La organización pro derechos humanos Environmental Justice Foundation (Fundación para la Justicia Medioambiental, EJF) ha dado la voz de alarma. El reportaje "All at Sea" muestra estos barcos piratas y desbaratados con pescadores explotados, que -entre otros- proveen al mercado europeo.
"Las condiciones no son buenas, pero no podemos hacer nada. Lo aceptamos porque es muy difícil encontrar trabajo", explica uno de los trabajadores. Dice que es la única forma para salir de la "miseria"."Si alguien te propone un salario de 200 dólares para ayudar a la familia, piensas 'no es bueno, pero podremos vivir'", añade. Y eso si conservan el sueldo.
Les extorsionan, les quitan sus pasaportes y les hacen trabajar hasta 18 horas diarias, apunta el reportaje. Las imágenes muestran barcos completamente oxidados, visiblemente dañados por el paso del tiempo y la falta de inversión. Las condiciones son "extremadamente inseguras y antihigiénicas", denuncia la EJF.
Algunos pescadores ilegales, a quienes contratan o infracontratan en su mayoría en África, duermen en cubículos sin ventanas ni aire fresco, justo al lado de la sala donde trabajan el pescado atrapado.
"Les tratan peor que a los peces que pescan", se lamenta Rossen Karavatchev, de la Federación Internacional de Trabajadores del Transporte (ITF). "Existe un número significativo de casos [en los que trabajan] en condiciones de esclavitud".
Incluso hay trabajadores abandonados durante meses en medio del océano en un barco, sin medios para comunicarse. "La compañía me envió aquí [hace siete meses]", cuenta uno de estos ermitaños de la pesca ilegal. Su empresa le envía provisiones a través de otro barco que le lleva -irónicamente- "comida como pescado y gambas".
Se calcula que la pesca ilegal constituye entre un 13 y un 31 por ciento de la pesca total mundial cada año. Con un número estimado de 30 millones de pescadores irregulares trabajando en unos 4 millones de barcos legales e ilegales, esta situación se convierte en uno de caso mastodóntico de abusos de derechos humanos.
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