades implicadas, y también de su increíble revalorización desde entonces. Un paquete de obligaciones de alto riesgo que en 2007 tenía un valor cercano a los 60 millones, al cabo de poco tiempo se intercambiaba por 2 centavos de dólar. Lo anterior implica una de pérdida de valor del 0,9999999997%, lo cual ayuda a entender el enorme agujero que hicieron dichos bonos a los balances bancarios.

Ahora, cerca de una década después aquellos valores que se podían comprar por tan solo uno par de centavos se negocian por entre 90 y 100 centavos. Lo anterior supone una revalorización de un 4.500%, según resaltan los datos que ofrecen tanto Bloomberg como Barclays.

Para hacerse una idea de todo lo bien que han funcionado dichos bonos, se puede hacer una comparación. Un ciudadano que invirtiera 10.000 dólares en 2009 tendría un valor en 2018 de 172.573 dólares si hubiera invertido en Apple, de 321.622 dólares si hubiera invertido en Amazon y de entre 450.000 y 500.000 dólares de haberse confiado a los bonos subprime. Por lo que, en definitiva, han rentado cerca del doble que las dos mayores empresas del mundo durante los mejores años en bolsa de estos dos gigantes. Aunque, obviamente, con la salvedad de que dichos bonos son altamente especulativos.

¿Por qué se han revalorizado tantos los bonos subprime?

Detrás de esta revalorización en las denostadas hipotecas subprime está la mejoría de la economía norteamericana desde distintos frentes. El principal elemento ha sido el crecimiento del valor de la vivienda en EEUU. Según el índice S&P CoreLogic Case Shiller, tras el colapso económico el precio de las casas se desplomó un 35%, pero en la actualidad ya ha superado con holgura las cifras del 2007. Lo anterior significa que los bonos ahora están respaldados por hipotecas con una garantía más fuerte detrás de ellas, ya que cuentan con el aval de la vivienda, que está por encima incluso de los momentos más álgidos de la burbuja. Asimismo, se destaca que dichos precios de la vivienda crecen más rápido que la inflación en EEUU, por lo que también sirven de garantía.

El otro punto importante en el que se sustentan los nuevos precios de los bonos es que los préstamos se están pagando con una relativa solidez. Se debe entender que los rendimientos que ofrecen dichos instrumentos de deuda no son más que la suma de todos los pagos mensuales (algunos semanales) de las hipotecas que están contenidas dentro de dicho instrumento. La razón es que la economía estadounidense lleva creando puestos de trabajo desde 2009 y recientemente ha batido un récord histórico al situar la tasa de paro en el 3,7%. Al final, ocurre lo contrario que durante el colapso: en aquel momento mucha gente no podía pagar porque se quedó sin trabajo y se alimentó el la espiral destructora. Ahora, con la economía a plena potencia, los impagos son mucho más improbables.

Por último, se le añaden a las otras dos causas un efecto legal por el abuso en muchas ocasiones que realizaron algunos bancos. Los fondos que mantienen en su balance bonos subprime están demandando a las entidades que en su día los comercializaron de manera fraudulenta. En concreto, al mezclar distintas hipotecas con ratings diferentes o por vendérselas a personas que por su perfil no se podía. 

La jugada es maestra, puesto que muchos juzgados han obligado a bancos como JP Morgan a recomprar bonos y préstamos incobrables, que se habían adquirido por unos centavos, por valores cercanos al dólar. Dicho efecto genera una ola inflacionista en el precio del resto y también lo explica, porque aquellos inversores que se sumergen en el lodazal (en 2007 los bonos suponían un mercado de 2 billones de dólares), rebuscan para adquirir especialmente paquetes híbridos (esto es, que tienen deuda y también una parte de capital) emitidos por bancos de inversión.

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