Estado de alarma sanitario

The Lancet e Imperial College, las dos brújulas de Sánchez ante el coronavirus

Pedro Sánchez coronavirus
Pedro Sánchez coronavirus

"Hacemos todo con arreglo a lo que nos dicen los expertos". Cada sábado desde que empezó el estado de alarma, Pedro Sánchez repite esta frase -con variantes- como un mantra. El Gobierno, por primera vez en la historia de nuestra democracia, ha puesto en primera línea a un ministro de Sanidad, al tiempo que somete todas y cada una de sus decisiones al criterio científico para contener la crisis del coronavirus. De ahí que en apenas tres semanas hayamos pasado de percibir el riesgo de epidemia como algo remoto a endurecer el confinamiento de la población cerrando por decreto todas las actividades no esenciales. Por eso, cabe preguntarse: ¿quién está detrás de este giro de 180 grados en la política sanitaria española?

Se podría decir que el cambio de paradigma lo marcó Italia a finales de febrero -desde entonces, siempre con una semana de adelanto a España-, cuando Europa pasó a convertirse en el epicentro de los nuevos contagios. El problema es que entonces ya era tarde: numerosos científicos, instituciones y revistas especializadas llevan alertado a los gobiernos sobre el riesgo de pandemia, al menos, desde enero. En especial, dos: Imperial College, que recientemente avisaba de la posibilidad de que haya más de 7 millones de afectados por el coronavirus en España (a pesar de que solo haya en torno a 100.000 confirmados), y The Lancet, en la que se han publicado en las últimas semanas numerosos estudios que apuntan a la necesidad de imponer medidas más restrictivas a la circulación de las personas... que es exactamente lo que ha hecho el Gobierno.

En el caso del Gobierno, además, el pasado 27 de marzo se produjo un viraje radical justo después de que un total de 62 expertos, con los investigadores españoles Oriol Mitjà, Àlex Arenas y Xavier Rodó a la cabeza, publicasen un artículo en The Lancet en el que instaban a Pedro Sánchez a decretar el "confinamiento total" para frenar el crecimiento exponencial de casos. Pero, lejos de ser un atrevimiento impropio de una publicación, se trató de una llamada más de atención al Ejecutivo, ya que ese mismo día los científicos detrás de la revista recomendaron a Pedro Sánchez cambiar el baremo a la hora de contabilizar los contagios en España, tal y como ha podido saber 'La Información': desde ese momento, solo se tienen en cuenta los nuevos contagios diagnosticados en los centros sanitarios y no incluyen los aislamientos preventivos por sintomatología referida.

El argumento que esgrimió The Lancet ante el Gobierno es que, para convencer a la población de que el confinamiento es necesario, la evolución de los casos no debe dispararse, que se haga ver que hay luz al final del túnel para evitar que el coronavirus pueda seguir extendiéndose por actitudes irresponsables entre la población. Un día después, Pedro Sánchez anunciaba el decreto para el cierre de actividades no esenciales, aludiendo una vez más al criterio de "los expertos". Pero que una revista médica británica haya servido de brújula para la política española quizás no sea lo más sorprende, sino que hasta ahora prácticamente se la había obviado.

Fundada en 1823, The Lancet es un semanario publicado por The Lancet Publishing Group, perteneciente al gigante editorial holandés Elsevier (actualmente, denominado RELX). La revista publica artículos de investigación originales, artículos de revisión ("seminarios" y "reseñas"), editoriales, reseñas de libros, correspondencia, así como noticias e informes. Y, desde 2018, ocupa el segundo lugar en todo el mundo en factor de impacto, que mide el número de citas y referencias de una publicación incluidas en publicaciones posteriores. El año pasado su impacto fue de casi 60.000 citas, lo que da cuenta de su tremenda repercusión en la comunidad científica.

Sin embargo, hasta el brote actual del coronavirus, sus investigaciones apenas se tenían en cuenta. Sin irse muy lejos, el pasado noviembre, cuando Madrid se preparaba para organizar la Cumbre del Clima que Chile se vio obligada a trasladar, The Lancet publicó un informe demoledor sobre los devastadores efectos del cambio climático en las poblaciones con mayor riesgo del planeta: mujeres y niños. En aquel momento, el coronavirus sonaba a 'chino' y parecía más urgente que nunca la renovación del compromiso adquirido en los Acuerdos de París en 2015 para evitar un desastre climático inminente. Pero la comunidad internacional desoyó a The Lancet, que se ha vuelto un auténtico referente en medio de una crisis sanitaria que paradójicamente está provocando una disminución sin precedentes en las emisiones de CO2.

Imperial College y Boris Johnson

Otra institución británica, el Imperial College, también está actuando como inesperado 'sherpa' a la hora de enfrentarse al coronavirus: su proyección de contagios en España estima que a 30 de abril había 7 millones de personas afectadas (el 15% de la población) y, de hecho, afirma que desde que se decretó el estado de alarma se ha salvado la vida de unas 16.000 personas. Unos datos que contrastan con los oficiales, pero que redundan en la misma idea que manejan las autoridades de todos los países afectados: que probablemente haya muchos más casos de los que han sido formalmente diagnosticados.

Se trata de otra institución centenaria con un gran reconocimiento: fundada en 1907 por el rey Eduardo VII de Inglaterra, Imperial College es una de las universidades más prestigiosas del ámbito científico en el mundo, cuenta con 15 premios Nobel entre sus alumnos y es considerada la tercera institución educativa del país, por detrás de Oxford y Cambridge. Sin embargo, hasta ahora tampoco se la ha tenido en consideración como organismo asesor en materia climática o sanitaria, ni siquiera en el Reino Unido: Boris Johnson, en su afán por no paralizar la economía del país, en un primer momento apeló a la conciencia individual de la población para que se recluyese voluntariamente en casa, hasta que la semana pasada -cuando el primer ministro dio positivo por coronavirus- cambió radicalmente de estrategia.

El mismo informe que señalaba millones de casos 'silenciosos' en España, apuntaba a una expansión descontrolada del coronavirus en el Reino Unido, especialmente en Londres, donde viven nueve millones de personas. El pronóstico era de miles de muertos en pocas semanas si Boris Johnson no aplicaba un estricto confinamiento a la población. De ahí que el primer ministro se haya sumado a la estrategia común en el sur de Europa. Aunque puede que la medida no haya llegado a tiempo para prevenir víctimas mortales: solo este miércoles murieron 500 personas en el país británico (el 25% del total acumulado desde el inicio de la crisis). Esta misma semana, el editor de The Lancet cargaba contra Johnson y contra el resto de mandatarios europeos por no haber escuchado las advertencias de los científicos cuando el coronavirus se estaba expandiendo rápidamente por China: "Vais once semanas tarde".

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