"No seguiremos comprando armas caras a Estados Unidos. Podemos obtenerlas de cualquier otro lado", ha argumentado Duterte, en un discurso televisado al que han acudido líderes rebeldes musulmanes. "Voy a ordenar a la Policía que cancele (el contrato). No los necesitamos", ha añadido.
El mandatario filipino, que ya había adelantado su intención de negociar nuevos acuerdos con Rusia y China, ha abogado por "buscar otra fuente que sea más barata" para obtener las armas. En este sentido, confía en poder lograr equipos "tan duraderos y buenos" como los norteamericanos.
El mes pasado, asesores del Senado de Estados Unidos consultados por la agencia Reuters ya habían avanzado la paralización de la venta de 26.000 fusiles de asalto a la Policía de Filipinas, después de que el senador Ben Cardin cuestionase el respeto de los Derechos Humanos en el archipiélago asiático.
Más de 2.300 personas han muerto en operaciones policiales contra el tráfico y el consumo de drogas, lo que ha motivado no pocas críticas por parte de gobiernos y organizaciones internacionales. Duterte, sin embargo, defiende su política al mismo tiempo que intensifica su retórica contra Estados Unidos, llegando incluso al nivel de los insultos.
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