Trabaja en un hospital de Milán

Una doctora española, testigo en Italia: "Les veo morir sin su familia y lúcidos"

Doctora. / Unsplash
Doctora. / Unsplash

"Una de las cosas que más me ha impresionado es ver a tantas personas morir en soledad. El contacto con la muerte es parte de mi trabajo, pero sentir la soledad y constatar el sufrimiento de las familias por no poder acompañar a los suyos es muy fuerte, sobre todo ante una enfermedad que te deja lúcido hasta el final". Ana Lleo es una doctora internista de Valencia que reside en Milán desde hace 25 años y le ha tocado estar en la primera línea de batalla contra el coronavirus en Italia, un país donde la pandemia ya ha dejado más de 2.500 muertos.

Los enfermos de coronavirus comenzaron a llegar a los hospitales poco a poco, pero en un par de días se multiplicaron en cantidades incalculables. Como esas 'gotitas' de agua que caen en el hombro y tratan de avisar de que viene una tormenta, pero cuando te incomodan lo suficiente para levantar la mirada y ver cuán fuerte va a ser ya es muy tarde y te empapa un chaparrón que nubla la vista. La crisis que desató el coronavirus ha sido especialmente difícil de gestionar para los sanitarios porque les ha puesto frente a su peor enemigo: la incertidumbre. Lleo confiesa que para un médico es muy incómodo encontrarse en medio de un hospital en el que no paran de llegar pacientes con un cuadro que no sabe cómo tratar.

"No estamos seguros de que la terapia que estamos aplicando a los pacientes ahora es suficientemente eficaz para erradicar el virus y esto genera mucha tensión". La sanitaria insistió en que están trabajando a ciegas y ni si quiera el cuerpo médico sabe cómo comportarse en este nuevo mundo infectado por el virus. "Tomamos todas las precauciones que consideramos oportunas, pero hasta nosotros caemos. Gracias a Dios ninguno de mis compañeros ha fallecido, pero hemos tenido que llevar a varios a la UCI y eso añade mucha carga emocional al trabajo".

La experta asegura que nadie pudo ni imaginarse que iba a llegar una "avalancha" de tal magnitud a Italia, pese a las constantes advertencias de epidemiólogos, virólogos y reportes de China, porque "no hay ninguna persona en nuestra generación que haya vivido algo similar. Son muchas muertes. Es una situación inédita para la que no estábamos preparados y ahora nuestros hospitales están colapsados y los médicos trabajamos al límite". La internista manifestó que la adrenalina que suscita el caos en los centros médicos es lo que empuja a sus cuerpos a seguir batallando y aguantar más de seis horas seguidas atendiendo pacientes con la vestimenta pesada de seguridad y lejos de su familia. Para ella, el momento en el que entenderá realmente lo que está ocurriendo llegará cuando todo se calme y el cansancio cobre su espacio en el cuerpo.

Una persona que padece coronavirus sin ninguna afectación grave permanece en el hospital cerca de diez días, según la doctora. Ante la demanda de camas para atender a todos los enfermos y la bajada de insumos en el inventario, su hospital se vio obligado a suspender toda la actividad no urgente. Pero, esto no significa que todos los recursos humanos y materiales estén destinados ahora a tratar la pandemia: "No puedes parar el mundo. En medio de esta crisis hay gente que se rompe una pierna, que le da un infarto, que necesita una quimioterapia… Hacer una evaluación de cada caso y su esperanza de vida es una situación que dentro de una crisis es muy cruda y difícil de entender para alguien que no es médico, pero es parte de la práctica habitual de un médico. Llega un momento en el que si sé que no voy a conseguir quitarle el respirador a una señora de 90 años tal vez no debería llevarla a la UCI. Este tipo de razonamientos no se hacen solo ante problemáticas como el coronavirus y sus motivaciones no son económicas ni logísticas, sino humanitarias".

La profesional de la salud asegura que Italia está apenas rozando el pico de la crisis y todavía queda mucho camino para sanar al país entero: "Ayer fue el primer día en que se registró una disminución en el conteo de casos, pero la tendencia tiene que repetirse al menos dos días para comprobar que efectivamente estamos avanzando", y se mostró conmovida por la unidad de la comunidad italiana. Médicos de todas las ramas han ofrecido sus servicios para colaborar en esta carrera contra reloj y han dado toda su energía –muchos incluso se han tenido que formar- para contribuir a la causa.

¿Qué desató la crisis en Italia?

La internista intentó alumbrar un poco la cuestión de cuál fue el detonante de la propagación del virus al comparar la intensidad de las medidas establecidas por los políticos en los tres primeros focos importantes identificados en el norte del país. En Codogno Lodi, donde se detectó el primer núcleo de contagio, se tomaron medidas de contención de inmediato: "Cerraron los colegios y nadie salió de casa", y la situación ha comenzado a mejorar. En Milán, la infección llegó con un poco de retraso y el tiempo para planificar una estrategia y anticiparse a las demandas de los afectados permitió contener un poco la crisis. Pero, en Bérgamo, una zona poblada por gente "conocida por respetar las leyes", las autoridades se demoraron demasiado para dictar directrices y sus hospitales están completamente saturados.

Con esta distinción en mente, la valenciana reflexionó sobre las últimas imágenes que vio de España –la marcha del 8M y las personas en las playas- y concluyó que "los políticos de todos los países y de todas las ideologías a veces miran más a lo que puede atraer críticas inmediatas y no al largo plazo. Si en España hubieran parado la manifestación se les hubiera echado encima mucha gente, pero era un acto imprudente. Se dejaron llevar por la ideología y no por los datos científicos.

En cuanto a Italia, la experta lamentó que tras 10 días de cuarentena todavía haya personas que no parecen entender la gravedad de la situación y salen a correr o a caminar: "Entiendo que estar con los niños por tanto tiempo vuelve loco a cualquiera, pero la cuarentena es un método que ya ha demostrado su eficacia en otros países afectados". Ella no sabe cuándo se estabilizará la situación, pero la subida de las temperaturas le da un poco de esperanza porque se cree que el virus no sobrevive fuera del cuerpo en una temperatura superior a los 20 grados. Habrá que ver si los ciudadanos resisten el 'encierro' hasta que eso pase.

Mostrar comentarios