Argentina, el cielo para el cine independiente en Latinoamérica

  • Más allá del recientemente oscarizado film "El secreto de sus ojos", Argentina producen más de 60 películas al año –en España se produjeron 186 en 2009-. La media no está nada mal comparada a la producción de los demás países latinoamericanos, en gran parte gracias a las subvenciones estatales. El cine no comercial, en términos de Hollywood, son la marca de la mayoría de sus producciones, pero aún así han conseguido hacerse un hueco importante.
Julia Kumari Drapkin | GlobalPost

(Buenos Aires, Argentina).A sus 72 años, Rafael Filippelli dice que le gusta hacer el tipo de películas que plantean los directores jóvenes: obras audaces, hechas para los amigos. “Y ya que no tengo muchos amigos, mis películas no gustan a muchas personas”, dice este jovial cineasta argentino.Tiene razón. "Secuestro y Muerte", de Filippelli, fue la película que abrió el reciente Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI), pero no recibió muy buenas críticas.

Argentina se ha convertido en un refugio para los cineastas independientes.Si bien el Oscar ganado este año por el veterano Juan José Campanella por “El secreto de sus ojos” ha servido para consolidar la reputación del cine argentino en todo el mundo, el talento de sus directores no es un secreto en el circuito independiente, ni fuera de él en algunos casos.

Las películas argentinas suelen tener éxito en los festivales internacionales, y Argentina es el único país de Latinoamérica que ha ganado dos premios Oscar a la Mejor Película Extranjera.Películas que quizás nunca se harían logran rodarse finalmente gracias a subvenciones del Gobierno y a leyes que obligan a proyectar filmes argentinos en los cines junto a los habituales taquillazos de Hollywood, como en España.

Cada año se producen en Argentina entre 60 y 70 películas (en España se produjeron 186 el año pasado), muy por detrás de Hollywood y Bollywood, aunque de una gran producción si lo comparamos con otros países latinoamericanos.

“La gente aquí dice que cuantas más películas hagas, más posibilidades tienes de que sean buenas”, dice Filippelli, que también es profesor en la Universidad del Cine de Buenos Aires, una de las varias buenas escuelas del ramo que hay en la capital. “Yo digo que cuantas más películas hagas, también hay más posibilidades de que hagas algunas muy malas”.

Eso se pudo ver en el BAFICI celebrado a principios de abril. Entre las 86 producciones argentinas proyectadas (44 largos y 42 cortos), se vieron cosas buenas, malas y feas, pero todas especiales.“Estamos buscando a los cineastas del futuro”, dice el director artístico del festival, Sergio Wolf, acerca de las opciones más arriesgadas. “El festival es una ventana para nuevos trabajos, pero también es como un pulpo con muchos tentáculos. Buscamos nuevas películas en sitios diferentes, e intentamos ayudarlas”.

La distinción a la mejor película argentina en la selección oficial internacional fue para "Lo que más quiero", una comedia dramática sobre la amistad. El premio a la mejor película en la competición reservada al cine argentino fue para "Invernadero", que trata sobre las excentricidades y vivencias de un escritor manco mexicano.

Aunque los creadores argentinos subrayan la diversidad de sus películas, resulta difícil no ver el trasfondo político en muchas de ellas, si no es directamente en el argumento principal sí de manera sutil.“Secuestro y muerte” de Filippelli está basada en parte en el secuestro y desaparición del general Pedro Aramburu, que participó en el golpe militar que derrocó a Juan Perón.

"El Recuento de los Daños" mezcla la tragedia del robo de niños durante la dictadura militar, las consecuencias de la industrialización y la tragedia griega de Edipo.“La herida es tan profunda y afecta a tantas generaciones todavía que, en muchas maneras, es todavía una herida abierta”, asegura el director Santiago Loza. “Aunque te propongas hacer una película que no tiene nada que ver con la dictadura, eso ya es en sí una reacción: estás rechazando algo”.

Loza e Iván Fund, compartieron el premio al Mejor Director en la sección oficial argentina por "Los labios", donde retratan la vida en una ciudad rural empobrecida a través de tres trabajadores del sistema sanitario.“Los labios” no es abiertamente política, pero sí refleja las interioridades de los gobiernos rurales y los servicios sociales de un modo a menudo trágicómico. Irónicamente, Fund logró una pequeña subvención de un gobierno municipal para hacer la película.

El apoyo gubernamental a la industria cinematográfica, grande y pequeña, ha contribuido en gran medida al éxito del cine argentino. Buena parte de las subvenciones que se conceden provienen de los impuestos que pagan los productores de televisiones comerciales y las salas de cine que son propiedad de compañías extranjeras.

“La mayor parte de las películas argentinas no podrían existir sin el apoyo del Estado”, admite Filippelli. “Todos mis trabajos, al menos en parte, han tenido subvenciones”.

“Así se pueden tener más películas artísticamente arriesgadas, pero por otra parte es un problema cuando la gente sólo hace películas para conseguir dinero del estado y no se preocupan por hacer una película buena”, plantea Juan Villega, director, productor y presidente de una de las cuatro asociaciones de cineastas de Argentina.

Según él, muchos de sus colegas creen que el proceso es demasiado burocrático y está sesgado políticamente, por lo que prefieren financiar sus trabajos sin ayudas oficiales.La última película de Villega no ha recibido ninguna subvención. “Pero la he podido hacer porque estoy trabajando en otra película al mismo tiempo que sí está subvencionada”.

“Los labios” de Fund y Lazo será vista por muchos pares de ojos fuera de Argentina, ya que ha sido seleccionada para participar en la 63ª edición del Festival de Cine de Cannes que se celebrará del 12 al 23 de mayo. Es la primera película argentina estrenada en el festival de Buenos Aires que logra acceder a una de las secciones oficiales de Cannes.

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