Así se vive en el interior de una ciudad armada

  • Mariana Flores Sánchez e Ila Sancha Guitérrez, ambas vecinas de Copala, cuentan sus penurias bajo el bloqueo que sufre la ciudad desde abril. Conviven con secuestros, amenazas de violación y cualquier aprecio por la vida.
Así se vive en el interior de una ciudad armada - EFE
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Myles Estey - GlobalPost

OAXACA, México— Paramilitares de ciudades cercanas impiden de forma violenta el acceso de visitantes a San Juan Copala. Una barricada con grandes rocas impide entrar en la población, en el estado mexicano de Oaxaca.

Mariana Flores Sánchez e Ila Sancha Gutiérrez, ambas vecinas de Copala, relatan con tensión las condiciones de vida bajo el bloqueo que sufre la ciudad, que se alarga desde abril. Hablan de secuestros, de la constante amenaza de violencia y violación, y de la falta de vida.

"No tenemos agua potable, electricidad o servicios médicos", dice Sánchez. "Los niños han perdido su curso escolar. La gente de Copala no está muriendo ahora por las balas, sino por falta de nutrición, de enfermedades curables, porque no hay cuidados médicos. Es una ciudad fantasma".

Los habitantes de la etnia triqui de Copala reclaman autonomía de lo que consideran un gobierno corrupto. Declararon su independencia en 2007, exigiendo su derecho al autogobierno con líderes indígenas. Quieren vivir bajo la ley indígena tradicional.

Pero otros grupos indígenas de poblaciones vecinas consideran esta apuesta por el gobierno autónomo una amenaza para sus vínculos económicos y políticos con el gobierno estatal. Tanto es así que son ellos los que han impuesto los bloqueos y emplean a paramilitares para controlar la entrada a Copala. Armados con rifles de asalto automáticos, los paramilitares han sido bastante efectivos limitando los movimientos de entrada y salida a la ciudad.

"La iniciativa política de la municipalidad autónoma ha generado represalias por parte de quienes quieren dominar y controlar la región para proteger sus propios intereses", asegura Gustavo Esteva, fundador de la Universidad de la Tierra de Oaxaca y conocido autor y activista.

Copala no es el único lugar en donde la lucha por los derechos indígenas ha degenerado en conflicto armado. La lucha del movimiento zapatista por la mejora de los derechos de los indígenas en Chiapas produjo brotes de violencia, y en México hay numerosas disputas activas por el control de la tierra, algunas de las cuales se vuelven ocasionalmente sangrientas.

Sin embargo, la reciente reclamación de autogobierno de Copala parece haber reavivado viejas tensiones en la región, que han acabado en el actual nivel de confrontación.Dos grupos de indígenas triqui (MULT y Ubisort) parecen estar detrás del cerco, asegura Esteva. Y el PRI, el partido tradicionalmente más poderoso de México, apoya abiertamente a ambas organizaciones.

En junio los paramilitares lanzaron disparos de advertencia para evitar que una caravana de 300 personas, en la que iban miembros de la administración, periodistas y activistas, entrase en la empobrecida región con 40 toneladas de ayuda humanitaria.

"La gente allí no tiene una vida normal. Nadie duerme por miedo a que los paramilitares entren por la noche en el pueblo", reconoce Sánchez. "Los paramilitares quieren esto. No quieren que Copala sea autónoma".

Sánchez y un pequeño grupo de mujeres consiguieron sortear recientemente las barricadas paramilitares por la noche y llegar hasta México D.F., en donde han denunciado su situación en un programa de radio y en una conferencia. También han organizado una mesa en la plaza mayor para recaudar dinero.

"Estamos luchando porque sabemos que podemos cambiar esta situación. Sabemos que no será fácil", dice Gutiérrez. "Creemos en la idea de un ayuntamiento autónomo que será respetado, que los paramilitares nos dejarán en paz en nuestra región... y que podremos elegir a nuestro propio presidente autonómico, que no será una persona elegida por los paramilitares, como en el pasado".

Gutiérrez y Sánchez relatan escenas ocurridas en la región en los últimos meses, y dicen que los vecinos tienen miedo a estar fuera de sus casas, que los padres temen constantemente por sus hijos, y que los bienes y servicios básicos no llegan.

Tras la elección de un nuevo gobernador en julio, los observadores esperan que el fin del conflicto esté cerca. "No ha habido una declaración clara, pero parece que el nuevo gobernador del estado tendrá que actuar de una forma totalmente distinta a la del anterior", afirma Tomás López Sarabia, presidente de CEPIADET, una organización de Oaxaca que ofrece asesoría legal y servicios de traducción a la numerosa población indígena del estado.

Sin embargo, todavía no hay un camino claro ni un plan para resolver el conflicto.

Pese a esta vida bajo miedo constante, personas como Gutiérrez y Sánchez siguen profundamente comprometidas con el objetivo de alcanzar la autonomía en su comunidad. "Tenemos miedo, pero tenemos que regresar allí, porque es nuestra gente y no podemos abandonarles", indica Gutiérrez. "A Copala le espera un futuro mejor, con más libertad para la gente".

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