Fondo de recuperación de 750.000 millones

Von der Leyen pone la primera piedra del Tesoro Europeo con los 'bonos Covid-19'

¿La Unión Europea camina hacia la unión fiscal y presupuestaria?
¿La Unión Europea camina hacia la unión fiscal y presupuestaria?
BCE / Archivo

Un momento histórico… si se aprueba. La propuesta de la Comisión Europea (CE) sobre el esperado Fondo de Recuperación con 750.000 millones de euros, dos tercios a fondo perdido en forma de subvenciones y un tercio en préstamos a devolver, exige salir a los mercados de capitales a por dinero de los inversores para financiarlo. El gran paso que va a dar Europa será la venta de deuda común a largo plazo para recaudar ese dinero, haciendo uso del rating triple A (máxima calidad, menor coste) de las instituciones comunitarias. De facto, será la llegada de los esperados eurobonos, pero al mismo tiempo traen bajo el brazo la necesidad de crear un Tesoro Único europeo para gestionar la nueva dimensión de esa deuda supranacional, quince veces mayor que los 52.000 millones en 'eurobonos' actuales en circulación.

El tamaño del fondo también multiplicará por siete veces el conjunto de ‘Bonos corporativos Covid-19’ (asociados a la respuesta contra la crisis) que se emitirán en 2020 a este ritmo, según las previsiones de la gestora AXA IM. Pero tras la euforia inicial por el plan surge la resaca de las rutinas europeas. El plan Von der Leyen deberá ser aprobado en el Consejo Europeo y los expertos preven “feroces negociaciones” para alcanzar el quorum necesario que dé luz verde al fondo.

“La propuesta de la Comisión Europea es muy parecida a una cara botella de vino en los estantes de los supermercados: sería un verdadero placer, por no decir sensacional, saborearlo, pero muy a menudo solo está ahí para hacer que el resto de los precios parezcan razonables”, apuntan con sorna Bert Colijn y Carsten Brzeski, economistas senior del banco holandés ING. "Que comiencen las negociaciones", añaden.

Tensas negociaciones

Von der Leyen ha plantado la semilla para la creación del Fondo de Recuperación con el que relanzar la economía europea tras el Covid-19. También es la primera piedra de un futuro Tesoro Europeo, la agencia llamada a emitir y gestionar la deuda en nombre de los Estados asociados al proyecto común. Ahora solo falta que en el Consejo Europeo, en nombre de los 27 países de la Unión Europea, den luz verde a una iniciativa que cuenta con los recelos del grupo de países frugales (Holanda, Austria, Suecia y Dinamarca) y también del sur (España e Italia) ante la exigencia clara de reformas para acceder a estos fondos.

Francia y Alemania, que ocupará la presidencia rotatoria de la UE a partir del 1 de julio, lideran un planteamiento que cargará contra los Presupuestos europeos 750.000 millones de euros adicionales en forma de deuda a largo plazo, con vencimientos entre 2028 y 2058. La Unión mantiene hasta la fecha 18 emisiones de eurobonos (deuda con cargo a los países europeos) ligadas a los programas de rescate (EFSM, asumidos por el MEDE) de los que se beneficiaron Portugal, Grecia, Irlanda o España durante la crisis de 2008 a 2012.

También se encuentra financiado por eurobonos comunes el programa de asistencia de balanza de pagos de ayuda a los países de la UE que no tienen el euro y el plan de ayuda macro-financiera en colaboración con el FMI. Ahora también el programa SURE, diseñado para financiar el impacto del desempleo por la crisis del Covid-19, acaba de salir al mercado con el objetivo de recabar capital para los 100.000 millones que necesita para los países.

Pero la puesta en marcha de un programa de emisiones de 750.000 millones de euros son palabras mayores, incluso para la Unión Europea (UE), ya que exige recurrir a los grandes fondos de Wall Street, Oriente Medio o Asia para vender la deuda. Según una presentación del programa de emisiones de eurobonos, el perfil de comprador de esta deuda corresponde en un 29% a fondos de inversión, un 28% a bancos y un 20% a aseguradoras. El resto son los propios bancos centrales (20%) y una minoría del 2% inversores particulares.

Los tres primeros subgrupos financieros se enfrentan a la crisis del Covid-19 bajo la amenaza de estrés y una gran desestabilización financiera, como ha advertido esta semana el Banco Central Europeo. De este modo, la autoridad monetaria advierte tanto sobre sus capacidad para invertir, como dar crédito o liquidez a sus clientes en el momento actual de crisis. La diversificación geográfica actual poco tiene que ver con la que un gran emisor de deuda y está concentrada en Europa. Por nacionalidad, el 33% es un residente en Alemania, el 17% británico, un 11% francés, el 9% del Benelux y un 4% suizo, entre otros.

El planteamiento de la Comisión de pedir prestado 750.000 millones de euros obligará a las autoridades europeas a profesionalizar la gestión de la deuda con la creación una agencia emisora como el proyecto del Tesoro europeo, guardado en el cajón desde la creación del euro. Como Santa Bárbara cuando truena, su ausencia solo es recordada con ocasión de las crisis como en 2008 con el colapso 'subprime' o entre 2010 y 2012 con la crisis de deuda europea.

La misión de este tipo de agencia no solo es emitir y recaudar capitales de los inversores. Va mucho más allá, ya que se encarga de hacer cumplir las leyes fiscales, obtener determinados impuestos o gestionar la cartera pública de activos. El Tesoro de EEUU permitió en 2008 (y lo ha vuelto a hacer en 2020) una respuesta ágil y diferencial frente a la crisis financiera, que evitó un mayor deterioro con el apoyo público y arrojó mejores resultados.  Un consenso de expertos considera que Europa tuvo una reacción tardía y amplificó su crisis en el tiempo.

Hasta que se ponga en marcha el Fondo de Recuperación, los países europeos tienen tiempo para sacar adelante una propuesta de reforma de los tratados y sacar adelante el Tesoro. Su rol parece creado de antemano: velar por el cumplimiento de las reformas y el correcto gasto de los fondos del programa de recuperación. Se encargaría por ejemplo de que España, que recibiría 77.000 millones de euros a fondo perdido en el plan de recuperación y otros 63.000 millones en créditos, cumple con el uso de los fondos. En total, cerca de 140.000 millones, casi el 12% del PIB español, una de las proporciones más altas entre los países auxiliados

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