El gran cliente militar de Washington

Armas y el pastel del Sáhara: por qué EEUU apoya a Marruecos contra España

¿Qué une a dos países separados por 8.000 kilómetros? Las razones históricas no son, ni mucho menos, las más importantes. Hay otras muchas que justifican el incondicional apoyo de los estadounidenses.

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Visita al Sáhara del subsecretario de Estado para asuntos de Oriente Medio, David Schinker. EFE/ Javier Otazu
Agencia EFE | EFE

En la crisis diplomática y política que España vive con Marruecos se han colado dos grandes potencias cuyo apoyo puede decantar la balanza hacia uno u otro lado del Estrecho. Mientras que la UE ha sido clara en su determinación por fijar las fronteras europeas en Ceuta y Melilla, a Washington le han bastado dos palabras para calificar su relación (y con ella sus preferencias) hacia el vecino del sur: “Socio estratégico”.

El lenguaje diplomático es preciso y taimado. La Administración Biden ha elegido el sustantivo socio en lugar de aliado, una denominación reservada para otros actores como España. Esta diferenciación es fundamental, puesto que un aliado es tal para alcanzar un mismo fin, mientras que un socio es considerado como una parte de una sociedad, comprometida desde el inicio con su devenir.

¿Cuál es la razón que une a dos países separados por un océano y por 8.000 kilómetros? Marruecos, el Sultanato de Marruecos, fue la primera entidad política en reconocer a Estados Unidos. Fue en 1777, como recordaba Donald Trump en el tuit que reconocía tácitamente la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental, cuando Mohamed III daba un paso de gigante en el reconocimiento internacional de la primera potencia del mundo: un gesto que le serviría ganarse, para él y sus descendientes, la voluntad de la Casa Blanca. Sin embargo, las razones históricas no son, ni mucho menos, las más importantes. Por el contrario, surgen otras muchas que justifican el incondicional apoyo de los americanos.

1. Venta de armamento.

Marruecos se ha convertido en el principal cliente militar de los Estados Unidos. El país alauita destina más del 3,2% del PIB a su ministerio de Defensa, más del doble que España. En el último año ha incrementado un 30% su gasto militar y lo ha hecho a través de la compra de material estadounidense de última generación. Entre sus programas estrella, destaca la compra y actualización de 48 cazas F16, 36 helicópteros Apache, 25 blindados M88A2, 385 carros de combate Abrams M1A1, así como misiles Amraam, contracarro Tow 2A y M220A2, bombas MK82-1 y misiles antibuque ‘Harpoon’. Sólo en 2020 destinó casi 5.000 millones de dólares a rearmar su ejército, al que la revista Forbes le asignó el papel del “mayor cliente de armas estadounidenses de la región de Oriente Medio y África del Norte en 2019”.

2. Cooperación antiterrorista

Íntimamente ligada con el punto anterior está la ayuda que Rabat brinda a Washington en materia antiterrorista. Marruecos actúa como muro de contención al mantener unas relaciones privilegiadas con los regímenes de otros países africanos como Benín, Níger, Senegal o Camerún, donde Rabat actúa como gran potencia regional, tratando de llegar a acuerdos para mantener controlado un Sahel cada vez más inestable. La cooperación en esta materia encontró su máximo exponente en la participación de agentes marroquíes en los interrogatorios de nacionales alauitas en la base militar de Guantánamo, así como el control de todos aquellos ciudadanos marroquíes que se despliegan en Siria o Irak para unirse a las filas del Daesh, un aspecto que preocupa y mucho a la Administración americana. Fruto de esta cooperación son los continuos ejercicios y maniobras conjuntas que realizan las Fuerzas Especiales norteamericanas en territorio y aguas marroquíes y que sirven para mantener en la memoria los trágicos atentados de Casablanca de mayo de 2003: un episodio que EEUU no quiere volver a repetir en su particular ‘patio trasero’ africano.

3. Acuerdo bilateral de libre comercio

Si las relaciones en el campo de la seguridad y defensa son sobresalientes, el plano económico no le va a la zaga. Marruecos se convirtió en 2004 en el primer país africano en firmar un acuerdo de libre comercio con la principal potencia económica mundial (algo que la UE aún no ha logrado). El texto entró en vigor en 2006, pero desde 2015 las relaciones comerciales entre ambos países no han hecho más que aumentar exponencialmente. Marruecos ha pasado de exportar productos por valor de 787.912 miles de dólares en 2016 a 1.379.710 miles en 2018, principalmente de productos manufacturados, químicos, vehículos y textiles. Por su parte, las importaciones provenientes del gigante norteamericano muestran la misma proporción, fruto de la buena relación entre ambas partes. En 2015, EE.UU. exportó a Marruecos productos por valor de 2.435.427 miles de dólares, pasando a 4.074.978 miles en 2018. Una cifra muy golosa que no para de aumentar.

4. El caramelo sahariano

Detrás de toda esta crisis está el reconocimiento de la soberanía marroquí en el Sahara Occidental. Lo está tanto por su actual valor estratégico como futuro económico. Los recursos naturales en el Sahara están gestionados a través de la Oficina Nacional de Hidrocarburos y Minas del Reino de Marruecos, que considera territorio nacional “a todo espacio bajo control administrativo de Marruecos”, según afirma un estudio de Violeta Trasosmontes publicado en el Instituto Español de Estudios Estratégicos. El petróleo, fosfato, hidrocarburos varios, tierras raras que estén o puedan encontrarse en la zona pasarían automáticamente a mano marroquí y, por extensión, son susceptibles de intercambio tecnológico con empresas norteamericanas, centradas ahora en aprovechar los 50.000 millones de dólares que la administración Biden acaba de destinar para aumentar su autonomía tecnológica para solventar la crisis de los chips que amenaza la recuperación económica mundial.

El campo energético es sin duda la baza que Mohamed VI jugará con habilidad en el futuro. Según el Icex, Marruecos puede convertirse en el primer proveedor de Hidrógeno de la UE, tanto por su proximidad al continente como por la “gran cantidad de inversiones que las energías renovables han recibido en Marruecos desde 2009”. Esto se une al acuerdo preferente que tiene EE.UU. con el gobierno marroquí para la exportación de GNL, un elemento que puede ser utilizado para su conversión en Hidrógeno y en el que ya se está trabajando en la terminal terrestre de GNL en Jorf Lasfar.

5. Apoyo a Israel

La influencia de Marruecos en el escenario israelí es doble. En primer lugar, la comunidad judía de Marruecos es una de las más antiguas de Israel. Se estima que hasta 350.000 judíos vivían en el país antes de 1948 y que gran parte de ellos retornó a tierras hebreas tras la creación del nuevo Estado. Trajeron con ellos su cultura, influencia y relaciones, que se han visto fortalecidas tras la normalización de relaciones diplomáticas, en gran medida forzadas por la anterior Administración norteamericana en los estertores del mandato Trump, pero que el actual presidente norteamericano no dejará pasar, ya que supone su punta de lanza diplomática en el controvertido escenario de Oriente Medio. El apoyo de Mohamed VI a EEUU en este aspecto es total y supone, quizá, la contrapartida más importante de Rabat a la consideración de “socio estratégico” por parte de Washington. Ascender de aliado a socio conlleva una serie de obligaciones que no todos los países pueden cumplir.

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