La pandemia ahoga al sector

Las Beyblade meten el turbo: el juguete tradicional rescata a los niños del virus

El fenómeno de las peonzas ganó tracción al relajarse las restricciones al distanciamiento. Su renacer es también una señal de esperanza para la industria del juguete, que necesita un rebote en las ventas.

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El juguete tradicional rescata a los niños de la Covid-19
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El confinamiento ayudó a descubrir muchas cosas que se amontonaron en el fondo del armario. Sudaderas retro de Champion, viejos teclados para el trabajo remoto y hasta unas Air Jordan casi sin estrenar que podrían arrasar en una subasta 'vintage'. En el caso de Rafiq, encontró explorando sus Beyblades. "Era mi juguete favorito hace tres años", recuerda mientras batalla bajo un frondoso árbol en el Great Lawn de Central Park con unos amigos a los que no veía desde hacía tres meses.

"Tres, dos, uno, a descuartizarlo", grita a Aidan al señalar el inicio de la pelea mientras Valentina organiza a potenciales contendientes que se acercan. Por las mantas de picnic hay una treintena de estas peonzas del infierno multicolores, esparcidas en pedazos entre las piernas. Juegan simultáneamente en tres estadios. "Pensé que se habían olvidado de ellas y ahora les sirven para hacer nuevos amigos", señala un padre mientras los niños comparan sus colecciones como si estuvieran en el recreo.

El fenómeno de los Beyblade ganó tracción al relajarse las restricciones al distanciamiento social y forma parte de la cultura popular desde Nueva York a Sevilla. Los fanáticos que ya en 1999 utilizaban el bol de cocina para el combate visitan estos días la niñez gracias a sus hijos. Hasta los capítulos de la serie 'Beyblade Generation 1' estarán disponibles este verano en su propio canal en Youtube. “Volvemos a 2001 cuando todo empezó”, anuncia en Twitter.

El renacer de los Beyblade es también una señal de esperanza para la industria del juguete, que busca un rebote en las ventas. Estos trompos los comercializa Hasbro. La pandemia le asestó un duro revés. En el primer trimestre reportó pérdidas por el impacto del parón económico global y evitó hacer previsiones para el resto de 2020, por la incertidumbre. La acción cotizaba a 105 dólares a comienzos del ejercicio y se desplomó a los 45 dólares a mediados de abril.

Actualmente se pagan por encima de los 70 dólares, lo que significa que va por detrás en la remontada del S&P 500. La mayor parte de las tiendas y centros comerciales en EEUU siguen cerrados. Los analistas coinciden, en todo caso, en que se recuperará conforme el proceso de reactivación de la economía tome cuerpo y las restricciones se suavicen. La esperanza, además, es que el consumidor empiece a gastar con más entusiasmo gracias a la asistencia pública.

El desplome de las compras no esenciales afectó también a Mattel, que ya antes de la pandemia adoptó medidas para conservar efectivo. La corrección fue similar, al caer de los 15 dólares a poco más de siete. No termina de remontar y sus títulos se cambian por debajo de los 10 dólares. La recesión de la Covid-19 amenaza con poner más presión sobre sus finanzas porque aunque algunas tiendas empiezan a abrir, el tráfico seguirá durante unos meses muy por debajo a los niveles previos.

A corto plazo, por tanto, está por ver si el consumidor seguirá concentrando el gasto en bienes de primera necesidad, como alimentos y medicinas. Ya se da por hecho que los resultados del segundo trimestre mostrarán una brusca caída en las ventas. Pero en lo que se centrarán los analistas es en las señales que indique que el impacto del coronavirus está contenido. El confinamiento impulsó, sin embargo, las ventas en la división de juegos electrónicos de Hasbro.

Rafiq y sus amigos forman precisamente parte de la primera generación de niños que tuvo acceso al entretenimiento 'streaming' antes de empezar a andar o a hablar. Los Beyblades les permiten, sin embargo, escapar de la pantalla y pasar el tiempo libre con un juguete tradicional. "Es bonito que sean niños", señala la madre mientras su hijo Anthony elige el trompo para derrotar al rival.

La historia se repite. El terremoto financiero que siguió al derrumbe de Lehman Brothers ya puso en evidencia que las compañías jugueteras son vulnerables a las crisis. En la recesión de 2008 y 2009, sin embargo, Hasbro tuvo un rendimiento mejor que el S&P 500 gracias a la demanda de Marvel y Transformers. En la del coronavirus, por el contrario, la maquinaria de Hollywood está parada y tampoco cuenta con clientes como Toys “R” Us, que se declaró en bancarrota.

Las dos jugueteras tuvieron que lidiar, además, con problemas de disrupción del suministro. La mitad de los ingresos los registran en el mercado norteamericano, epicentro de la crisis sanitaria. El reto, por tanto, está en entender cómo evolucionarán las ventas si la confianza del consumidor sigue baja por la recesión y el paro. Los analistas de UBS creen que les puede favorecer que el consumidor esté "reemplazando actividades más caras como ir a los parques de atracciones por opciones de entretenimiento más baratas en casa".

Uno de los atractivos de Hasbro es que sigue comprometida con pagar el dividiendo a los accionistas pese a la crisis, algo que no es tan evidente con Mattel. La juguetera, además, acaba de comprar Entertainment One, una compañía que se encarga de la adquisición, distribución y producción de películas y series de televisión. Esa operación se fraguó para expandir su cartera de marcas con franquicias tan populares como The Hunger Games y Green Book, que se suman a Frozen y Star Wars de Walt Disney o Monopoly.

El viento, por tanto, sopla de cara para las jugueteras y los descuentos para liberar existencias pueden dañar aún más los márgenes. Pero los analistas coinciden en que podrán tomar ventaja de la recuperación cuando la incertidumbre se disipe. Las compañías garantizan a su vez que las cadenas de suministro están lista para atender la demanda cuando vuelva. Y con o sin las películas estrenándose en los cines, siempre quedarán los Beyblades para jugar con los amigos.

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