Crisis de la lira

Turquía afronta el despegue definitivo de la inflación bajo la 'Erdoganomics'

El presidente turco ha tomado el control del banco central del país ante su denominada "guerra económica" y en la antesala del último dato de IPC que puede encender la mecha de la hiperinflación. 

Erdogan Turquía
Erdogan Turquía
Agencia EFE

La crisis turca por la política de su presidente, Recep Tayyip Erdogan, no tiene fin y el próximo dato de inflación será clave. Este viernes el Instituto de Estadística Turco publica el Índice de Precios al Consumo (IPC) del mes de noviembre -según las estimaciones superará el 20%-  que puede encender la mecha definitiva para la hiperinflación en el país. La cifra se conocerá con la política monetaria ya en manos al completo del presidente, después de que su ministro de Finanzas, la última voz discordante en el Ejecutivo, fuera sustituido por un hombre de confianza de Erdogan. Esta salida le permite continuar sin críticas con su particular "guerra económica" que defiende rebajar los tipos de interés pese a tener la inflación disparada. 

El IPC se ha incrementado en Turquía más de 5 puntos desde enero después de que el último dato de octubre alcanzara el 19,89%. Casi cuatro veces más que el objetivo del 5%. El país registra un proceso de inflación muy elevada, fuera de control, con los precios aumentando de forma rápida y, al mismo tiempo, la lira turca perdiendo valor a la misma velocidad. El sobrecalentamiento de la economía la aboca al riesgo de  hiperinflación, aunque para ello debe superar tasas de incremento de precios superiores a los tres dígitos (más del 100%) como en Venezuela, Zimbaue o Argentina. Por ahora, algunos expertos ya anticipan el repunte de los precios alcanzará el 30% en los últimos meses. 

Pese a este nivel de inflación, hace apenas dos semanas se produjo la última bajada de tipos, hasta el 15%, en una estrategia a contracorriente de lo que defienden las teorías económicas. Erdogan afirma que las tasas de interés bajas ayudan a luchar contra esta inflación, entre otros motivos porque -según defiende- reducen los costes de los préstamos y fomentan el consumo. La estrategia también es política, después de que el líder turco y su partido hayan visto resentida su popularidad desde la pandemia. 

Sin embargo, la decisión ha sido criticada por analistas e, incluso, algunos responsables económicos que ya han sido retirados del poder. El último, Lutfi Elvan, hasta ayer ministro de Finanzas, un cargo en el que ha permanecido apenas algo más de un año. Según el boletín del país, Elvan pidió ser relevado de sus funciones, pero la sombra de las presiones del presidente está presente después de que mostrara sus reticencias a las bajadas de tipos.

Erdogan le sustituyó de forma abrupta por Nureddin Nebati, que es viceministro de Finanzas desde 2018. Tras su nombramiento explicó que Turquía ha tratado durante años de implementar una política de tasas bajas, pero que se había enfrentado a una fuerte oposición. "Esta vez, estamos decididos a implementarlo", escribió en Twitter, y agregó que "no había ningún problema" en mantener bajas las tasas de interés en las condiciones actuales del mercado. Además, Nebati es una persona próxima al yerno de Erdogan, Berat Albayrak, quien también ocupó el puesto de ministro de Finanzas, no sin polémica. En noviembre de 2020 renunció después de que el presidente anunciara una reorganización en la gestión de el banco central.

La salida de Elvan se produce después de que el banco central de Turquía anunciara una intervención en los mercados de divisas por primera vez desde 2014 en un intento por estabilizar la lira, a pesar de contar con limitadas reservas de divisas. La autoridad monetaria no descarta continuar con esta controvertida política en el mercado monetario ante "la formación de precios poco realista y poco saludable en el mercado de divisas".

Además, el último movimiento de Erdogan se suma a la la destitución de otros funcionarios que no están de acuerdo con sus prioridades, entre ellos el propio gobernador del banco central, a quien destituyó en marzo. Todo esto resta independencia a los responsables económicos del país y reduce la confianza de los inversores. Como consecuencia, la lira ha sufrido una fuerte corrección y hace una semana ya registró su mayor caída diaria desde 2001. Solo en noviembre la depreciación de la moneda frente al euro alcanza el 27%, mientras que el retroceso anual es del 41%.

¿Más reducciones de tipos en 2022?

El país depende en gran medida de las importaciones y otras materias primas que se vuelven cada vez más caras a medida que la lira se desliza. Pese a las advertencias de expertos, el Banco Central de Turquía mantiene su ritmo, aunque, según recoge Bloomberg, señaló a analistas que evaluará el impacto de su política sobre las tasas de interés en la primera mitad de 2022. Este comentario, no obstante, contradice las afirmaciones de Erdogan, que se ha comprometido a seguir bajando los tipos hasta las elecciones de 2023. 

Con independencia de cuál sea la decisión, el banco central defiende que la política actual tendrá efectos positivos en la primera mitad de 2022. "Observaremos los efectos acumulados de nuestra actual política monetaria en el primer semestre de 2022. La balanza por cuenta corriente arrojó un superávit en agosto y septiembre. La mejora de la cuenta corriente en el año siguió siendo evidente", dijo el gobernador del Banco, Sahap Kavcioglu, según el diario Hürriyet. Según ese medio, Kavcioglu afirmó que "el apetito inversor se situó en niveles elevados".

Pese a las previsiones del Ejecutivo turco, la situación en el país ha desatado el pánico entre los inversores, algunos ya atrapados en la espiral inflacionista. En España el principal perjudicado es BBVA, a quien la crisis en el país le ha pillado en medio de la opa sobre el porcentaje que no controla sobre su filial Garanti. En el caso de Técnicas Reunidas tiene gran presencia en el país. Aunque no tiene riesgo de que sus activos en Turquía se deterioren porque no mantiene su propiedad, sí está expuesta a sus clientes. Entre ellos se encuentra la refinería SOCAR, filial turca de la firma de Azerbaiyán, para quien trabaja en un proyecto en Aliaga.

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