Hablar de Aston Martin es hablar probablemente de la marca de coches más exclusiva y deseada del mundo, por encima incluso de las italianas Ferrari, Maseratti y Lamborghini. La marca inglesa, la de las alas de plata es sinónimo de elegancia, confort y motores potentes y dinámicos.
La silueta más famosa de Aston Martin es la de los coches de la gama DB construidos a partir de finales de los años 50 y hasta el comienzo de los años setenta del Siglo XX. El primero de estos coches, el DB4, fue una combinación del mejor estilo y diseño italiano de la brillante carrocera Milanese Carrozzeria Touring, las mejores calidades y la ingeniería británica más puntera. Esta combinación mágica dio fama a la marca por las victorias que acumuló en cuantas carreras participaba en aquella época.
Durante los años 60 el coche evolucionó al DB5, y posteriormente al DB6. Aunque la mecánica y la estética sufrían modificaciones, todas las nuevas versiones mantenían la impronta del estilo que caracterizaba a la marca.
El DB4s y el DB5s se produjeron en números similares, no más de un millar de cada uno. Del DB6 se produjo algo más, cerca de dos mil. Así que estos tres modelos son vehículos muy exclusivos y hasta cierto punto raros, lo que les hacen muy valiosos. El más valorado de todos ellos es el DB5 actualmente catalogado en algo más de un millón de euros, no en vano, fue el primer coche que condujo James Bond; mientras que el DB6 es el más asequible de todos.
La mayoría de los coches eran de techo duro y sólo un 10% fueron convertibles y de estos, el más raro de todos ellos fueron los modelos descapotables construidos utilizando partes del DB6 y del DB5. Después de haber comenzado a construir el DB6, en fábrica quedaba algún chasis del DB5 sin utilizar. Decidieron no desaprovechar nada y hacer una versión descapotable, a la que llamaron Volante. Desde entonces todos los convertibles de la marca adoptaron este nombre.
Del modelo Volante de chasis corto, el que combinaba partes de la serie D85 y D86, se fabricaron sólo 37 unidades, lo que posiciona a las escasas unidades que aún ruedan por las carreteras inglesas como los coches más raros y valiosos del mundo.
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