Capitalismo de Estado a ultranza

Cien años de Partido Comunista para poner a China al frente de una nueva era

Xi Jinping aprovechó la ceremonia del centenario para decir al mundo que el pueblo chino va a crear más gloria en el próximo siglo con su modelo economía controlada, pase lo que le pase a Occidente.

Partido Comunista Chino
Cien años de Partido Comunista para poner a China al frente de una nueva era.
Agencia EFE

El Partido Comunista Chino (PCCh) acaba de celebrar sus cien años en la antesala de lo que hoy es la gran potencia de oriente que parece haberse marcado la misión de dar un vuelco a la historia de la humanidad. En este momento del tiempo, tras dos sangrientas hambrunas después del 'Gran Salto Adelante' y la terrible revolución cultural, el feudalismo de los mandarines ha dado paso a una sociedad tecno capitalista bien embridada por un control exacto de la población, con proyectos de alcance sideral (Marte en 40 días de viaje con motores de iones, colonias en la luna) y otros más telúricos y de andar por casa pero sorprendentes por su osadía, como los reactores nucleares de Torio, trenes de alta velocidad e 'hyperloops', motorización acelerada de la población y una pujante economía de consumo mediocre sí, pero extensiva a pesar de los megamillonarios.

Aunque el partido que sustenta el poder en China acabe de cumplir un siglo, el imperio de oriente viene de ser un país sustratado en miles de años de historia, con docenas de dinastías a cada cual más pujante, con una resistencia encomiable ante las adversidades, temprano descubridor de América (almirante Zheng He), resistente a los seculares imperialismos occidentales y otros de presencia más efímera, consumido por las arrugas del tiempo pero de sabiduría incontestable, alimentado por una metafísica pragmática. 

Es una sociedad con potentes claroscuros (derechos humanos, pensamiento individual intervenido, invasión del Tíbet , miles de artistas y disidentes exiliados y otros en campos de “reeducación”, etc.), pero que va a velocidad de crucero y está conquistando esta era a base de introducir una economía de consumo asequible, practicar el trueque de obra civil y créditos blandos a cambio de la compra de recursos vitales para su increíble evolución tecnológica, un país que a la postre acaba de dejar atrás lo que fue y afronta una nueva era con fuerza para ser muy pronto la primera potencia mundial.

El actual jerarca chino Xi Jinping lleva una genética de combate perfectamente adaptada para los retos de la exigente etapa que China está afrontando. En medio de espectaculares malabarismos políticos, hijo de un padre fundador de la actual República Popular China, ha efectuado una transición rotunda e imperceptible a ojos de occidente desde una nación postrada ante los japoneses a la que en estos momentos está cerca de ser ya la primera potencia mundial.

El cambio pragmático de Den Xiaoping

¿Cómo ha podido suceder este acto de 'magia' tan contúndete? Cuando Mao muere, China ya es una potencia nuclear. Es el momento de Deng Xiaoping, un pragmático de manual para quien el dogma maoísta pasa al congelador discretamente y que, junto con el padre del actual director de orquesta de los cerca de 1.500 millones de chinos, cultiva un experimento de economía netamente occidental en la provincia de Shenzhen. Aquello iba viento en popa y como si de esporas marcianas se tratara se hizo extensivo a toda China. Años antes habrían sido reos de alta traición. Son vientos nuevos.

Pero no es oro todo lo que reluce. Al igual que la tremenda invasión del Tíbet, Tiananmen dejó una huella muy profunda en la memoria de la humanidad. Pero ya es tarde, las deslocalizaciones de las fábricas de occidente con su secuela de millones de parados en origen, irrumpe como un tsunami en China para quedarse. Rápidamente estos atropellos y otros quedan recluidos en los polvorientos armarios de la desmemoria.

El presente de China es muy magro en su interpretación; el milagro chino ha sido producto de la inconmensurable ambición del capitalismo en su huida hacia adelante en la que su parte más amable, el liberalismo y el individuo como eje central de aquella filosofía económica, han quedado relegados al olvido. La estrategia del Estado no es accesible para los creadores de riqueza que saben perfectamente cuales son las delgadas líneas rojas que no deben de cruzar so pena de vivir una experiencia extrema en algún lejano campo de reflexión en medio de Taklamacan o Gobi hasta encanecer sin remedio. La corrupción ha sido perseguida hasta la extenuación por una policía política inmisericorde con los osados que intentaban acceder a través de influencias poco ortodoxas al Apparátchik.

¿Qué puede suceder ahora en o con oriente? Parece que el avance es imparable. La articulación de la Ruta de la Seda, obras faraónicas en todas las latitudes, un sofisticado armamento defensivo o disuasorio, la alianza con Rusia, el orgullo de estar a punto de rebasar como primera potencia al poderío norteamericano, una aplicación de los conceptos geoestratégicos con guante de seda y sin matonismo y una inercia imparable, están situando a este coloso renacido a las puertas de un largo reinado.

En la ceremonia celebrada en el Gran Salón del Pueblo para hacer entrega de la Medalla del 1 de Julio a los miembros destacados del Partido, Xi Jinping venía a decir al mundo que el pueblo chino va a crear más gloria en los próximos 100 años, pase lo que le pase a Occidente. Los logros de China se convierten así en un modelo con más opciones a seguir por otros países que caminen hacia el desarrollo, porque el modelo de Occidente ya no es la única opción, opinan muchos analistas chinos.

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