Al rescate de las lenguas indígenas moribundas

  • Cuando los colonos españoles llegaron a Colombia, los nativos hablaban 300 lenguas diferentes, ahora solo quedan 68. El ritmo al que desaparecen es enorme, cada dos años desaparece una lengua indígena. Los expertos predicen que solo unas pocas llegarán vivas al próximo siglo.
Cuando los colonos españoles llegaron a Colombia, los nativos hablaban 300 lenguas diferentes.
Cuando los colonos españoles llegaron a Colombia, los nativos hablaban 300 lenguas diferentes.
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John Otis, Bogotá (Colombia) | GlobalPost

Eudosio Becerra dice que le resulta prácticamente imposible hablar en su lengua natal. De entre los 600 miembros de la tribu uitoto que viven en la selva del sur de Colombia, tan solo unos 50 hablan todavía su lengua indígena. La abrumadora mayoría se comunica en español, una lengua que consideran más moderna y práctica.

En Colombia hay 68 lenguas indígenas, pero en la actualidad hay tan sólo tres que sean utilizadas por más de 50.000 personas. De hecho, en torno al 30 por ciento de esas lenguas corren el riesgo de desaparecer totalmente, alerta Daniel Aguirre, jefe del Centro para el Estudio de Lenguas Aborígenes de la Universidad de los Andes, en Bogotá.

"Tenemos lenguas como el barasana, que sólo hablan 200 personas", dice. "El último usuario de la lengua tinigua murió hace tres años".

Bañada por aguas del Pacífico y el Atlántico, y cercana a las islas del Caribe, Colombia ha sido históricamente una encrucijada de grupos indígenas. En el siglo XVI los exploradores españoles informaron que en esas tierras los nativos hablaban en torno a 300 lenguas diferentes.

Muchas de esas lenguas sobrevivieron gracias a la compleja topografía del país, de montañas y selva, que permitieron a las tribus permanecer aisladas de los españoles. Hoy en día, Colombia es el cuarto país del mundo con más lenguas indígenas, después de Brasil, México y Perú.

Pero las tribus sufren una enorme presión para asimilar el español.

A no ser que estén ubicadas en tierras indígenas, las escuelas públicas colombianas ignoran las lenguas minoritarias y enseñan en español. En lugar de mostrar orgullo por su lengua propia, muchos jóvenes indígenas adoptan el español como una manera de integración y progreso en la escala social. Incluso en la educación superior, a los dialectos indígenas se les concede muchas veces poca atención.

Rafael Epiaje, un indio wayuu, recuerda el día que le dijeron que tenía que aprender un segundo idioma para poder licenciarse en la Universidad Nacional de Bogotá. Epiaje contestó que ya hablaba español y wayuu, pero los administradores de la facultad le dijeron que este último no contaba.

La diversidad lingüística también se ha visto perjudicada por unos importantes cambios demográficos. Miles de indígenas se han tenido que desplazar por culpa del negocio de las drogas y la guerrilla. Muchos otros se han trasladado a grandes ciudades en busca de trabajo y allí han aprendido español.

Mientras tanto, el español se está afianzando en zonas tribales remotas debido a la llegada de compañías mineras privadas que buscan oro o levantan granjas industriales, al tiempo que otros llegan para cultivar coca o adormideras, la materia prima de la cocaína y la heroína.

Aguirre, que se ha pasado años estudiando la lengua de los embera, dice que su trabajo con ese grupo indígena se está haciendo cada vez más difícil porque se están introduciendo más y más palabras en el dialecto local. Calcula que cada dos años desaparece una lengua indígena en Colombia.

"No supimos reconocer lo que teníamos", afirma. Durante muchos tiempo los colombianos "no valoraron estas lenguas porque los indios eran considerados el escalafón más bajo de la sociedad".

Pero aún así el idioma es el elemento unificador de las culturas indígenas, explica Juan Mayr, ex ministro colombiano de Medio Ambiente. "Refleja las tradiciones del pueblo, su historia y cosmología. Por eso, si uno pierde su lengua, rápidamente pierde su cultura", indica.

Lingüistas y antropólogos han encendido ya las alarmas. La Universidad Nacional, que hace unos años despreciaba el wayuu, ofrece ahora cursos de nasa, uitoto, embera y wayuu. De esta última es profesor precisamente Rafael Epiaje.

Recientemente, durante una clase, Epiaje recitó los números en lengua wayuu y habló sobre su significado. Pronunciar "uno" en wayuu, explicó, es más que un simple valor numérico, porque también puede ser una señal de reconocimiento al bien colectivo de la comunidad.

Uno de los alumnos de Epiaje, el estudiante de Derecho Pablo González, reconoce que el wayuu es difícil, pero está dispuesto a seguir aprendiéndolo. "Quiero conocer las diferentes culturas de mi país", dice. "Todo el mundo habla francés y alemán, pero ¿cuántas personas hablan wayuu?".

Desde la década de 1960 el Summer Institute of Linguistics, conocido como SIL International, ha enviado a cientos de misioneros a Colombia. Como parte de sus esfuerzos para traducir la Biblia y promover el cristianismo, han creado una base de datos con 38 lenguas indígenas.

Uno de sus misioneros, el estadounidense Ray Rising, ayuda a producir programas de radio que ofrecen historias sobre la Biblia en lenguas indígenas, y reparte radios que funcionan con energía solar para que las tribus los puedan escuchar.

Debido a la misión evangélica de este grupo "algunas personas no están de acuerdo con lo que hacemos", reconoce Rising, que fue secuestrado por rebeldes marxistas en 1994 y retenido durante dos años. "Creen que estamos destruyendo la cultura de los indios, pero en realidad la estamos impulsando", asegura.

Aún así, Aguirre y otros expertos predicen que tan sólo unas cuantas de estas lenguas lograrán sobrevivir y llegar al próximo siglo. Quizás tengan razón. No hace muchas tardes, en la Universidad Nacional, Becerra enseñaba uitoto en una clase repleta de sillas vacías y con tan sólo ocho alumnos. "Le doy a esta lengua menos de 20 años. Cuando mi generación se acabe, será el final", dice el profesor, que tiene 61 años.

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