El abuelo que con su sangre especial salvó la vida a más de 2 millones de bebés

  • El australiano James Harrison se ha retirado de la donación a sus 81 años después de realizar la donación número 1.173.
Centro de donación de sangre de Grifols
Centro de donación de sangre de Grifols
Grifols

James Harrison tenía 14 años cuando requirió una operación que, más tarde, le hizo necesitar una cantidad considerable de sangre de desconocidos para sobrevivir a ella. Este hecho cambió la vida de este hombre de Sídney (Australia), que a sus 81 años, ha batido el récord de donaciones de sangre.

Tras su operación, y una vez ya recuperado, sintió la necesidad de devolver ese favor a la sociedad. Desde entonces, Harrison empezó a hacer donaciones de sangre por distintos puntos de Australia cada dos semanas. Lo mejor no acaba ahí ya que, gracias a un anticuerpo de su sangre, este octogenario ha conseguido salvar la vida a 2,4 millones de bebés.

Los médicos descubrieron este anticuerpo inusual que es necesario para hacer un medicamento pionero, el cual los funcionarios del Servicio de Sangre de la Cruz Roja Australiana dicen que ha ayudado a salvar a más de dos millones de bebés de una enfermedad potencialmente mortal. En los últimos 50 años, más de tres millones de madres se han podido beneficiar de este medicamento.

Pero la edad ha hecho que Harrison, que ya ha entrado el el Libro Guinness de los Records, tuviera que retirarse de esta vida altruista para proteger su propia salud. El australiano, apodado por algunos como el Hombre del Brazo de Oro, celebró su última donación con globos en forma de 1.173, la cantidad total de veces que Harrison donó sangre.

Su cuerpo produce naturalmente el anticuerpo que previene la enfermedad hemolítica. El australiano dijo que no sabe exactamente por qué razón lo contiene su sangre, pero que cree que podría tener algo que ver con las transfusiones que recibió cuando era adolescente.

Se ha alabado mucho a Harrison, quien recibió la Medalla de la Orden de Australia por su apoyo al Servicio de Sangre de la Cruz Roja Australiana y el programa Anti-D. Pese a eso, Harrison rechazó todas las alabanzas con humor y humildad: “Échenme la culpa por el aumento de la población”, dijo.

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