Bolsonaro promete seguridad y mano dura para liberar a Brasil del socialismo

  • Paulo Guedes dirigirá la política económica y tendrá carta blanca del nuevo presidente para imponer sus tesis de la Escuela de Chicago.
Jair Bolsonaro ha sido investido como presidente de Brasil
Jair Bolsonaro ha sido investido como presidente de Brasil
EFE

La investidura este martes de Jair Bolsonaro como nuevo presidente de Brasil coloca a la ultraderecha por primera vez al mando de la mayor democracia -y economía- de América Latina desde el fin de la dictadura militar en 1985, de la que el futuro mandatario es un nostálgico. 

El nuevo mandatario de Brasil subió la rampa que conduce desde la calle hasta la primera planta del Palacio presidencial de Planalto aclamado por miles de personas, poco después de jurar el cargo ante el Congreso. En lo alto de la rampa era esperado por el presidente saliente, Michel Temer, quien le saludó al tiempo que Bolsonaro era ovacionado por una multitud congregada frente al Palacio y por otros cientos de dirigentes políticos e invitados que esperaban en el interior del recinto.

A su salida del Parlamento, el capitán de la reserva del Ejército pasó revista a las tropas de la Guardia Presidencial, lo que hizo por primera vez en su nueva condición de gobernante y de comandante en jefe de las Fuerzas Armadas.

Bolsonaro, acompañado por su vicepresidente, el general de la reserva Hamilton Mourao, cumplió así con las tradiciones políticas brasileñas, según las cuales el presidente jura ante el Congreso y luego se dirige al Palacio presidencial, al que ingresa por la rampa que simboliza la ascensión al poder de un nuevo gobernante. Una vez en la sede del Gobierno, Bolsonaro recibió de manos de Temer la banda presidencial y se disponía a pronunciar un discurso en el llamado Parlatorio, una suerte de balcón del Palacio desde el que se dirigirá a las personas congregadas en las calles.

En su primer pronunciamiento como presidente, ante el Congreso, Bolsonaro reiteró algunas de las muchas promesas que hizo durante la campaña electoral y se comprometió a rescatar los "valores" más tradicionales de la sociedad y a "liberar a Brasil de las amarras ideológicas". En su discurso aseguró que su Gobierno pondrá fin a "prácticas nefastas" que condujeron a Brasil a la mayor crisis ética y moral de su historia.

"Esa irresponsabilidad nos condujo a la mayor crisis ética, moral y política de nuestra historia", afirmó el nuevo jefe de Estado de Brasil, que reafirmó su compromiso con el combate a la corrupción, una promesa que le ayudó a vencer las elecciones presidenciales de octubre pasado con el 55% de los votos.

Pese a que en su discurso de toma de posesión Bolsonaro no mencionó a quién se refería cuando citó las "prácticas nefastas" durante toda la campaña fue un duro crítico del Partido de los Trabajadores (PT), la formación liderada por el encarcelado expresidente Luiz Inácio Lula da Silva y que gobernó Brasil por 13 años.

"Hoy comenzamos un trabajo arduo para que Brasil inicie un nuevo capítulo en su historia", aseguró el capitán de la reserva del Ejército brasileño al comprometerse con el combate a la corrupción en su Gobierno. El país comienza a "liberarse del socialismo, de la inversión de valores y de lo políticamente correcto". Según Bolsonaro, las elecciones de octubre pasado "le dieron voz a quien no era oído" y le pusieron "al frente de la Nación" para servir a la "Patria", a "Dios" y a todo el pueblo brasileño.

Asimismo, ratificó su compromiso de gobernar "sin discriminación o división". "Reafirmo el compromiso de construir una sociedad sin discriminación o división", afirmó.

El nuevo mandatario, dijo que impulsará el desarrollo de "buenas escuelas" con el fin de preparar a las nuevas generaciones para "el mercado laboral, y no para la militancia política". Igualmente, prometió que durante su mandato atenderá a los brasileños que "desean conquistar por mérito buenos empleos y sustentar sus familias" y que "exigen" salud, infraestructuras y "respeto de los derechos fundamentales".

"Orden y progreso (...), ninguna sociedad se desarrolla sin respetar esos preceptos", expreso Bolsonaro en alusión al lema inscrito en la bandera de Brasil. También afirmó que honrarán en su Gobierno a "aquellos que sacrifican sus vidas en nombre de la seguridad", en referencia a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. "Ellos se lo merecen y deben ser respetados", añadió.

Bolsonaro ha anunciado, entre otras medidas, que autorizará por decreto la tenencia de armas; que presentará un proyecto de ley para penalizar como terroristas a grupos que invaden tierras para presionar por la reforma agraria; que no delimitará nuevas reservas indígenas; que no permitirá que licencias ambientales paralicen proyectos de empresas y que pretende autorizar la minería en tierras indígenas.

Igualmente ha dicho que desmontará varios de los programas que fueron impulsados por el progresista Partido de los Trabajadores (PT) en los gobiernos de Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff, y que buscará nuevas alianzas en el mundo, tras tres lustros en que Brasil privilegió las relaciones sur-sur.

Bolsonaro ya declaró su alineamiento con los gobiernos de Donald Trump en Estados Unidos y Benjamín Netanyahu en Israel y ha dejado de criticar a China, el principal socio comercial de Brasil, y ha pedido que los gobernantes de Venezuela, Cuba y Nicaragua no sean invitados a su investidura por considerarlos "dictadores".

Su política económica, que tendrá un tinte claramente liberal, será comandada por Paulo Guedes, un economista de la Escuela de Chicago y al que el futuro presidente ha dado "carta blanca". Guedes ha propuesto una ambiciosa apertura al capital extranjero, impopulares ajustes fiscales, una severa reducción del tamaño del Estado y de sus gastos, y privatizaciones en todas las áreas, que incluyen negocios del gigante Petrobras.

Además de una apertura comercial, su programa contempla una reorganización de las relaciones comerciales, que podrían implicar en una "revisión" del Mercosur (Argentina, Brasil, Uruguay y paraguay) y un acercamiento a Estados Unidos. Las ideas de Bolsonaro, pese a polémicas y a que despiertan un gran enigma en el exterior, fueron respaldadas por el 55% de los brasileños en las presidenciales de octubre, seducidos por su promesa de lucha frontal contra la corrupción y la delincuencia.

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