Ecos de intifada suenan en Cisjordania pese a los esfuerzos de Abas

  • Convencido de que la resistencia pacífica y el esfuerzo diplomático son la única vía para la consecución de un Estado, el presidente palestino, Mahmud Abas, afronta desde hace meses, cada vez con mayor dificultad, el reto de aplacar la calle, testigo de una creciente frustración.

Javier Martín

Jerusalén, 11 sep.- Convencido de que la resistencia pacífica y el esfuerzo diplomático son la única vía para la consecución de un Estado, el presidente palestino, Mahmud Abas, afronta desde hace meses, cada vez con mayor dificultad, el reto de aplacar la calle, testigo de una creciente frustración.

Algunos expertos lo consideran "el preludio de la tercera intifada", otros creen que esta ya ha llegado, y que en realidad es un nuevo levantamiento, silencioso pero firme, fruto del hartazgo y a espaldas de liderazgos políticos.

Lo único hasta ahora cierto es que tanto las protestas como la represión israelí han crecido a la par en los últimos meses, azuzadas por un dramático incremento de los arrestos y muertes de palestinos a causa de las balas en Cisjordania.

Según la Agencia de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), desde que arrancara 2014 las tropas israelíes han matado a 41 palestinos en redadas y manifestaciones en Cisjordania y Jerusalén Este.

Una cifra que casi quintuplica el número de víctimas mortales palestinas registradas en el mismo periodo de 2013, y que según la OLP ha crecido casi un 70% en los últimos dos meses.

La última de ellas, la de un joven de 22 años que este miércoles pereció en otra confusa acción del Ejército israelí en el campo de refugiados de Al Amari, en Ramala, teóricamente bajo total control palestino.

De acuerdo con la versión castrense, Isa Salem fue alcanzado por una bala cuando un grupo de jóvenes se oponía a la detención de un presunto miembro del grupo islamista Hamás lanzado piedras y cócteles molotov.

El relato de su familia, que preparaba su boda para dentro de una semana, y de los vecinos de este campo colindante con una de la mayores colonias judías, coincide en denunciar que los soldados, algunos de ellos enmascarados, dispararon directamente a Salem en el pecho con munición real.

"Es bastante más preocupante de lo que parece. Las noticias están concentradas en Gaza, pero la situación en Jerusalén Este y en los campos de refugiados cada día es peor", explica a Efe un diplomático europeo que prefiere no ser identificado.

"Abas se esfuerza por controlar la calle y cumplir su promesa de que no habrá tercera intifada pero las provocaciones israelíes y las presiones de los radicales son cada vez más fuertes. No creo que estemos al borde de un levantamiento, pero tampoco estamos lejos", agrega.

El domingo, y en una serie de protestas en Jerusalén Este, otro joven recibió un disparo similar.

Días después, cientos de jóvenes se lanzaron a las calles de Wadi Joz, el barrio de Jerusalén del que procedía, para protestar contra su muerte y atacar las colonias judías en esta zona ocupada que los palestinos reclaman como su capital.

Otros barrios colindantes, como Shuafat o el monte de los Olivos, son escenario desde hace dos meses de enfrentamientos casi diarios entre jóvenes palestinos y fuerzas de Seguridad, que además de balas reales usan bombas de sonido y aguas hediondas para dispersar a los manifestantes.

Los expertos sitúan el inicio de la escalada en el asesinato de Mohamad Abu Jedeir, un adolescente palestino del barrio de Shuafat, a manos de cuatro judíos ultranacionalistas religiosos.

El menor fue quemado vivo en una venganza racista por el asesinato de tres estudiantes israelíes capturados por ex presos palestinos cuando hacían autostop cerca de la colonia de Gush Etzion.

En ciudades como la vecina Hebrón, una de las más castigadas por las redadas desde la desaparición de los tres jóvenes, cierta resignación se mezcla con el creciente enfado con las políticas de Abas.

"Pueden hacer lo que quieran. Tienen todo el poder. Entran aquí, te amedrentan, te amenazan con detenerte, dicen que buscan túneles que llevan a las colonias", explica Laila, una conocida activista palestina que vive en el conflictivo centro histórico de la ciudad.

"Y a nosotros la ANP y la Policía palestina nos dice que nos tranquilicemos. Que protestemos en otro sitio. La gente comienza a estar cansada, cansada de todos y cansada de esta situación, cada vez peor", advierte.

Una sensación similar existe en el casco histórico de la ciudad santa, donde la presión de los colonos aumenta al mismo ritmo que la presencia policial israelí en sus estrechas calles y sus blancas murallas.

"Tenemos que salir a la calle, recuperar la calle. Israel solo entienden el lenguaje de la violencia. ¿Que hemos conseguido con la política, con la resistencia pasiva?", argumenta a Efe Sami Jaled, 19 años, estudiante universitario.

Dos días atrás, evitó por escasos centímetros ser arrestado, pero sabe que quizá, más pronto que tarde, el mismo camino que los más de 1.700 palestinos que han sido arrestados por fuerzas israelíes en Cisjordania durante los dos últimos meses.

"Los colonos nos provocan y la ANP nos manda callar. No vamos a soportar más esta humillación", concluye.

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