Así es el huérfano pobre que ahora lidera la ONG más eficiente de Kenia

    • Ha transformado la antaño corrupta Cruz Roja de Kenia en la mayor red de ayuda del país.
    • Gullet aboga por promover la soberanía alimentaria y la inversión más que la ayuda humanitaria.
Gullet, el hombre que transformó la Cruz Roja de Kenia
Gullet, el hombre que transformó la Cruz Roja de Kenia

Javier Triana, Nairobi (Kenia) | EFE.- La corrupción en la Cruz Roja de Kenia (CRK) se traducía en una abultada deuda hasta que, en 2001, llegó Abbas Gullet, un carismático líder que transformó esa organización en una red de asistencia sin parangón en un país "superpoblado" de ONGs.

Huérfano desde niño, Gullet fue adoptado por una familia con la que se trasladó a la ciudad portuaria de Mombasa, en el sureste de Kenia, donde estudió educación primaria y secundaria, y comenzó los ahora más de cuarenta años de relación con la Cruz Roja.

"En el instituto teníamos que aprender primeros auxilios, y la Cruz Roja era una de los dos únicas instituciones que los enseñaban. Así que ése fue el inicio de mi asociación con ellos", relata Gullet en una entrevista con Efe en su despacho de Nairobi.

Desde entonces, ha trabajado para la organización en Sudáfrica, Malaui, Tanzania, Uganda, Sudán, Kenia, las Islas Fiji y Suiza, sede de la Federación Internacional de la Cruz Roja, de la que fue el primer africano en llegar a vicesecretario general.Sin dinero para cumplir su sueño universitario

"De pequeño quería ser hostelero, porque mi padre también lo ansiaba. Luego quise ser médico, como cualquier joven con sueños y ambiciones", recuerda Gullet, a quien la falta de recursos le impidió estudiar la carrera de Medicina en la universidad.

"Hoy, no soy ni hostelero ni médico" -subraya- "pero dirijo una organización humanitaria que tiene mucho que ver con la asistencia médica, y tenemos tres hoteles que construimos como medio para financiarnos".

"Así que, de algún modo, he conseguido cumplir los dos sueños", celebra el secretario general, con una mueca de satisfacción.

De imponente figura, sonrisa fácil, traje impecable y con un teléfono móvil que no para de sonar, el jefe de la rama keniana de la Cruz Roja asegura que su objetivo es "ser la mejor agencia humanitaria del país: los primeros en llegar y los últimos en irse".Red de ayudas sin parangón

Y no andan lejos: con una plantilla de 800 trabajadores, una red de 70.000 voluntarios en Kenia ("la verdadera columna vertebral de la organización", según Gullet) y una intensa actividad en las redes sociales de la que cualquier ciudadano puede participar, la CRK llega a casi todos los recovecos del país.

A ese fin y a apuntalar sus finanzas contribuye también la mayor red de ambulancias de Kenia, que comenzó hace 3 años y ya cuenta con 30 vehículos que, sobre todo, se dedican a auxiliar al disparatado número de víctimas de accidentes de tráfico que sufre este país.

Pero entre la sociedad corrupta y disfuncional que encontró el keniano a su retorno de Ginebra en 2001 y la actual época dorada medió un hito tan tristemente importante para Kenia y África como la violencia postelectoral de 2007 y 2008, en la que perdieron la vida unas 1.300 personas y cientos de miles resultaron afectadas.

Su actuación durante esas turbas político-tribalistas sirvieron, en parte, para que la CRK forjara la buena imagen que tiene hoy día.

"Fuimos un actor principal" -presume Gullet- "durante esa operación. Emocionalmente, Kenia, estaba muy dividida, pero la Cruz Roja estaba muy concentrada y unida".

"Fue muy difícil. Si pienso en ese periodo, me vienen imágenes de gente muerta, quemada, de personas cuyas casas habían sido destruidas, de vecinos luchando contra sus vecinos. Fue horrible...", rememora con la mirada perdida.

No ha sido el único gran desafío de los últimos años, con una sequía atroz que azotó sobre todo el desértico norte del país, donde Kenia converge con Somalia, Etiopía y Sudán del Sur, y que provocó una situación de hambruna generalizada entre 2010 y 2012.

"La sequía también fue muy dura. Ver a kenianos casi en su lecho de muerte por inanición, sabiendo que otros kenianos tienen recursos...", lamenta Gullet, quien aboga por promover la soberanía alimentaria y por la inversión más que por la ayuda humanitaria.

"No se puede estar distribuyendo ayuda cada día" -apunta. "Hay que encontrar soluciones a los problemas".

Ahora, le toca lidiar de nuevo con la naturaleza: la combinación entre las fuertes precipitaciones de la actual temporada larga de lluvias y las pésimas infraestructuras kenianas han acabado ya con un centenar de vidas y desplazado a unas 100.000 personas.

Pero el que fuera "Persona del Año 2007" para la ONU en Kenia ya alerta de los irónicos retos venideros: "Ahora llueve y tenemos inundaciones, y el agua va al subsuelo, al océano Índico o al Lago Victoria. Y, en unos pocos meses, quizá tengamos una sequía".

Mostrar comentarios