Consecuencias de la explosión

Falta de alimentos y heridas invisibles en Beirut tras tres semanas del caos

Las ONG advierten de que la tragedia de la explosión se suma a la grave crisis económica y los estragos de la pandemia que ya golpeaban al país.

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Falta de alimentos y heridas invisibles tras tres semanas del caos en Beirut.
EFE

Tres semanas después de la potente explosión registrada en el puerto de Beirut y que arrasó buena parte de la ciudad, los esfuerzos por volver a la normalidad se topan con la falta de alimentos ocasionada por los daños registrados en las instalaciones de la que era la principal puerta de entrada a Líbano de importaciones y por el enorme impacto psicológico que ha dejado la tragedia.

Ya antes de que las miles de toneladas de nitrato de amonio almacenadas en el puerto estallaran debido a un incendio el 4 de agosto, Líbano se enfrentaba a una grave crisis política y económica, a la que además había venido a sumarse la pandemia de coronavirus con sus consiguientes restricciones para evitar la propagación en un país que alberga a alrededor de un millón y medios de refugiados sirios.

Según datos oficiales, al menos 180 personas murieron, otras 6.000 más sufrieron heridas y cientos aún continúan hospitalizadas como resultado de la explosión, que hizo saltar por los aires buena parte de los cristales de la ciudad y arrasó las inmediaciones del puerto. Sin embargo, como resalta Marco Baldan, cirujano del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Líbano que ayudó a coordinar la respuesta de emergencia, "no todas las heridas son visibles, ni las de las personas ni las de una ciudad tan querida".

"Además de las horrendas lesiones físicas que se tratan en los hospitales, es posible que la población sufra cicatrices profundas, ocultas, a menos que se atiendan también las consecuencias psicológicas de esta catástrofe", explica en un comunicado, subrayando que "el apoyo en salud mental es una parte vital de la respuesta médica".

Como resalta el CICR, algunas personas vieron a familiares morir delante de ellas, otras siguen buscando a parientes desaparecidos y en otros casos vieron cómo, en cuestión de segundos, se derrumbaban sus viviendas y quedaban destruidas las pertenencias de toda una vida. Tanto adultos como niños intentan a duras penas adaptarse a su nueva realidad, mientras que algunos sienten culpa por haber sobrevivido o no haber podido salvar a nadie después del estallido.

Impacto tremendo en la población

"El impacto en la población ha sido tremendo", reconoce Isabel Rivera Marmolejo, delegada de Salud Mental del CICR en Líbano. "Incluso las personas que aparentemente salieron ilesas o lograron escapar con heridas menores sienten profunda pérdida y angustia", destaca. "Es una reacción muy normal ante un hecho tan perturbador, y no tienen por qué lidiar solas con ese sentimiento" sino que "podemos ofrecerles apoyo", subraya.

La pérdida de trabajos, empresas y ahorros ha afectado gravemente la salud mental de los libaneses en los últimos diez meses debido a la crisis económica y la pandemia, y han aumentado los síntomas de depresión, como pensamientos suicidas y desesperanza. Rivera explica que "cuando comenzó la pandemia, las medidas para contener el coronavirus, como el confinamiento y los toques de queda, repercutieron en los mecanismos de afrontamiento tradicionales de las personas, como las reuniones sociales y los encuentros con amigos para compartir preocupaciones y frustraciones". "Ahora, la explosión ha acentuado todo ese sufrimiento", subraya la responsable del CICR.

El organismo ha resaltado que uno de los grupos más vulnerables es el de los refugiados sirios, a muchos de los cuales la explosión les ha recordado trágicamente el conflicto y la inestabilidad de la que huyeron, y sufren ahora 'flashbacks', pesadillas y ansiedad. Otro grupo vulnerable son las trabajadoras domésticas extranjeras, muchas de las cuales han quedado sin casa y sin trabajo, y no pueden acceder a la ayuda que necesitan en su propio idioma. Las familias de bajos ingresos también corren el riesgo de no recibir los servicios psicosociales y de salud mental que necesitan, ya que son prohibitivamente costosos en muchos de los hospitales privados de Líbano, añade el CICR.

Problemas de acceso a alimentos

Por su parte, Acción contra el Hambre ha llamado la atención sobre el hecho de que seis de cada diez libaneses tienen en estos momentos problemas para alimentarse adecuadamente, un porcentaje que llega al 78 por ciento en el caso de los refugiados sirios. "El puerto de Beirut recupera poco a poco su capacidad operativa pero apenas alcanza todavía un tercio de su capacidad, lo que dificulta la entrada de alimentos en un país altamente dependiente de las importaciones", destaca la responsable de campañas de ACH en Beirut, Aurélie de Chatelet, que también llama la atención sobre el problema de la hiperinflación.

"Los precios de los alimentos han llegado a duplicarse y triplicarse en el último año y pronto el pan, las medicinas y el combustible dejarán de estar subsidiados" por lo que la explosión "puede haber sido la gota que ha colmado el vaso de una economía ya extremadamente golpeada por la multicrisis que afecta al país", advierto, reconociendo la preocupación de ACH ante el posible "aumento de la malnutrición en los próximos meses".

Tras resaltar la "resiliencia y solidaridad" demostrada por los libaneses, De Chatelet incide en que la población está "exhausta". "La explosión ha destruido no solo hogares e infraestructuras, sino los negocios y medios de vida de miles de libaneses, un pueblo tradicionalmente emprendedor, que se encuentran de la noche al día sin ingresos para adquirir alimentos cada vez más caros en los mercados", señala.

A pesar de que ya se está ofreciendo ayuda humanitaria, según la responsable de ACH "no solo hay que reconstruir un puerto y media ciudad, sino los medios de vida de muchas personas que ya estaban bajo un fuerte estrés económico en los últimos meses". Por ello, sostiene, "será crucial proveer de liquidez a las familias afectadas para que puedan acceder a alimentos suficientes y variados y para que las tiendas y pequeños negocios puedan volver a ponerse a marcha". "La respuesta tendrá que contemplar también la recuperación y promoción de hábitos como la lactancia materna para evitar la desnutrición", añade.

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