La soberanía española de Gibraltar, en jaque por el Brexit duro de Boris Johnson

  • Johnson tiene varios frentes abiertos en su nueva etapa como primer ministro de Reino Unido, a pesar de que el Brexit sea su principal preocupación.
Boris Johnson, durante un acto en las primarias 'tories'
Boris Johnson, durante un acto en las primarias 'tories'
EFE

Por mucho que se empeñe en no hablar de otra cosa, a Boris Johnson le preocupan más cosas que el Brexit. El nuevo primer ministro tiene la obligación de cerrar el proceso de desconexión de la UE, tal y como ha prometido tanto durante la campaña para liderar a los 'tories' como en el discurso tras su victoria, pero Reino Unido se enfrenta a otros problemas que también requerirán de su atención en las próximas semanas y meses. Entre ellos, la cuestión de Gibraltar, la crisis diplomática abierta con la Administración Trump o la tensión creciente después de que Irán haya requisado la semana pasada un petrolero británico.

El Brexit es, sin duda, el mayor reto para Boris Johnson. El ahora 'premier' dimitió en julio de 2018 como ministro de Asuntos Exteriores debido a sus discrepancias con Theresa May respecto a la fórmula escogida para la retirada de Reino Unido de la UE. Contrario a cualquier tipo de salida negociada que pueda perjudicar los intereses británicos, Johnson fue uno de los varios miembros del gabinete de May que renunciaron en plena negociación con Bruselas.

Por eso, su regreso al Gobierno británico como primer ministro supone un nuevo capítulo en las relaciones con la UE. La intención de Johnson es ejecutar el Brexit, con o sin acuerdo, antes del próximo 31 de octubre, la fecha límite fijada por la UE al firmar con Theresa May la última prórroga el pasado mayo. Algo que parece imposible si no logra el apoyo de la Cámara de los Comunes, que hasta ahora se ha manifestado en contra de cualquier salida sin acuerdo y que no apoyará la retirada unilateral de Reino Unido. Además, como el plan de Johnson para puentear al Parlamento ha naufragado, sus próximos movimientos son una incógnita.

Gibraltar, en el punto de mira de Boris Johnson

Gibraltar es una de las patatas calientes que le tocarán a Boris Johnson en cuanto asuma el cargo este miércoles. El nuevo primer ministro ya ha manifestado en varias ocasiones su oposición a cualquier tipo de cambio en el estatus soberano del peñón. En 2013, durante la polémica por los bloques de hormigón que se lanzaron al mar para construir un arrecife artificial frente a Gibraltar, el Gobierno central pasó a intensificar los controles fronterizos. Londres presentó una queja formal y la UE acabó dando la razón al Gobierno español.

Sin embargo, Boris Johnson no acabó conforme con la decisión y acusó a las autoridades españolas de llevar a cabo medidas "infames", "equivalentes a un bloqueo" que le recordaba "al hostigamiento de la época de Franco". Hace dos años, cuando ya era ministro de Exteriores, Johnson llegó a afirmar que Gibraltar "no está en venta", después de que la UE dijera que España tenía que dar su visto bueno a cualquier acuerdo sobre el Peñón tras el Brexit. "Gibraltar no está en venta. Gibraltar no se puede negociar. Gibraltar no será regateado", clamaba entonces. Su postura no parece haber cambiado desde entonces y podría implicar más tensión en las relaciones con España, especialmente en el caso de un Brexit sin acuerdo.

Las deterioradas relaciones diplomáticas con EEUU

El exembajador británico en Estados Unidos, Kim Darroch, presentaba hace dos semanas su dimisión a raíz de la polémica surgida al filtrarse unos documentos en los que calificaba a la Administración de Donald Trump de "disfuncional" e "inepta", a lo que el presidente de EEUU respondió llamándole "estúpido e imbécil pomposo". Darroch decidió entonces presentar la renuncia para poner fin a las conjeturas acerca de su posición al frente de la Embajada del Reino Unido en Washington, algo que hacía "imposible" cumplir con su labor diplomática, dijo el diplomático en un comunicado.

Durante la crisis, Boris Johnson fue de los que más arremetió contra Darroch, quien sí fue alabado por Theresa May por su "lealtad" al dar un "testimonio honesto" de lo que percibía durante su estancia en EEUU. Desde entonces, las relaciones entre Londres y Washington son frías, aunque presumiblemente la llegada de Johnson -gran admirador de Donald Trump- a Downing Street signifique un nuevo rumbo en las relaciones con el país norteamericano.

La crisis con Irán tras la captura del 'Stena Impero'

A todo ello hay que sumar la crisis más reciente: la captura del petrolero británico 'Stena Impero' por parte de Irán la semana pasada. En la embarcación hay 23 tripulantes a los que la operadora ha solicitado visitar. Sin embargo, el operativo de la Guardia Revolucionaria de Irán, considerada "ilegal" por Londres, ha hecho saltar las alarmas entre la comunidad internacional ante la inestabilidad en el golfo Pérsico y, de hecho, ha provocado que las últimas horas de Theresa May como primera ministra las haya pasado intentando calmar la crisis diplomática.

La crisis entre Londres y Teherán comenzó con la detención hace dos semanas en Gibraltar del petrolero iraní 'Grace 1', que en su momento se informó de que fue a petición de EEUU. Con la captura del 'Stena Impero', la situación se ha agravado y Londres ha advertido de "graves consecuencias" si no es liberado pronto e incluso, su ministro de Defensa, Tobias Ellwood, comentó la opción de imponer sanciones. Ahora le toca a Johnson mover ficha.

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