Ángel Viñas: Con la Transición, el rey saldó una deuda histórica

  • Fernando Prieto Arellano.

Fernando Prieto Arellano.

Madrid, 30 mar.- El historiador Ángel Viñas sostiene que con la Transición democrática española el rey Juan Carlos I "saldó una deuda histórica" contraída por la Corona por el papel que los elementos monárquicos desempeñaron en la conspiración que dio lugar a la Guerra Civil y acabó con la Segunda República.

En entrevista con Efe con motivo de la publicación del libro del historiador español Mario Amorós "75 años después. Las claves de la Guerra Civil Española. Conversación con Ángel Viñas" (Ediciones B), este, uno de los mayores expertos sobre el tema, sostiene que "en un cierto sentido, teleológico, finalista", se puede considerar que la Transición es una especie de victoria moral de la República.

Sin embargo, subraya Viñas, la Transición "no se hizo con esa intención, sino que se hace bajo el amparo de la Corona, con un desprendimiento importante de las facultades del rey como jefe del Estado, pero sin abdicar del principio de que la única forma" posible del Estado "es la monárquica".

Ese principio lo acata la oposición, que, según Viñas, "se rinde a esa valoración", y cita como ejemplo al Partido Comunista de España (PCE), que a los pocos días de ser legalizado, el 9 de abril de 1977, "enarbola la bandera monárquica" (la oficial del Estado), como también hizo el PSOE poco después.

Viñas sostiene que, cuando España pasa de una forma autocrática de gobierno, la del régimen del general Francisco Franco, a otra democrática, "parlamentariamente responsable, con derechos y libertades establecidos al amparo de la Constitución de 1978, se reanuda la única experiencia democrática que había habido antes y que se plasmó en la Constitución de 1931", de la Segunda República.

En opinión de Viñas, el rey no podía mantener la Corona bajo una forma autocrática de gobierno. "Se dio cuenta, lo sabía incluso desde antes de que muriera Franco".

Y recalca: "Después de haber enfatizado el papel de los monárquicos en la conspiración del 18 de julio", que propicia el estallido de la Guerra Civil (1936-1939) y el fin del régimen republicano (1931-1939), "yo sostengo que el rey, con eso", con la Transición, "salda una deuda histórica de la Corona".

Respecto al impacto en el ámbito de las relaciones internacionales que tuvo la Guerra Civil y su traslación a nuestros días, Viñas ve un mayor paralelismo con el caso de las guerras que propiciaron la desaparición de Yugoslavia en la década de los 90 que con el conflicto sirio, aunque técnicamente ambos (sobre todo el segundo) pueden calificarse como guerra civil.

Y regresando ya al contexto de la Guerra Civil española, Viñas se refiere a un dato mencionado en su libro "La soledad de la República", vinculado a la matanza de presos derechistas en la localidad madrileña de Paracuellos del Jarama, en noviembre de 1936, uno de los episodios más negros de la contienda y sobre el que se ha escrito, y sigue escribiéndose, en abundancia.

"Cuando llegan las noticias de Paracuellos al Foreign Office, el subsecretario del departamento dice que el gobierno republicano es un gobierno de gángsters", apunta Viñas, para quien es muy importante "considerar los esquemas culturales con que se percibía a España" en esa época.

Viñas alude también al concepto "de clase" con que se condujo la política exterior británica durante la Guerra Civil. Así, indica que "a los pocos días del comienzo de la sublevación, en torno al 22 de julio (de 1936), el secretario del Consejo de Ministros británico, Maurice Hankey, distribuye un memorándum a su gobierno en el que dice que puede pasar una revolución en España".

Ante esa perspectiva, Hankey sugiere que tal vez a Londres le conviene acercarse a Alemania y a Italia. "¿Por qué?", se pregunta Viñas, quien de inmediato aporta la respuesta subyacente en aquel documento: "Porque alemanes e italianos, con el fascismo, han enseñado cómo hay que embridar a la clase obrera. Que no se desmande la clase obrera".

Con respecto al papel de Francia en la Guerra Civil y su obstinación por defender la política de no intervención en la contienda, Viñas afirma que tiene una idea "clarísima" al respecto: "Los franceses no se atrevían a hacer nada solos, sin el apoyo británico".

En cuanto al de la URSS, sostiene que "el Partido Comunista soviético no quería una revolución en España".

Viñas subraya que el entonces líder soviético, Iosif Stalin, se lo dice en cartas al líder socialista y jefe del Gobierno español (septiembre de 1936 - mayo de 1937) Francisco Largo Caballero. En ellas le expresa: "Ustedes tienen que aliarse con Francia e Inglaterra, no con la URSS. Nosotros les ayudaremos, pero en segunda línea".

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