Tras meses de confinamiento

Descontrol a metros de la UE: el barrio europeo de Bruselas se lanza a la fiesta

La hostelería de la zona próxima a la Comisión trabaja a pleno rendimiento tras más de 100 días de cierre. Hay libertad absoluta en sus terrazas y los encuentros de jóvenes se alargan hasta la madrugada.

Las terrazas del barrio europeo de Bruselas se han vuelto a llenar en la nueva fase de desescalada
Las terrazas del barrio europeo de Bruselas se han vuelto a llenar en la nueva fase de desescalada
La Información

Es sábado por la tarde y la Place de Luxembourg, uno de los corazones del barrio europeo de Bruselas, luce tranquila. Las terrazas de los bares y restaurantes están ocupados por unos pocos clientes, desperdigados aquí y allá. Parecen cumplir la distancia de seguridad recomendada para evitar posibles contagios por el coronavirus. "Hace un rato, a la hora de la comida, la plaza estaba llena", desmiente la camarera de uno los bares que bordean la zona, epicentro del 'afterwork' más popular de toda la capital comunitaria, el que tiene lugar jueves ante el Parlamento Europeo.

Durante los meses de confinamiento, la ‘Place Lux’ seguía 'apagada' los jueves por la tarde noche, sin trabajadores de las instituciones que la nutriesen de vida, sin miles de personas procedentes de las cientos de oficinas, despachos y empresas ubicadas en el barrio europeo. Ahora, la plaza florece de nuevo, llena de vitalidad con la desescalada. "Place Lux vuelve a estar llena de vida los jueves por la noche", confirma esta camarera, que prefiere guardar anonimato, "se nota que no están los clientes tradicionales del Parlamento, imagino que seguirán trabajando desde sus casas o países o evitando las aglomeraciones,… pero la gente del resto de oficinas sí está viniendo".

Con las instituciones europeas parcialmente cerradas, la Eurocámara todavía funciona con pequeñas representaciones de los grupos. Además, la gran burbuja de oficinas de empresas, asociaciones y ONGs, de representaciones regionales y estatales, nunca dejó de trabajar durante el confinamiento. Las calles cercanas a los edificios Berlaymont, Justus Lipsius y Europa, sedes de la Comisión y del Consejo Europeo, sí estaban, en cambio, desiertas: imperaba el teletrabajo. Fue así hasta el 8 de junio, día que el Gobierno federal belga permitió la reapertura de la hostelería, y en la 'Place Lux' volvieron a llenarse las terrazas de los restaurantes italianos y griegos, de los pubs ingleses e irlandeses o de las cadenas de comida de la zona del Berlaymont. 

Funcionan los dos turnos de comida, a mediodía y al atardecer, y un camarero irlandés atiende las mesas de la terraza sin mascarilla. El buen tiempo ha desatado un anhelo por recuperar el tiempo perdido de la primavera bajo confinamiento, paradójicamente la más soleada en la historia de Bélgica. Igual que en otras primaveras y veranos, en épocas anteriores al coronavirus, los periodistas de televisión graban estos días sus crónicas ante las populares banderas azules de la UE a los pies del Berlaymont. Mientras, en la acera de enfrente, la música resuena en las terrazas. 

"La primera semana después de la reapertura ya fue una locura, como antes de los confinamientos", señala la camarera que trabaja en Place Luxembourg. Locura fue también lo que se vivió hace unos días en Place Flagey, otro de los núcleos del ocio nocturno de Bruselas, fuera ya del barrio europeo pero punto de encuentro de la comunidad belga y la internacional, de jóvenes estudiantes y funcionarios comunitarios, con sus restaurantes portugueses, el puesto de ‘frites’ y bares tan populares como el Café Belga. 

