China consigue que el Dalai Lama no visite Sudáfrica

  • Pese a que la decisión ha sido del país africano, la presión de Pekín es la base. Las relaciones entre China y Sudáfrica son cada vez más intensas, también en lo comercial. El favoritismo de los chinos es evidente, pero también se nota la influencia en las decisiones políticas y diplomáticas de los sudafricanos.
China consigue que el Dalai Lama no visite Sudáfrica.
China consigue que el Dalai Lama no visite Sudáfrica.
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Erin Conway-Smith, Johanesburgo (Sudáfrica) | GlobalPost

Sudáfrica no ha cedido al Dalai Lama el visado para viajar a Sudáfrica esta semana, pero una delegación de altos cargos del gobierno ha viajado a Pekín para incrementar las relaciones comerciales con China.

El viaje de cuatro días, liderado por el vicepresidente sudafricano Kgalema Motlanthe, ha acrecentado los rumores de que Sudáfrica se doblegará finalmente ante China y le denegará al líder espiritual tibetano visado por segunda vez en los últimos años, una actitud que indignará a muchos en el país africano pero que agradará a las autoridades chinas.

La polémica por el visado es un ejemplo del poder económico y político que ejerce China en África, con Sudáfrica dispuesta a complacer a su principal socio comercial sin importarle las implicaciones que esto pueda tener sobre la libertad de expresión y la democracia dentro de sus fronteras.

Al mismo tiempo que el poder de China aumenta en África, la figura del Dalai Lama (tildado por China como "separatista" y "un lobo en ropajes de monje") está perdiendo reconocimiento en los países en desarrollo.

El Dalai Lama quería visitar Sudáfrica para acudir al 80 cumpleaños de su buen amigo y también premio Nobel de la Paz, el arzobispo emérito Desmond Tutu, el 7 de octubre. También estaba previsto que ofrezca la conferencia titulada "Paz y compasión como catalizadores del cambio", dentro de los actos de celebración de la onomástica.

"Ha presentado todos los documentos que le exigieron. Las tasas del visado se han pagado", afirma Sonam Tenzing, el representante del Dalai Lama en África, que vive en Pretoria. "Los anfitriones en Sudáfrica se muestran optimistas. Todavía mantienen la esperanza, y están a la espera", añade.

Pero el Dalai Lama ha sido objeto de situaciones parecidas ya antes. Pese a haber visitado el país tres veces en los años posteriores al fin del apartheid, Sudáfrica le impidió asistir a una congreso de premios Nobel de la Paz en 2009, argumentando que su visita restaría atención al Mundial de Fútbol de 2010.

Tutu, que recibió el premio Nobel por su trabajo en favor del fin del apartheid, calificó aquella decisión del gobierno sudafricano (que tras el fin de la segregación racial se esforzó por convertirse en un faro de los derechos humanos y la democracia) de "vergonzosa" y "una traición absoluta a nuestro pasado de lucha". "Estamos sucumbiendo vergonzosamente a la presión china", dijo.

En los dos últimos años las relaciones entre Pretoria y Pekín se han acrecentado aún más, lo que arroja dudas sobre la posibilidad de que al Dalai Lama se le permita ahora visitar Sudáfrica.

El comercio entre Sudáfrica y China ha pasado de ser de más de 8.000 millones de dólares en 2006 a 25.600 millones de dólares en 2010, según datos chinos. De hecho, el año pasado Pekín invitó a Sudáfrica a formar parte del exclusivo grupo de los BRIC (del que forman parte las economías emergentes clave), pese a tener los africanos una tasa de crecimiento lenta.

También se han realizado numerosos intercambios de visitas de altos representantes entre ambos países, y miembros del Partido del Congreso Nacional Africano han recibido formación política en la escuela del Partido Comunista chino. Durante un viaje a Pekín el año pasado, el presidente Jacob Zuma alabó indirectamente el sistema político autoritario del país, señalando que la "disciplina política" de China podría ser "una receta para el éxito económico".

Clayson Monyela, portavoz del departamento de Asuntos Exteriores de Sudáfrica, negó esta semana que exista presión alguna para que se bloquee la visita del Dalai Lama.

Pero China suele castigar a los países que permiten la entrada del Dalai Lama y a los gobiernos que se reúnen con él.

Según Associated Press, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Hong Lei, ha asegurado que la posición de "oponerse a que el Dalai Lama visite cualquier país que tenga vínculos con China es clara y consistente". Al parecer, Hong no dijo si China había estudiado el viaje a Sudáfrica.

La delegación comercial sudafricana en la que participan los ministros de Comercio y de Industria y empresas púbicas, de energía y de recursos minerales, llegó a China el martes e incluye una reunión del vicepresidente Motlanthe con el vicepresidente Xi Jinping, llamado a ser el próximo líder de la nación y que parece estar siguiendo la línea dura de su partido respecto al Tíbet. En discurso pronunciado en julio, Xi se mostró a favor de "aplastar" a las fuerzas separatistas tibetanas, que según él están vinculadas al Dalai Lama.

China dice que el Tíbet siempre ha sido parte de su territorio, pero muchos tibetanos sostienen que la región fue autónoma durante siglos, y acusan a Pekín de reprimir su religión y su cultura. El Dalai Lama vive en el exilio en India desde 1959, tras un fallido intento de acabar con el dominio chino en el Tíbet.

Si bien el Dalai Lama insiste en que ahora tan sólo lucha por conseguir más autonomía para su tierra, no independencia, para Pekín el tema del Tíbet sigue siendo muy sensible, ya que la región es un foco de constante tensión.

Dos monjes se inmolaron el pasado lunes en el Tíbet como protesta por las políticas chinas en la región, incluida la restricción a la libertad religiosa.

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