Estafa y abandono... La historia del megaproyecto de lujo que Trump planeó en México

  • En 2006 el magnate lanzó un desarrollo urbanístico en Tijuana que iba a denominarse  'Trump Ocean resort'. Eran épocas en las que consideraba al país vecino  "una nación amiga e ideal para realizar inversiones". Finalmente estafó a casi 200 compradores.

    Aquellas tres torres idílicas (con 526 pisos cada una y playas privadas) que pensaba construir, jamás se edificaron. El lugar hoy sigue vallado, con tierras abandonadas y apenas unos pocos cimientos. Los carteles con el rostro de Trump han desaparecido.

El cartel que promocionaba las obras de lujo de Trump en Baja México.
El cartel que promocionaba las obras de lujo de Trump en Baja México.
Diego Caldentey
Diego Caldentey

Las vallas se extienden para delimitar un inmenso espacio de tierra abandonado, con sus cimientos construidos parcialmente. En Punta Bandera, Tijuana (México) aún hay vigilantes de seguridad a las puertas de este predio, cuya función es evitar el paso de intrusos. Cuando alguien se acerca hasta allí y pregunta quién es el dueño de ese lugar, el personal de seguridad privada suele responder de la misma manera que hace años: "Del señor Trump".

Aunque nunca ha sido del todo así, esos trabajadores no están muy alejados de la realidad. Este espacio fue en la pasada década uno de los máximos negocios inmobiliarios que proyectó el hoy presidente de los Estados Unidos.

Eran tiempos en los que el magnate consideraba a México una "nación amiga, ideal para invertir y captar inversores". Por aquel entonces, decidió planificar lo que sería el 'Trump Ocean resort', un oasis descomunal, con pisos de lujo y vistas al mar privilegiadas en Baja California.

En 2006, Trump le puso el cuerpo y el alma a la iniciativa. Tanto él como sus hijos promocionaron hasta el hartazgo el desarrollo. Grabaron vídeos y spots publicitarios que invitaban a acaudalados inversores a sumarse a la idea. Según sus anuncios, allí se iban a construir tres gigantescas torres con 526 apartamentos de lujo en cada una y playas privadas, en una zona que colinda con San Diego, en Estados Unidos.

Más de doscientas personas decidieron en un primer momento comprar sobre plano las viviendas en la ampulosa fiesta de inauguración y lanzamiento del proyecto urbanístico. Pagaron una entrada de más de 160.000 dólares por apartamento. Pero entre todos, finalmente, terminaron perdiendo más de 20 millones de dólares por un desarrollo inmobiliario que quedó varado y en la nada: jamás se concretó.

En 2007 comenzó a incubarse la crisis financiera que haría estallar por los aires a Wall Street un año después. Por este motivo, el inmenso desarrollo turístico que había proyectado Trump en México acabó de la peor manera: con una descomunal demanda en su contra, que en cierta manera contribuyó a endurecer su postura respecto a México.

El magnate consiguió vender 188 unidades en las torres, con un costo de 122 millones de dólares en total. Los pilares y los cimientos comenzaron a edificarse. La construcción quedó a cargo de la compañía estadounidense Irongate Capital Partners, con quién Trump había colaborado en diversos proyectos en Hawái. Todo, en teoría, marchaba bien, hasta que Leman Brothers cambió el rumbo del mundo y se suspendió todo avance en aquellas obras.Trump intentó evitar su responsabilidad

En 2008, los estafados compradores recibieron una carta del magnate. Allí deslindaba cualquier responsabilidad por las fallidas torres, al alegar que nunca había hecho ninguna inversión en el desarrollo y que solo había explotado su nombre e imagen para vender los inexistentes pisos. Tampoco había dinero para devolver a las personas los millones de dólares invertidos en el desarrollo. De todas formas, más de cien familias se animaron a demandar a Trump.

En 2012, el juicio reveló que Trumpo 'alquiló' su nombre para el desarrollo del 'Trump Ocean resort', a cambio de 4 millones de dólares y un porcentaje de las ganancias totales de la obra. Estaba obligado, bajo contrato, a aparecer en dos eventos anuales para la venta de apartamentos, siempre y cuando no excedieran las seis horas de duración cada uno.

Un año después los demandantes ganaron el pleito a Trump. Lograron llegar a un acuerdo por el fraude, aunque por contrato de confidencialidad jamás se reveló el monto que les pagó Trump.

Hoy los terrenos de aquel complejo que jamás llegó a concretarse muestran un enorme socavón en el centro. El lugar está vallado y apenas pueden divisarse algunas columnas y pilares que apuntan al mar. Ya no se observan carteles gigantes con el rostro sonriente y el 'semblante exitoso del magnate', pero su sombra aún se alarga de manera inexplicable en la zona, mientras los empleados de seguridad siguen respondiendo a quien pregunta que ese terreno es "propiedad del señor Trump".

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