La economía real y la de los Castro: ¿será mejor ahora el día a día en las calles?

  • Los datos económicos aportados por el Gobierno no se ven reflejados en el día a día de la población que piensa en qué comer cada día. 
La Habana
La Habana

La llegada de Diaz-Canel a la presidencia de Cuba copa las páginas de los periódicos de medio mundo al desplazar el apellido 'Castro' fuera del sillón presidencial, pero parece no influir mucho en el día a día del isleño de a pie. Mientras fuera de Cuba las posibles intenciones de Díaz-Canel son el centro de muchas conversaciones, en la isla muchos solo piensan en la llegada del producto -o no- que podrán llevarse ese día a la boca.

La realidad económica de la isla dista en exceso de lo que el extranjero imagina hasta que se adentra en algunos barrios de la capital, como Centro Habana, en el que la gente malvive entre edificios a medio derruir y montañas de suciedad. El hasta ahora gobierno de los Castro provee a la población de "alimentos básicos" con el fin de compensar los bajos salarios bajo el programa "Cero hambre". "Seis kilos de arroz, dos litros de aceite, azúcar blanco y azúcar moreno"... una alimentación a la postre insuficiente para una población cuyos sueldos no llegan a los 20 dólares mensuales en la mayoría de los casos.

Las calles de Centro Habana esconden entre los agujeros de las aceras historias de familias que apenas consiguen ingresos para completar la alimentación y que venden y revenden las pocas cosas que tienen para poder salir adelante. "La educación y la sanidad son gratuitas, pero con eso no se come", afirmaba hace unos días una de las vecinas de este barrio. "Los cubanos que son médicos realmente lo son por vocación", continuaba la mujer aludiendo a uno de sus hijos, que ejerce esta profesión por la mañana y se convierte en taxista el resto del día.

Los datos económicos del país caribeño aportados por el ONEI, la Oficina Nacional de Estadística e Información de Cuba, parecen no verse reflejados en la vida de la mayoría de los 11 millones y medio de habitantes que suelen tener entre dos y tres empleos diferentes para poder vivir de forma digna. Los afortunados que trabajan en el sector servicios, enfocado totalmente al turismo, son los que más facilidades económicas tienen. De hecho, el PIB del país depende en un 77% de este sector, relegando a la industria al 12%, según datos del año 2016.

La población de los barrios menos afortunados de la capital cubana reclama mejores empleos y salarios, algo que trató de subsanar la última redistribución de puestos de trabajo. Se eliminaron un millón de empleos en el sector estatal con el fin de impulsar, poco a poco, el privado. El problema, constatado al pasear cualquier día laborable por las calles de La Habana, llegó con los nuevos empleos: peor salario y más precariedad.

Otro de los principales problemas de la isla pasa por el bajo nivel de bancarización de la población, es decir, el número de personas que tienen una cuenta corriente, uno de los principales indicadores del nivel de desarrollo de una sociedad. ¿Por qué es tan importante? Los pequeños negocios privados no cuentan, en su mayoría, con una cuenta bancaria a través de la cual poder fiscalizar sus movimientos. Esto implica que las aportaciones al fisco son mínimas y, por tanto, las mejoras difíciles.

Pero la población no tiene la culpa. Los datos que aporta el ONEI parecen no ser del todo ciertos, o al menos esto es lo que cree Pavel Vidal, economista cubano y profesor en la Universidad Javeriana de Cali, en Colombia. Para él resulta sospechoso que cuando el principal aliado económico de la isla caribeña, Venezuela, pierde un 30% de su PIB la economía cubana siga creciendo. Las exportaciones de bienes cayeron un 29% en 2016, mil millones de dólares menos, y esto repercutió necesariamente en la entrada de productos, algo que la población vive cada día. Las importaciones tuvieron que ajustarse un 11% concentrado en la entrada de bienes intermedios y de consumo.

Capitulo aparte merece el tema monetario en Cuba. Un país con dos monedas y múltiples tasas de cambio que, para los expertos, necesita una reforma profunda con la que poder salir al mercado internacional y mejorar los salarios y la productividad de la población. La unificación de una moneda mejoraría, según Vidal, la entrada de capitales extranjeros y una liberalización del sector privado.

En cambio, a pesar de no conocer los planes concretos de Díaz-Canel, los cubanos apenas confían en la llegada del aperturismo y apuestan por una continuidad de los planes económicos y sociales de los Castro. "Nada cambiará", comentaban algunos isleños en las calles de La Habana al ser preguntados sobre el cambio de imagen en la presidencia de Cuba.

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