Arabia Saudí: la mano silenciosa que mece Pakistán

  • Arabia Saudí está actuando entre bambalinas para calmar la tensión imperante entre el Ejército y el Gobierno paquistaníes. Dependiente de su petróleo y de su ayuda financiera, Pakistán no suelen decirle que "no" a los jeques saudíes.
El Tribunal Supremo de Pakistán acusa al primer ministro de desacato
El Tribunal Supremo de Pakistán acusa al primer ministro de desacato
Aamir Latif, Islamabad (Pakistán) | GlobalPost
Aamir Latif, Islamabad (Pakistán) | GlobalPost

Arabia Saudí está actuando en la sombra para calmar la tensión entre el poderoso Ejército de Pakistán y su gobierno, acuciado por problemas y según algunos al borde del colapso.

El Ejército paquistaní y el actual Gobierno del país libran una intensa lucha por el control del poder desde que por el Partido del Pueblo de Pakistán (PPP) asumió el Gobierno en 2008.

Al parecer al Ejército le molestó que Husein Haqani, el embajador de Pakistán en EEUU en ese momento, emitiese visados a agentes de la CIA y del FBI en cuanto el nuevo presidente, Asif Ali Zardari, asumió el cargo.

A los militares también les ha irritado el esfuerzo del gobierno por tratar de someter bajo control del Ministerio del Interior a los poderosos servicios de inteligencia, la agencia ISI.

Las tensiones, no obstante, alcanzaron su punto álgido tras el asesinado de Osama bin Laden por parte de fuerzas de EEUU en mayo de 2011 en la ciudad norteña de Abbotabad. El cruce de recriminaciones posterior al ataque abrió una brecha entre el Ejército y el gobierno civil que todavía no se ha cerrado.

Desde entonces, una serie de eventos han contribuido a desestabilizar al Gobierno, y algunos sospechan que la mano silenciosa de los militares está detrás de ellos.

Haqani, de hecho, se enfrenta a cargos de traición por supuestamente enviar un documento a altos cargos de EEUU en Washington pidiéndoles ayuda para evitar un golpe de estado de los militares. El memorándum, que salió a la luz pública en noviembre, ofrece a cambio de ayuda un nuevo acuerdo de seguridad que podría ser más favorable a EEUU. El escándalo, conocido como el "Memogate" entre los medios paquistaníes, continúa coleando sobre el gobierno.

En diciembre, claramente frustrado con los militares, el primer ministro Yousaf Raza Gilani, ofreció un mordaz discurso en el que dijo que se estaban incubando conspiraciones para derrocar al Gobierno. A continuación, destituyó al secretario de Defensa, que actúa como coordinador entre el gobierno y el Ejército.

Gilani es ahora el centro de un escándalo de corrupción y ha tenido que presentarse ante el Tribunal Supremo, acusado de desacato por no ordenar investigar a más de mil miembros del gobierno, incluyendo al presidente Asif Al Zardari.

En Pakistán se especula que el Ejército, que probablemente entiende que un golpe militar al uso no sería bien visto por la mayoría de los partidos políticos, está detrás del vigoroso interés que parece mostrar el Tribunal Supremo por culpar al Gobierno de cargos de corrupción anteriores a 2007. 

Gilani, según fuentes cercanas al primer ministro, estaba a punto de destituir al jefe del Ejército y al jefe del ISI cuando intervino la familia real saudí.

El embajador saudí en Pakistán, Abdul Aziz Alghadeer, fue el encargado de transmitir recientemente un "mensaje especial" del rey Abdullah bin Abdel Aziz al jefe del Ejército, el general Ashfaq Pervez Kyani, con el fin de aliviar las tensiones.

"Ha sido la mediación saudí la que ha persuadido a ambas partes para que se contengan", ha asegurado un alto cargo del Gobierno a nuestra publicación.

La intervención saudí, dicen las autoridades, obligó a Zardari y Kyani a reunirse el 14 de enero. Dos días después se produjo otra reunión entre Zardari y el presidente del Estado Mayor Conjunto, el general Khalid Shameem Wyne, considerado próximo a la familia real saudí. "Entiendo que diversos asuntos entre ambas partes han sido resueltos", ha declarado.

Pero unos cuantos asuntos todavía sobrevuelan sobre la débil relación, incluyendo el reciente nombramiento de un secretario de Defensa civil por primera vez en dos décadas.

Hamid Mir, un analista de seguridad con base en Islamabad, cree que por lo menos la intervención saudí ha servido para aliviar un estancamiento que estaba ahogando al país. "Puedo decir con toda seguridad que el enfrentamiento entre el Gobierno y el Ejército se ha rebajado", afirma Mir.

La intervención de Arabia Saudí en sus asuntos domésticos no es algo inusual para Pakistán. Muy dependiente de su petróleo y de su ayuda financiera, los líderes civiles y militares paquistaníes rara vez dicen "no" a las peticiones de los jeques.

Fue el embajador saudí quien supuestamente convenció a las familias de los dos paquistaníes asesinados por el agente de la CIA Raymond Davis en la ciudad de Lahore el año pasado para que pactasen un arreglo al asunto bajo la ley islámica, y no siguiendo un procedimiento judicial. Las familias de los muertos perdonaron a Davies a cambio de una compensación económica.

El rey Abdullah también medió en un acuerdo entre el general Pervez Musharraf y el ex primer ministro Nawaz Sharif, cuyo gobierno fue derrocado por un golpe militar liderado por Musharraf en 1999. Sharif fue sentenciado a cadena perpetua en base a unos cargos dudosos, hasta que los saudíes persuadieron a Musharraf en 2001 para que le dejase exiliarse en Arabia Saudí.

"Es cierto que los líderes civiles y militares de Pakistán no le dicen que no a Arabia Saudí", corrobora Mir.

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