Los jóvenes toman la noche de Bruselas

Hace apenas una semana, cientos de jóvenes decidieron terminar la noche del sábado con una gran 'rave' a las puertas de ese café y en las escaleras de la iglesia que preside la plaza. Un dj pinchando música al aire libre a todo trapo, brazos al aire, saltos de alegría, vasos circulando de mano en mano... y ni mascarillas ni distancias de seguridad. Aquella madrugada, la policía tardó horas en desalojar Flagey, limitando su intervención para evitar una batalla campal. Era la segunda ocasión en pocos días que se celebraba una fiesta de este tipo en el mismo lugar, aunque en la última el número de asistentes se había multiplicado significativamente. 

Las imágenes de esa noche se hicieron virales en Bruselas, provocando una ola de indignación en parte de la ciudadanía y la reacción de las autoridades municipales de Ixelles, barrio donde se encuentra la plaza. Pero no son una excepción, ni en Bruselas ni en el resto de Bélgica desde que el desconfinamiento llegó a la hostelería y se permitieron reuniones de diez personas.  

Es la "burbuja personal ampliada", como la ha definido la primera ministra Sophie Wilmes: cada individuo solo puede reunirse con los mismos, en un intento de limitar los contactos para facilitar el rastreo ante posibles contagios. Aun así, las denuncias sobre fiestas ilegales, los encuentros multitudinarios y el incumplimiento de las medidas de seguridad antiCovid se suceden. 

"El virus no se ha ido"

La misma madrugada que en Flagey cientos de jóvenes celebraban su fiesta al aire libre, la Policía tuvo que acudir también a una calle de Anderlecht, otra municipalidad bruselense, para desalojar a medio millar de personas que bailaban en torno a fogatas al son de la música. El virólogo Marc Van Ranst, el Fernando Simón belga, condeno con dureza ente tipo de encuentros cada vez más frecuentes por ser "una insensatez" y "socavar el apoyo a las medidas contra el coronavirus". 

"No deberían estar ocurriendo en este momento de la pandemia", asegura el profesor Van Ranst, "el virus no se ha ido". Queda un largo camino para erradicar la pandemia de la Covid-19, que llevaba semanas bajo control en uno de los países con más contagios y muertes por coronavirus en relación a su población de toda Europa. Hasta el momento, en Bélgica han fallecido casi 10.000 personas y hay más de 61.000 contagios... en una población total de 11,5 millones. 

Según las autoridades sanitarias belgas, las últimas cifras muestran un aumento del 6% en los nuevos contagios en relación a la media de siete días. El país está a punto de entrar en la fase cuatro del desconfinamiento, cuando se ampliarán los grupos de reunión a 15 personas diferentes cada semana y reabrirán gimnasios y piscinas o casinos y salas de apuestas. 

No habrá todavía desconfinamiento para un enorme petrolero que guarda cuarentena en el puerto de Amberes, el segundo más grande de Europa, después de conocerse que al menos quince de sus 26 tripulantes estaban contagiados. Es la segunda embarcación que pasa por un proceso similar en sus muelles: la anterior fue a principios de abril, cuando se empezaban a imponer medidas de confinamiento para combatir un virus que llevaba semanas circulando libremente. 

Ahora, a punto de entrar en julio, con las fronteras comunitarias abiertas y las exteriores de la UE a punto de hacerlo en medio de un veto a países como EEUU, Brasil, Argentina o Rusia, las autoridades belgas y europeas confiaban en que no se repitiesen sucesos de este tipo. Las alertas se han vuelto de disparar tras el restablecimiento de confinamientos en la mayoría de distritos de Lisboa o en la región alemana de Renania del Norte-Westfalia, afectada por los más de 1.500 contagios en el mayor matadero del país. Bélgica rastrea al detalle y con cautela los contagios en su territorio y observa atentamente lo que ocurre en la vecina Alemania... y también en Países Bajos. Fiestas como la de Flagey, los nuevos jueves de Place Lux y las terrazas repletas en el barrio europeo suponen la peor pesadilla de las autoridades.

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