Hay una ligera ralentización

EEUU trata de domar la pandemia como paso prioritario para sanar la economía

El nuevo presidente, Joe Biden, necesita que el Congreso le autorice su plan de rescate para lograr la inmunidad de grupo este verano y apuntalar a partir de ese control la posible recuperación productiva.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en su visita a un hospital militar esta semana.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en su visita a un hospital militar esta semana.
EFE

La batalla contra el coronavirus entra en una fase crucial en los Estados Unidos tras un arranque del invierno totalmente desbocado y que puso de rodillas al sistema hospitalario de un estado como California. La prioridad se concentra ahora en reforzar todo el operativo de producción y distribución de la vacuna, justo cuando emergen nuevas variantes del virus y la demanda supera de lejos la oferta. Y mientras la pandemia no esté bajo control, la economía no podrá sanar.

El coronavirus infectó a 26 millones de estadounidenses desde el inicio de la crisis sanitaria y segó cerca de 440.000 vidas. Durante las últimas semanas se observa una moderación notable tanto en los contagios como en las hospitalizaciones, lo que sugiere que empieza a contenerse la propagación tras las crecidas registradas coincidiendo con las celebraciones de Acción de Gracias y la Navidad. 

California y Nueva York empiezan a relajar, incluso, las restricciones porque la presión en el sistema hospitalario es menor que a inicios de enero. Pero la situación es compleja y preocupa las nuevas variantes. Las muertes progresan aún un ritmo próximo a las 4.000 diarias, debido a que hay muchos pacientes graves en unidades de cuidados intensivos de las dos últimas olas. Suelen pasar tres semanas entre el pico de contagios hasta que fallecimientos se estabilizan y empiezan a bajar. 

"Nos gusta la tendencia que vemos", señalan los epidemiólogos de la Johns Hopkins, "las cosas van a ir a mejor". Entre los factores positivos, indican, está lo que califican como una incipiente inmunidad de grupo. Se estima que unos 100 millones de personas en EE UU se infectaron con el virus durante el último año. Los estudios sugieren que por cada persona que da positivo en la prueba de coronavirus, tres más lo tuvieron sin saberlo. A ellos hay que sumar los que están en proceso de recibir la vacuna. A partir de estos cálculos, un tercio de la población adulta sería inmune. 

La gravedad de la situación en el arranque del invierno y la expectativa de la vacuna provocó, a su vez, una mayor concienciación por parte de los estadounidenses a la hora de llevar máscara y de respetar la distancia social. Y no solo se produjo este cambio de conducta en las regiones más frías del continente. También en estados con un clima menos severo y reacios en el pasado a seguir las medidas de prevención que recomiendan las autoridades, como Texas. 

En cualquier caso, la proyección del centro de enfermedades infecciosas (CDC) en este momento es que se llegue en verano a las 640.000 muertes provocadas por la Gripe Española. Los expertos de la Hopkins admiten, además, que hay cosas que pueden ir mal, porque al observar los ciclos del virus constatan que la moderación en los contagios no indica un declive definitivo. Temen también que la fatiga del público provoque que se relaje el distanciamiento social. 

La vacuna será clave. Hasta la fecha se distribuyeron 41,5 millones de dosis de las autorizadas en diciembre por la agencia del medicamento a Pfizer y Moderna. Pero solo se administraron la mitad. En las próximas dos semanas se les podría sumar la de Johnson & Johnson, Novavax y AstraZeneca, lo que reforzará toda la logística en la carrera por conseguir la inmunidad de grupo para este verano. El plan es que la población general pueda recibirla en abril.

Todas estas vacunas forman parte del programa Operation Warp Speed, creado por Donald Trump para dar apoyo a su desarrollo, producción y distribución. La administración de Joe Biden trata ahora de acelerar y reforzar el proceso, centralizándolo a nivel federal y así resolver los cuellos de botella. La ciudad de Nueva York, por ejemplo, se vio obligada a cancelar las citas para nuevas vacunaciones y poder conservar las dosis para la segunda inyección. 

Biden, en paralelo, trata de negociar con el Congreso un paquete de rescate que incluye movilizar 415.000 millones de dólares para combatir el virus. Es su prioridad legislativa para los primeros 100 días de mandato. La oposición republicana, sin embargo, le pone problemas tanto en la cuantía y como el alcance del plan de estímulos. Si no se materializa a tiempo, podría congelar las compras y la distribución de las dosis adicionales necesarias para lograr la inmunidad de grupo. 

La Reserva Federal y el Fondo Monetario Internacional, por su parte, insisten que la vacunación es vital para que la economía vuelva a funcionar con normalidad. "No hay nada más importante que la gente se vacune", afirmó Jerome Powell en su última rueda de prensa. Janet Yellen, que acaba de ser confirmada como secretaria del Tesoro, insiste por su parte que es el momento de actuar "a lo grande", porque los bajos tipos de interés permiten pedir prestado sin coste. 

Powell no es el único miembro de la Fed que insiste en que la economía no podrá sanar hasta que la pandemia esté controlada. Lo que es una novedad es que se cite de manera específica en la nota final de la reunión sobre tipos de interés que el "progreso en la vacunación" en el pilar fundamental de la recuperación. "No hemos ganado aún esta batalla", dijo el jefe de la autoridad monetaria, "claramente podemos hacerlo pero necesitamos estar muy centrados en esto".

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