Che bueno, Che malo

  • Cuba acaba de celebrar la Feria Internacional del Libro en la que anualmente los cubanos aprovechan para comprar títulos extranjeros, en su mayoría de otros países de América Latina. El Gobierno permite la venta de libros como "El Principito" o incluso "Cómo hacer dinero rápidamente", pero vigila muy de cerca cada título. En esta edición, por ejemplo, permitió a un editor vender un libro que hablaba positivamente del Che Guevara, pero no otro que hacía lo contraria.
Subastan fotos de Castro, el Che y Cienfuegos, firmadas por Korda
Subastan fotos de Castro, el Che y Cienfuegos, firmadas por Korda
Nick Miroff | GlobalPost

(La Habana, Cuba). Cada año en febrero, la Feria Internacional del Libro de Cuba transforma la antigua fortaleza española del puerto de La Habana en una de las mayores celebraciones literarias del mundo. Este año el festival ha atraído a más de 450.000 personas y seguirá durante unas semanas gracias a encuentros más pequeños en el resto de provincias cubanas. Es una ocasión para todos los gustos: académicos e intelectuales asisten a conferencias y presentaciones de libros mientras que familias y adolescentes prefieren la música en directo, los puestos de comida y el ambiente festivo. La mayoría se va a casa con uno o dos libros bajo el brazo.

"Este es un evento para todos", afirma Betsy Rojo, directora de la feria. "La gente no sólo viene aquí a comprar libros". De hecho, el encuentro es el principal acontecimiento cultural de la isla y como tal muestra lo mejor y lo peor de un sistema socialista unipartidista; apoyo a la lectura con una cuidadosa censura. Si bien son evidentes los logros cubanos en educación pública y alfabetismo, los títulos disponibles en la feria constituyen un recordatorio de que la isla es un lugar donde no hay cabida para la literatura y las ideas divergentes.

Como acontecimiento comercial, la Feria del Libro es una de las pocas ocasiones en que la economía –controlada por el Gobierno- permite a empresas extranjeras vender directamente a los cubanos. Para el ciudadano de a pie, se trata de una oportunidad única para comprar revistas extranjeras o títulos que no están disponibles en las librerías gubernamentales. "Es un lugar fantástico para encontrar nuevos títulos", afirma Alfredo Portela, un economista jubilado.

La feria se realiza en el parque Morro Cabaña, un enorme complejo del siglo XVIII que alguna vez fue la mayor fortificación española en el nuevo continente. Los españoles, y posteriormente los cubanos, también lo usaron como prisión y tras la revolución cubana fue el lugar de ejecuciones. Hoy es un parque histórico y el pasado se pierde entre la gran cantidad de niños y familias que recorren esta especie de mazmorra en busca de libros para colorear o historietas.

Las editoriales controladas por el Gobierno inundan la feria con cientos de libros a precios razonables, pero hay quejas frecuentes por la falta de variedad. La oferta de este año incluía textos idealizados de los héroes de la revolución cubana, con títulos como "Este es Fidel" y "Evocando al Che". También había clásicos como "Guerra y Paz" o "Las mil y una noches" y traducciones del inglés como "La breve y maravillosa vida de Oscar Wao" o "La edad dorada", de Gore Vidal.

Lo más vendido y económico son los libros infantiles, que ofrecen desde "El Principito" hasta cómics estilo G.I. Joe y que presentan a Fidel Castro y otros guerrilleros como héroes. Los puestos nmás populares son los de editores extranjeros, la mayoría de América Latina, que venden directamente a los cubanos. En un país donde prácticamente no existe la publicidad, no deja de llamar la atención los carteles junto a las estanterías: "¡Los mejores precios en libros!" o "¡Precios especiales!".

Los productos extranjeros son revisados cuidadosamente por la aduana cubana. Un editor explica que traía dos títulos sobre el Che Guevara, uno positivo y otro negativo. Finalmente no pudo introducir el texto en que se le criticaba. También están prohibidos los libros con contenido sexual explícito y los textos de no-ficción que no se ajusten a los estándares cubanos de corrección política.

Con todo, siempre se cuelan algunos títulos, imposibles de encontrar en otro momento del año. En un stand, un manual sobre "Cómo hacer dinero rápidamente" se vendía como pan caliente mientras que otros como "Cómo ganar la lotería" parecían completamente fuera de lugar.

El editor Arturo Martínez viaja todo el año a ferias en Ecuador, España o Colombia, pero dice que la de La Habana es su favorita. "No hay otra igual", afirma Martínez, propietario de Editoriales Margo, que asiste a la feria por sexto año consecutivo. Señala que en los primeros ocho días ya ha vendido entre 90.000 y 100.000 libros. "Aquí vendo más libros que en ningún otro lugar. Ojalá hicieran esta feria dos veces al año".

El editor mexicano Sergio Hernández afirma que si bien la feria de Guadalajara (en México) es con diferencia la más importante de América Latina, se trata de un evento que se dirige más a los editores, escritores y profesionales. En La Habana, en cambio, vende libros a la antigua usanza, uno por uno y en efectivo. "Es una verdadera feria del libro", explica Hernández, propietario de la editorial Pax México. "Vendes directamente a la gente".

Cada año, la feria cubana designa un país extranjero como invitado de honor. Este año fue Rusia, una señal más de los nuevos vínculos de Cuba con Moscú. Otros invitados especiales incluían a la escritora canadiense Margaret Atwood y la premio Nobel Nadine Gordimer. La sudafricana no decepcionó a sus anfitriones ya que envió una carta al presidente Barack Obama en la que lo exhortaba a liberar a los "Cinco Cubanos", un grupo de agentes de inteligencia del país caribeño que cumplen largas condenas en las prisiones de EEUU.

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