Perfiles para la recuperación

Lagarde, la irreductible del 'bazuca' de liquidez que logró salvar a la eurozona

La primera mujer en dirigir Baker & McKenzie, las finanzas de Francia, el FMI y ahora el BCE debe afrontar un reto mayúsculo: evitar que la crisis se lleve por delante la estabilidad financiera de la zona euro.

Augura que la salida de la crisis será compleja
Christine Lagarde o cuando la sombra de Draghi es demasiado alargada.
EFE

Ni las peores quinielas de los economistas más agoreros -aquellos que se han ganado el apelativo de "Mr. Doom" o "Señor Maldición" como Nouriel Roubini- pronosticaban que la eurozona viviría en este 2020 su mayor contracción desde la Segunda Guerra Mundial. Tampoco que, en respuesta, los bancos centrales lanzarían de nuevo masivas inyecciones de liquidez.

La pandemia de la Covid-19 ha cambiado todos los escenarios económicos, incluido el del BCE. En noviembre pasado, Christine Lagarde llegaba a la Eurotower de Fráncfort con un cometido claro: iniciar el drenaje del Quantitative Easing (el programa de compra de deuda) lanzado por su predecesor Mario Draghi, como ya estaba realizando Jerome Powell en la FED estadounidense.

Hoy, Lagarde está disparando otra bazuca monetario como cortafuegos ante la "Gran Reclusión" para evitar que ésta se lleve por delante a la eurozona y su estabilidad financiera, que la espiral entre deuda soberana y balances bancarios vuelva a girar peligrosamente. El programa lanzado por la francesa alcanza ya los 1,35 billones de euros, más de lo que esperaban los analistas tras la última ampliación de 600.000 millones aprobada en junio.

Una francesa irreductible

"No estamos aquí para reducir las primas de riesgo, esa no es la función o la misión del BCE. Existen otras herramientas para ello y hay otros actores para realmente afrontar esas cuestiones", señaló la francesa en una de sus primeras comparecencias sobre política monetaria tras la reunión con los gobernadores europeos.

Analistas, economistas y prensa se echaron las manos a la cabeza. Lagarde eludía precisamente lo que hizo Mario Dragui con su famoso "whatever it takes". Las reacciones no se hicieron esperar: poco después de dichas declaraciones ya sonaban las alarmas con ventas de deuda italiana en el secundario que dispararon el diferencial del bono trasalpino a 10 años a su máximo de nueve meses frente al alemán.

La dirigente francesa aprende de sus derrotas y errores. Nunca se ha caracterizado por ser una figura política enrocada en posicionamientos y opiniones. Nunca se rinde, no ceja en su empeño hasta conseguir su propósito, pero también sabe modificar su rumbo. Lo hizo tras fallar en dos ocasiones en su intento de acceder a la elitista ENA, la Escuela de Alta Administración en la que se forman los grandes dirigentes de Francia.

"No sientas pena por ti, sigue adelante", explicó hace años sobre esa experiencia en una entrevista para la revista Fortune. "A veces tienes que escoger tus batallas y persistir de verdad, pero otras, si la gente no te merece, simplemente márchate". No volvió a presentarse pero, pese a ello, tocó el cielo político francés y, desde hace años, el internacional.

Lagarde y su equipo tomaron nota del error de comunicación que supuso la declaración sobre las primas de riesgo. Pero en este caso escogieron dar batalla y ese mismo día, en una entrevista a la cadena CNBC, aseguró que estaban "plenamente comprometidos con evitar cualquier fragmentación en un momento difícil para la zona euro". Lección aprendida: en este siglo XXI los banqueros centrales son reos de sus acciones, pero más si cabe de su estrategia de comunicación.

El 'bazuca Lagarde' para la reconstrucción

Cuando en el verano de 2012 Mario Draghi pronunció sus ya históricas palabras, había interiorizado a la perfección el impacto comunicativo en los mercados durante la crisis soberana. Por eso sorprendió aún más que una abogada curtida en Estados Unidos, con amplia experiencia política, cometiese semejante error en una de sus primeras ruedas de prensa al frente del BCE.

¿Estaba Lagarde presionando a los gobiernos europeos para que actuasen conjuntamente a nivel fiscal? ¿Calculó mal el impacto de sus apreciaciones? Para el economista Gregory Claeys, del think-tank bruselense Bruegel, fue un "error que creó algunas dudas reales entre los participantes del mercado sobre la disposición del BCE a cumplir su promesa de hacer ‘lo que sea necesario 'para salvaguardar la zona del euro".

En esos días, Claeys pidió al BCE nuevas compras masivas de deuda por un importe de 1,2 billones de euros, equivalentes al 10% del PIB anual de la eurozona, que "podrían posiblemente dar en la diana y calmar a los mercados". Hoy, el bazuca de Lagarde contra la crisis del coronavirus se mueve precisamente en esas cifras, en torno a la mitad de los movilizados por su predecesor.

Bajo el nombre de PEPP (Programa de Compras de Emergencia por la Pandemia, en sus siglas en inglés), fue lanzado con 750.000 millones en marzo y ampliado en otros 600.000 millones hace apenas dos meses para mitigar "cualquier riesgo a la suave transmisión de su política monetaria a todas las jurisdicciones de la zona euro".

Entre medias, el Constitucional alemán desafió al BCE con su sentencia cuestionando los programas anteriores de Draghi. Pero a Lagarde ya no le tiembla el pulso, su PEPP ya ha adquirido más de 450.000 millones de euros en deuda, el 33,6% de su cuantía total, y ahora promete que "mantener una red de seguridad y condiciones muy atractivas al menos hasta junio de 2021".

Un año de colchón monetario directo hasta que el Fondo de Recuperación europeo esté a pleno funcionamiento y otro año adicional indirecto, hasta 2022 cuando en principio está previsto que terminen las reinversiones de los vencimientos de este papel soberano.

En paralelo, Lagarde mantiene abiertos el resto de programas de la institución: el de compras de activos (APP), el de adquisición de deuda pública (PSPP), el de bonos corporativos (CSPP) y otros dos más sobre cédulas y titulizaciones. Un arsenal extenso con el que seguir manteniendo a raya las primas de riesgo que nublaron sus primeros meses de mandato.

"No sientas pena por ti, sigue adelante", afirmó hace siete años. Y tras tropezar una vez, parece difícil que Christine Lagarde rehúya ahora la batalla contra la "Gran Reclusión.".. porque sí ha escogido librarla.

Mostrar comentarios