La OCDE revisó este jueves a la baja las perspectivas de crecimiento para Brasil en 2019 y 2020, pero estimó que la economía brasileña se está recuperando y mantuvo la confianza en que las reformas estructurales respalden la confianza de los inversores.
En su informe semestral de Perspectivas, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) prevé que el crecimiento del PIB brasileño en 2019 será del 0,8% (seis décimas menos que en mayo) y del 1,7% en 2020 (seis décimas menos), y auguró un alza del 1,8% en 2021.
El organismo asumió que la agenda de reformas del Ejecutivo avanzarán y que el crecimiento se acelerará en 2020 y 2021, pero recordó que los altos niveles de desempleo bajan con demasiada lentitud y que los nuevos trabajos son de baja calidad, incluyendo muchos puestos en negro.
La OCDE constató que, tras dos trimestres a la baja, la inversión recupera fuerza y la confianza económica mejora gracias a la aprobación de reformas en el Congreso. El consumo privado y las ventas se han visto también reforzadas, mientras se espera que la inflación se mantenga por debajo del objetivo en 2020 y 2021.
El alza de los precios, según sus cálculos, será del 3,7% este año, bajará al 3,1% en 2020 y volverá a subir al 3,6% en 2021. "La deuda pública se mantiene alta, cercana al 80 % del PIB, y el déficit del 1,4% del PIB no alcanza el superávit estimado del 1,5% requerido para estabilizar la deuda pública", apuntó la OCDE.
El organismo consideró que se ha reducido la calidad del gasto público y que, indexados al salario mínimo, las mejoras en la seguridad social han beneficiado eminentemente a las clases medias, dejando pocos recursos para luchar contra la pobreza, que se concentra en la infancia y la juventud.
"Elevar los umbrales de ingresos en Bolsa Familia (el programa de transferencia de renta para los más pobres), que cuesta solo el 0,5% del PIB, ampliaría la elegibilidad y aumentaría los niveles de beneficios. Esto sacaría a más personas de la pobreza y reduciría la desigualdad salarial", indicó.
En sus consideraciones, apuntó que los riesgos de crecimiento están principalmente relacionados con la implementación de reformas y que la fragmentación del actual panorama político dificulta la construcción de consensos políticos, claves para las reformas.
En cuanto a las exportaciones, señaló que un agravamiento de la crisis argentina podría reducir la exportación de manufacturas, y un empeoramiento de las relaciones comerciales a nivel global podría beneficiar a Brasil a corto plazo pero a costa de dañar la demanda de importaciones de China y EE.UU., dos de sus principales socios.
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